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Pasaban ha iniciado el viaje de regreso. :: F.J. PÉREZ
«El año que viene quiero hacer la travesía del Everest»
MONTAÑA

«El año que viene quiero hacer la travesía del Everest»

Edurne Pasaban. La alpinista se muestra sorprendida por las duras acusaciones de Oiarzabal pero rechaza responder al vitoriano

F.J. PÉREZ

Jueves, 2 de junio 2011, 10:43

A Edurne Pasaban, las duras acusaciones que lanzó ayer contra ella Juanito Oiarzabal le soprendieron en Katmandú preparando el viaje de regreso a casa, previsto para hoy. La alpinista guipuzcoana se mostró muy sorprendida, pero, cuestionada por este periódico, rechazó responder al montañero alavés.

No hubo comentarios para Oiarzabal, pero sí sobre sus planes futuros. Después del bajón moral que supuso la decisión de renunciar al Everest, apenas ha tardado cinco días en volver a ser un torbellino de ilusión y nuevos proyectos. Justo el tiempo que le ha llevado desmontar el campo base, descender el Khumbu y llegar a Katmandú. Y las largas caminatas valle abajo le han servido para convencerse de que ya no le vale con subir el Everest. Quiere añadir un nuevo aliciente a su vieja idea de sacarse la espina del oxígeno en el Techo del Mundo. Y no ha encontrado mejor forma de hacerlo que planeando algo que ninguna mujer ha logrado todavía: la travesía de la montaña a pulmón libre. O lo que es lo mismo, cruzar el Techo del Mundo subiendo por la vertiente tibetana y bajando por la nepalí.

- Oiarzabal ha arremetido contra usted en una rueda de prensa en la que niega que su grupo participara en su rescate, dice que usted ha perdido la cabeza y la tilda de creerse la 'princesa del pueblo'.

- Prefiero no hacer ningún comentario.

-A punto de regresar a casa, ¿cuál es el balance de la expedición?

- Por una parte, decir que ha sido positivo, queda muy bonito, porque hemos tomado parte en un rescate, hemos vuelto todo el equipo al completo y sin problemas de ningún tipo y la experiencia ha sido positiva y enriquecedora. Pero también es verdad que mucha gente podrá decir que le estoy buscando excusas al hecho de no haber hecho cumbre. Si miramos al objetivo fundamental para el que hemos venido al Everest, que era ascenderlo sin oxígeno artificial, el balance es que nos vamos sin la cumbre. Y efectivamente desde ese punto de vista no es del todo positivo o satisfactorio.

- O sea, ¿un fracaso?

- No estoy de acuerdo con los que piensen eso. Fracaso hubiese sido si alguno de nosotros hubiese venido mal o hubiese ocurrido una desgracia. No creo que el no conseguir un objetivo signifique automáticamente que hemos fracasado. No ha habido cumbre y no es un éxito, pero tampoco es un fracaso. La montaña es así y también hay que saber darse cuenta de cuándo hay que darse la vuelta. Nosotros no estamos en una carrera en la que no hemos llegado al final de los mil metros que teníamos marcados como meta.

-¿El rescate del Lhotse ha sido determinante a la hora de no realizar un segundo intento al Everest?

- Ha sido un factor más. Nosotros hicimos un intento a cumbre, nos bajamos porque salió mal y nada más llegar al campo base nos encontramos con todo el problema del Lhotse. Pero el tiempo, por ejemplo, tampoco fue bueno el día que habíamos elegido para cumbre. Y el problema que tuvimos con los sherpas en el Collado Sur también nos descentró. Así que no quiero poner de excusa al Lhotse. Fue una factor más. ¿Qué ha tenido relevancia? Seguro. Pero ni más ni menos que otros.

- El día que ustedes tenían previsto el ataque a cumbre hubo decenas de personas que sí alcanzaron la cima, todos con oxígeno. ¿Cómo explicaría al lector la diferencia entre ascender el Everest con la ayuda de oxígeno artificial a hacerlo sin oxígeno?

