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Diego lo ha sido todo como comerciante al frente de la 'Perfumería Oyarzabal'. :: FERNANDO DE LA HERA
«Teníamos y seguimos teniendo la mejor clientela del mundo»
Diego Sánchez, Comerciante jubilado, con un gran don de gentes

«Teníamos y seguimos teniendo la mejor clientela del mundo»

Murciano de origen e irundarra de adopción y ejercicio. Ha sido un comerciante de primera división, siempre junto a su esposa Mirentxu

MAÑU DE LA PUENTE MAÑU DE LA PUENTE manudelapuente@yahoo.es

Domingo, 3 de abril 2011, 04:32

LLeva cincuenta años viviendo en Irún, lo que equivale a los dos tercios de su existencia vital. Muestra unos tres cuartos de siglo muy bien llevados y no deja de visitar el gimnasio, que la salud es muy importante para él. Diego Sánchez Mellado es nuestro protagonista, que nació en Murcia y que eligió Irun para seguir disfrutando de la vida. Está casado con Mirentxu Oyarzabal Lecuona, señora a la que le sobre estilo y simpatía. Es el aitatxo de Isabel (¡Aúpa Cádiz!), Alberto y Olga, Javier se murió cuando tan sólo contaba con una vidita de dos meses. La 'gaditana' le ha hecho aitona de Pablo (trece años) y de Javier (doce). Estudio Bachiller y también Electrónica y Radar, pasando por Madrid y Elizondo. Sus orígenes laborales se encuentran en la murciana 'Casa Manolo' (¡bendito nombre'), donde se vendía de todo. Luego llegó aquí y se hizo con las riendas de la 'Perfumería Oyarzabal' que ha contado con todos los reconocimientos sociales y gremiales. Ha sido, y es, un gran relaciones públicas y persona afable a la que le encanta estar con la gente. Tiene buenas marcas en no pocas carreras pedrestres. Su esposa, Mirentxu Oyarzabal, beratarra de raza, asiste a la entrevista como no podía ser de otra manera. Su vida no se entendería el uno sin la otra. A cierta distancia, 'controla' el encuentro 'Lua', la perrita de Olga, que es la sucesora de la pareja en la empresa familiar. Por cierto, 'Lua', quiere decir 'Luna', en portugués y gallego.

-Diego, ¿cómo así?

-Por mi abuelo paterno, que no fue mi padrino. Sin más.

-Ya sabes que hay gente que te apellida Oyarzabal y no Sánchez...

-Lo sé, me ha pasado muchas veces. Hay quien me llama Diego Oyarzabal. Tiene gracia. Ese, mi apellido ficticio, se lo debo a Mirentxu.

-O sea que llegaste aquí desde Murcia.

-Allí estuve hasta los 18 años, allí viví mi infancia y mi juventud, trabajando de día y estudiando por la noche. Es lo que tocaba y me levantaba a las cinco de la mañana para trabajar en una oficina de venta de frutas, verduras y hortalizas. Cuando puedo, voy a Murcia para ver a los amigos que tengo allí.

-Pero tus grandes amigos están aquí, ¿no?

-Claro, aquí tengo la cuadrilla del café y de lo que caiga. Por ejemplo, ese gran fotógrafo que es Jesús Mari Etxeberria o Eugenio Arnedo, el de 'me cago en Dioro'. También, Antonio, el de 'Bolsos Alazne' o el doctor Jaime Latasa. Desde luego...

-¿Sí...?

-Yo tengo mis raíces, pero mi alma es irundarra al cien por cien. Llevo cuarenta años desfilando en mi Compañía, en el Real Unión, y estuve seis años en la directiva.

-¿Cómo era el Irun que te encontraste al llegar?

-Era un Irun mucho más fácil que el actual. Había trabajo a punta pala. Mandaba el mundo de las aduanas, que era un auténtico generador de dinero y vida. Era un Irun en el que se vivía bien, tirando a muy bien. Un Irun totalmente diferente al actual. Entonces nos conocíamos todos, ahora, no tanto, ni muchísimo menos.

-Total, que te asientas y te pones a trabajar.

-Sí, con Mirentxu. Yo ya sabía lo que era un comercio, porque en Murcia trabajé en la empresa familiar, en 'Casa Manolo', que era una casa de comidas, mezcla de bar, bodega, comestibles y carnicería. Vamos, de todo. Así que, efectivamente, cuando llegue aquí ya sabía de qué iba una tienda.

-Para estar detrás de un comercio, hay que valer, ¿no?

-A mí siempre me ha gustado. Y sí, hay que tener don de gentes, ser abierto y extrovertido. Además, nosotros siempre estamos en plena formación continua, con cursillos de educación comercial, que nada sobra en este mundo. De otra parte, me gusta mucho el trato humano, que es algo que siempre llevo muy dentro. Eso es fundamental para un comerciante que se precie de serlo.

-Has tenido no pocos reconocimientos públicos y profesionales por tu buen hacer.

-Es así, que los marcos lo dicen. Tengo premios de la Cámara de Comercio, de Mugan. Mira,mira, ahí están expuestos. Eso es un reconocimiento al buen hacer de una tienda que se inauguró en octubre de 1957. La abrieron Mirentxu y Leandro, mi suegro, que ya tenían dos tiendas en Bera. Yo me incorporo al negocio siete años después. No fueron tiempos fáciles, pero con cariño y dedicación puedes con lo que te echen. Empezamos de alquiler y luego compramos el local. En 1995 fuimos pioneros en España para la venta de productos selectivos de perfumería y cosmética a través del sistema de autoservicio. Un puntazo.

-¿Estarás contento, no?

-Por supuesto, pero eso es algo que tú te ganas, que nadie de regala, y lo afirmo con la humildad que no ignora quien me conoce. Cuando haces las cosas bien, todo acaba llegando. Porque, fíjate...

-Dime.

-Nosotros empezamos con droguería, como nuestro buen amigo Manolo Hernández, que ha sido competencia pero también gran profesional. Vendíamos productos de limpieza y a granel. Por ejemplo, aguarrás, detergente en polvo, benzol y bencina, alcohol para las heridas y jabones de tocador. Los de la marca 'Maja' nos los quitaban de las manos los camioneros franceses y suizos. Se los llevaban de la tienda a cajas.

-Y de droguería, a perfumería...

-Ya estábamos en ello, pero creo que tuvimos una cierta visión de futuro. La apuesta fue positiva y nos fue bien, lo mismo que cuando, como siempre, nos empeñábamos en aconsejar al cliente.

-Oye, Diego y Mirentxu, 46 años juntos. ¿Ya pensáis en las bodas doradas?

-Ya estoy pensando en ello y apuntalando los detalles.

-Además, tenéis asegurada la sucesión laboral-familiar con Olga. ¡Qué bien, no!

-Imagínate. Y con Olga, Mila Agirre y Nekane Lasa, que más que empleadas son familia. Todas lo dan todo, en tiempos no fáciles. Además, tenemos, teníamos y tendremos la mejor clientela del mundo, que eso es lo mejor.

-Eso es un lujazo, te lo juro.

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