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N. AZURMENDI
Miércoles, 1 de junio 2011, 12:38
Manuel Outmuro, originario de la pequeña localidad orensana de A Merca pero formado y afincado desde muy joven en Barcelona, es uno de los grandes nombres de la fotografía de moda. Muchos diseñadores le han confiado su comunicación visual y las principales publicaciones del sector se han rendido a su trabajo. Outmuro lleva, como recordaba la exposición retrospectiva 'Outmuro Looks', que pudo verse el año pasado en Barcelona y en Santiago -y se recogió en un libro que contiene 250 fotografías de moda realizadas entre 1990 y 2011-, veinte años fotografiando moda.
A la hora de seleccionar al profesional que fotografiaría los trajes de Balenciaga, el Ministerio de Cultura y el Museo optaron por un fotógrafo que no sólo ha tenido ante su objetivo los trabajos de los mejores diseñadores sobre por las mejores modelos, sino que ha retratado también a los principales protagonistas de la vida cultural española de las últimas décadas.
Como ha escrito recientemente, el encargo supuso «una enorme ilusión y un reto profesional». Y el resultado está a la altura de las expectativas más exigentes, ya que, como pretendía, la mirada de Outmuro ha sabido captar y reflejar ese halo Balenciaga; invisible y prácticamente indescriptible pero, de algún modo, perceptible incluso en la fotografía. O, como muestra del nivel del trabajo de Outmuro, perceptible sobre todo a través de sus fotografías.
Outmuro cumplió el encargo en otoño del pasado año en San Sebastián, en las dependencias que la Fundación Balenciaga tiene en Miramón, donde se estaban acondicionando para su exhibición los trajes que a partir del próximo día 10 todo el mundo podrá ver en Getaria. Por el plató que se construyó en los locales desfilaron decenas de trajes. Piezas que, por la alternativa que se ha elegido a la hora de mostrarlas, parecían en muchos casos figuras que flotaban en ingravidez, combinando la contundencia de los tejidos y las formas inherentes a Balenciaga con el aspecto un tanto misterioso que les aportan unos maniquíes creados por y para las piezas.
En las fotografías que componen la parte del catálogo que refleja la exposición permanente, realizadas siempre con fondos muy sobrios en los que no tienen cabida elementos que distraigan la atención, destaca el modo en que, en cada una de las piezas, se pone en valor su aspecto más característico: un pliegue, un tejido, un corte, un detalle de costura, un volumen, un encaje, un bordado... Cada vez que se observa una fotografía -y es un ejercicio que puede se puede repetir sin cansarse-, se encuentra un nuevo detalle.
«Hemos de destacar por fin la extraordinaria calidad de la fotografía realizada por el reputado fotógrafo especializado en moda Manuel Outmuro, cuyo trabajo contribuye a que este catálogo sea además una referencia gráfica de primer orden», se lee en la presentación del libro. Y, sin que sirva de precedente, los adjetivos, aunque abunden, no están de más.
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