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TERESA FLAÑO
Martes, 19 de abril 2011, 09:41
La recuperación del nuevo San Telmo se podrá dar hoy por concluida cuando se abra al público la exposición permanente a la que hasta ahora no podía acceder . Ha sido una apertura por fases, marcada por las fechas electorales que no permitían realizar inauguraciones después del 29 de marzo. A la iglesia, el claustro y parte del nuevo edificio se suman ahora otros 2.100 metros cuadrados, donde se encuentra el relato de los orígenes de la sociedad guipuzcoana y por extensión de la vasca, los conflictos que ha vivido y los retos a los que se enfrenta. La exposición permanente se ha realizado con muchas de las piezas que son propiedad del museo, pero también se ha reforzado con adquisiciones, donaciones y préstamos de instituciones, entidades, empresas y particulares conseguidos después de una intensa labor de investigación. La muestra se completa con casi una treintena de audiovisuales que ayudan a comprender mejor cada uno de los apartados. Esta exposición permanente es la que da significado a la segunda parte de la denominación de San Telmo como Museo de la Sociedad y la Ciudadanía y también la que remite al lema elegido 'Ven a verte'.
'Historia y desafíos', 'Signos de espiritualidad', 'Huellas en la memoria' y 'Despertar de la modernidad' son los cuatro apartados en los que se ha dividido el discurso de la exposición permanente, siempre desde el punto de vista de la sociedad y la ciudadanía, y a los que hay que añadir a las Bellas Artes que se ha dividido en la colección histórica y '100 años de arte vasco'.
El punto de partida de la visita es la iglesia, que ya lleva abierta al público poco más de dos semanas. En ella, a través de un espectáculo audiovisual se muestra la evolución histórica del edificio desde el siglo XVI, que es empleado como metáfora de la propia ciudad. Además se hace una recreación de cómo fue el interior del templo con especial atención a las pinturas de la bóveda. La gira continúa por el claustro, que también podía recorrerse desde principio de mes, donde una amplia selección de estelas, en una sección denominada 'Signos de espiritualidad', habla de los ritos en torno a la muerte y el culto a los antepasados. No hay que olvidar que la colección de estelas de San Telmo es una de las mejores y más completas que existen.
A partir de este momento es cuando comienza la exposición permanente que todavía no se había presentado con 'Huellas de la memoria', donde se quiere ofrecer una reflexión sobre momentos e hitos que han sido claves en la formación y desarrollo del País Vasco desde la Prehistoria hasta el siglo XVIII. Piezas que representan los primeros asentamientos paleolíticos de hace 150.000 años recuerdan cómo el hombre se adaptó al medio, con una economía que pasa de la recolección y la caza a la agricultura. Es aquí donde por primera vez se puede ver expuesto el collar hallado en la cueva de Praileaitz.
El escudo de los Gamboa se ha elegido para representar cómo la Edad Media fue una época confusa, caótica y desordenada, donde los señores feudales gestionaban la sociedad vasca. Fue la época donde comenzaron a fundarse las primeras villas y las ferrerías pasaron a ser parte del paisaje habitual. También hace referencias a la importancia de la llegada del maíz en el siglo XVI, que se adaptó fácilmente al suelo y evitó hambruna.
La estancia dedicada a recuperar esa parte de la historia de hace más de cinco siglos remite también a cuando el territorio se abrió al mar, no sólo como un espacio para la pesca sino una referencia para nuevos mundos y nuevas tecnologías. Arpones para la caza de la ballena o grandes tinajas para almacenar la grasa de estos mamíferos, vestimentas, mapas... reflejan la cotidianeidad de esa sociedad, aunque no faltan algunas piezas curiosas como la espada de Boadil, el último rey de Granada que durante años ha sido una de las joyas del museo. El pensamiento, con una atención especial a la Ilustración, y la religión también tienen su representación en piezas como la primera edición de la Enciclopedia de Diderot, la primera gramática de euskera de Manuel de Larramendi o el libro de ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola.
El viaje por la historia continúa en 'Despertar de la modernidad' que presenta los siglo XIX y XX como tiempos de grandes transformaciones en la sociedad vasca, época en la que se concentran las principales claves para entender cómo se conforma la sociedad actual. Una transición de un modelo de vida rural a uno industrializado. En este apartado no falta un habitáculo que se ha destinado a recrear el caserío vasco con muebles y útiles que ya se podían contemplar en el anterior museo. El deporte rural, donde el trabajo se combina con el desafío, el folclore, o el papel de la mujer en el trabajo del lino aparecen en esa época de transición. En lo que respecta a la distribución dentro del edificio destaca que por primera vez se puede acceder al coro de la iglesia y que se utiliza como un espacio expositor más.
La industria como motor de cambio hacia una modernización que supuso importantes transformaciones sociales, culturales, laborales y políticas, acompañadas de profundas crisis, que en varias ocasiones acabaron en conflictos bélicos, tiene su propia zona. Telares, máquinas para hacer boinas, taladros o pistolas y escopetas reflejo de la boyante industria armamentística aparecen junto a una Lambretta que se fabricó en Eibar o a la barandilla de La Concha realizada por Luzuriaga. En el paseo también se encuentran elementos que retrotraen a la Guerra Civil (periódicos, ametralladoras, carteles, cartillas de racionamiento...). Como 'generación bulliciosa' se define el apartado donde aparecen un 'seiscientos' y el catálogo de la primera exposición del Grupo Gaur en la galería Barandiaran.
Dentro de esta gran exposición permanente se han dividido otras dos de menor tamaño centradas en las Bellas Artes. La primera, más tradicional, es un repaso a la historia de la pintura de cinco siglos hasta el XIX. Instalada como si fuera una antigua pinacoteca casi la totalidad de las obras presentadas han formado parte de la colección del museo, incluidos muchos depósitos de San Telmo. Tintoretto y el Greco se exponen junto a Sorolla.
Por último, '100 años de arte vasco' es una crónica de la creación desde finales del siglo XIX hasta el XX, desde Echenagusia a Badiola pasando por Tellaeche, Nikolas Lekuona, Esther Ferrer o todos los integrantes del Grupo Gaur.
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