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Domingo, 8 de mayo 2011, 04:20
En el coche del equipo Lokomotiv ha estado un señor mayor, de 70 años, con el pelo blanco, esquivo, al que no le gusta hablar nada, que se llama Alexander Kuznetsov. Ese señor es el padre del ciclismo ruso. Los corredores que ha entrenado han ganado siete oros olímpicos, Viatcheslav Ekimov logró dos, además de veintidós medalla de oro en mundiales de carretera y pista. Los chavales que han arrasado en la Vuelta al Bidasoa son su última hornada. Ha sido y es un entrenador polémico. Eugeny Berzin acabó mal con él y se quedó sin correr los Juegos Olímpicos de Barcelona. «Estuve seis años con él y acabe harto de aquella disciplina», dijo el corredor ruso. De aquella disciplina decían que era 'espartana'. El mundo profesional, donde estaba el dinero, les llegó tarde a él y algunos corredores que no pudieron cambiar antes de categoría, aunque eran profesionales camuflados como Dimitri Konyshev, Andrei Tchmil, Vladimir Poulnikov o Piotr Ugrumov, sin olvidar a Berzin, Ekimov, Markov, en una lista interminable de nombres. Su hija Svetlana Kuznestova comenzó con el ciclismo, pero se pasó al tenis y llegó a ganar Roland Garros.
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