El Itxako cantó el alirón en Bidebieta

Independientemente de dónde cayera el triunfo, el final del partido era motivo de celebración. Lamentablemente, cayó de lado navarro, lo que provocó su euforia y alegría, así como la cerrada ovación del público de Bidebieta que felicitó al Itxako por la consecución de su cuarto título liguero consecutivo. Por el contrario, el meritorio trabajo realizado por las donostiarras resultó insuficiente para que pudieran desfogarse al no poder certificar matemáticamente su reingreso en la competición europea. Basta con que anote un punto en las tres jornadas que restan para ver materializado su máxima aspiración.

Las jugadoras siguieron a pies juntillas el guión programado en virtud de la intensidad, acierto y dosis de espectacularidad ofrecidos.

El Itxako salió con el claro propósito de encarrilar de inmediato la contienda. Se inhibió de su trascendental compromiso del sábado, en el que se juega el pase a su primera final de la Champions, al no escatimar esfuerzos por tratar de abrir tierra de por medio frente a un combativo Bera Bera.

Karrere trató de cortar de plano el primer síntoma de ruptura del partido al solicitar un tempranero tiempo muerto, después de ver sufrir a su equipo la primera ráfaga de contragolpes (3-7). La medida tuvo su efecto. Este primer cuarto de hora se caracterizó por la velocidad e intensidad en la que se solventaban los ataques de uno y otro lado, siendo la más destacada la exjugadora del Bera Bera Patri Pinedo. Resultó curioso el hecho de que apenas se contabilizaran errores en este periodo, a pesar de la velocidad que se imprimían a las acciones. La estadística de fallos pasó a engrosarse considerablemente en la reanudación en los casilleros de ambos equipos.

Seguidamente, resultó más que doloroso ser testigos de ver cómo las donostiarras encajaban un parcial de 0-2 (6-12) cuando disfrutaban de superioridad numérica.

A partir de aquí el Itxako se encontró muy cómodo jugando con este margen de seis goles. Una renta que prácticamente se prolongaría hasta el final de la contienda.

Encajar veinte goles para el descanso suele ser un varapalo moral, una situación de la que el Bera Bera se supo sobreponer, dado que en ningún momento dio visos de arrojar la toalla, a pesar de la indiscutible superioridad rival.

Al parecer, jugar en superioridad no es lo suyo, dado que con dos jugadoras más de campo volvió a desaprovechar una situación inmejorable para volver a meterse de lleno en el partido.