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F.J.P.
Miércoles, 25 de mayo 2011, 04:07
Juanito Oiarzabal consumió el lunes una más de las muchas vidas que guarda en una recámara que parece no tener fondo. Un colapso por agotamiento y deshidratación durante el descenso del Lhotse le hizo llegar en camilla al campo base, prácticamente inconsciente.
- ¿Qué le pasó en la Cascada de Hielo?
- Lo que me pasa siempre, que no me hidrato ni me alimento. Que paso siete días en altura y no meto nada al cuerpo, que me despreocupo. Y luego me da el bajonazo. Sé que tengo que ser más severo con lo que hago, más responsable. Pero claro, ahora, con 55 años... Siempre me ha pasado lo mismo, siempre.
- Pero la ascensión la hizo bien. Fue el primero de su grupo en llegar a la cumbre y volver al campo 4.
- Sí, aunque fue un recorrido largo que nos costó más de lo previsto. Por cierto, por una vía preciosa. De todas formas, yo no vuelvo aquí jamás. Es la expedición en la que menos he disfrutado de todas las que he hecho. La situación que se vive aquí es la de sentirnos campistas, no montañeros.
- Pero es porque ustedes quieren. Han esperado a que la montaña estuviese equipada para subirla.
- Precisamente por eso. Porque no me he sentido montañero. Yo me avergüenzo ahora mismo de haber hecho la ascensión de la forma que la hemos hecho. Estoy casi casi arrepentido de haber venido a esta montaña para haberla subido en estas condiciones. Es que no te sientes alpinista. De nada. Y ya la humillación por mi parte es haber estado esperando días y días para subir a la cumbre porque te están diciendo que van a colocar la cuerda. ¡Pero si yo eso no lo he hecho jamás! En mi vida. ¡Jamás! Esperar a que una expedición comercial te lo coloque todo... Para mí es humillante. No valemos una mierda. Nada. Y eso es lo que se vive en el Everest y en el Lhotse.
- ¿Es la vez que peor lo ha pasado en un 'ochomil'?
- No. El peor recuerdo lo tengo del K2. Allí estuve a ocho mil metros solo, perdido y congelado. Allí sí que pensé que me quedaba. Aquí me ha pasado cerca del campo base, rodeado de compañeros y con la ayuda de los sherpas de Edurne y luego de su equipo. El problema que yo tengo es el que siempre me recordaba mi mejor amigo, el difunto Mikel Apodaka, y es que a la semana de pasarlo mal se me olvida. Y acabará volviéndome a pasar.
- ¿Cuándo empieza a notar que le fallaban las fuerzas?
- No es que te fallen las fuerzas. Notas cansancio porque has hecho una montaña alta, de ocho mil quinientos. Y quiero recordar a la gente que no tiene nada que ver una montaña con oxígeno a hacerla sin oxígeno. Es que lo hemos podido ver estos días, con una persona de 72 años que ha subido y ha bajado. Cansado, por supuesto, pero en la mitad de tiempo que nosotros y sin ninguna secuela. ¿O qué crees, que Carlos Soria es san dios en esto de la montaña?
- ¿Y no se plantea seguir haciendo los 'ochomiles' con oxígeno?
- Ahora ya no. Ahora ya en absoluto, porque sólo me quedan los pequeñitos. Me he quitado los gordos. Y los más complicados, todos. Quizá el Dhaulagiri, cuando vaya, me lo plantee porque es una montaña complicada... Pero no. A mí ahora la gente me dirá 'es que Juanito ha subido con oxígeno al Lhotse'. Y les contestaré 'pues no'. He subido sin oxígeno y he utilizado oxígeno medicinal para bajar. Porque si no, no bajo. Pero lo acepto. Lo acepto totalmente. No tengo ningún problema. Y si tengo que volver a tirar de oxígeno para no morirme, tiraré.
- ¿No le están sacando de demasiadas montañas últimamente?
- No. Mira, te voy a contar lo que ha pasado los últimos años. Porque la gente puede llegar a pensar que me están sacando, pero no es verdad. Después de las graves congelaciones del K2 en 2004, volví a los 'ochomiles' en 2006 en el Yalung Kang, donde se me abrieron los pies y me vine para casa. Después estuve en el Makalu, donde subí como nunca, aunque me tuvieron que sacar de allá porque tenía los pies congelados. Pero la ascensión, impecable, vamos. Luego me fui con Edurne al Kangchenjunga, donde nadie me sacó de allí.
- Pero en el Annapurna...
- Allí es donde empieza todo este bulo de que si siempre me rescatan. Porque yo hago una ascensión al Annapurna seguramente más limpia que la de 1999. Lo que pasó es que la situación fue la que fue.
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