- Mucha gente puede no entender eso, pero es muy sencillo de explicar. En el Collado Sur, a ocho mil metros, cuando tuvimos el problema con los dos sherpas, yo tuve que ir de una tienda a la otra. Apenas había dos o tres metros entre una y otra, pero cada vez que lo hacía terminaba exhausta. Tenía hasta problemas para hablar por el walkie con el campo base. Sin embargo, yo veía a gente a mi alrededor, de otras expediciones, que iban enchufados con la bombona colgada del hombro y andaban tan panchos. Gente a la que nosotros, subiendo del campo 2 al 3, cuando todavía iban sin oxígeno, les adelantábamos sin ningún problemas mientras ellos iban medio muertos. Y no es sólo el hecho de que el oxígeno les permita subir el Everest como su fuese un siete mil, o incluso un seis mil dependiendo del volumen de consumo que lleven, sino la sensación de calor que les proporciona. Con oxígeno puedes afrontar el día de cumbre con unas condiciones meteorológicas o de viento que son impensables si vas a pulmón libre. Y esa noche, con el viento que hacía, sólo con el esfuerzo que supone ponerte los crampones y andar unos metros, nos exponíamos a unas congelaciones que yo no estaba dispuesta a arriesgar.

- ¿El problema físico que tuvieron los sherpas Mingma y Pasang en el Collado Sur el día de ataque a cumbre pudo ser fruto de una estrategia errónea?

- Sí. Sin duda alguna. Y ya lo hemos hablado. Tenían que haber subido con oxígeno hasta el Collado Sur. Subieron dos veces al campo 4 en una semana, que es como hacer dos 'ochomiles' seguidos, y además lo hicieron muy cargados el último día. Así que para la próxima vez ya hemos tomado nota.

- La expedición comenzó con unas críticas bastante duras a las 'comerciales' por su parte y sin embargo, al final han sido determinantes para que lo sucedido en el Lhotse no terminara en tragedia.

- Es verdad, pero es que la vida te da lecciones y te enseña a relativizar todo y a poner cada cosa en su justa medida. Es verdad que las expediciones comerciales son como son y que al llegar al campo base te sorprende de cómo tratan a los sherpas y como lo organizan y controlan todo. Pero también es verdad que hay que ser justos con lo que luego te enseña la vida y reconocer que si no llegan a estar las 'comerciales' no hubiera habido rescate. Lo que pasa es que vienes a un terreno que no es que sea de ellos, pero sabes cuál es: el de las expediciones comerciales por la cara sur del Everest. Llegas, lo ves, te sorprende y lo criticas. Pero luego, cuando les necesitas y les pides que te ayuden, porque sabes que tienen los medios, la organización y la infraestructura necesaria para el rescate, lo hacen. En esta vida hay que ser justo para criticar cuando crees que hay que hacerlo, pero también para reconocer el papel que pueden jugar las 'comerciales' en situaciones como la que se vivió en el Lhotse.

- ¿Tanto como para cambiar la frase que dijo de que el Everest es un circo?

- Lo que es el Everest es un negocio. Y eso lo sigo pensado. Y esa imagen se acrecienta cuando tienes la oportunidad de conocer por dentro esas expediciones. Es un 'business'. Y por lo que he visto, los sherpas tampoco están tan descontentos con ellos. Al contrario, parecen que están muy contentos trabajando con ellos. Es un 'businnes' total. Y muy bien organizado. Luego otra cosa es que nosotros, los alpinistas digamos profesionales, lo aceptemos o no. Pero es una realidad.

-¿Cuál es la principal lección que ha sacado de esta expedición?

- Que cada vez estoy más convencida de que somos un equipo, que trabajamos como un gran equipo, y que a las grandes montañas del Himalaya, y no te digo ya el Everest, hay que ir en equipo, a hacer grandes expediciones. O eres un crack para hacer una solitaria, que los hay muy poquitos y son para quitarse la boina, o organizas un expedición de las llamadas pesadas y con un trabajo en equipo. Lo que he visto este año es que todas las expediciones tienen el objetivo de hacer cumbre, pero de forma individual, mientras que el nuestro además es hacerlo como equipo.

- ¿Y el equipo va a seguir?

- Sí, sí. El equipo va a seguir igual. Seguro. Porque el Everest sigue siendo un objetivo.

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