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BENITO URRABURU
Viernes, 1 de julio 2011, 09:27
Cuando se han ganado en tres ocasiones el Tour, dos veces el Giro y una Vuelta a España, caer en el error de la autocomplacencia es uno de esos riesgos que siempre acechan a quienes se salen de la normalidad en los grandes acontecimientos deportivos mundiales.
El futuro de Alberto Contador, el inmediato, lo conocemos: tomar la salida en el Tour de Francia e intentar ganarlo. A más largo plazo, dos meses, ese futuro ya no dependerá de él. Será el TAS (Tribunal de arbitraje del deporte) el que lo decida. Y a uno o dos años, tampoco se pueden hacer muchas elucubraciones sobre dónde se encontará.
Desde que apareciese clembuterol en su cuerpo, su vida se ha convertido en una ruleta rusa que no ha parado de girar y que tiene un final incierto.
Si pudiésemos hacer elucubraciones estaríamos hablando de un ciclista que se encontraría cada vez más cerca de los grandes de este deporte, de quienes han hecho historia en él. El futuro de Contador se mezcla con el presente de una forma irremediable y pasa por seguir haciendo lo que mejor sabe, ganar. No le queda otro camino que escoger.
El Contador que vimos hace un año en las pendientes pirenaicas y alpinas tendría un serio rival en Andy Schleck y es muy probable que algún otro corredor se acercase peligrosamente a él en la general del Tour. El Contador del Giro de Italia gestionaría la prueba con suficiencia.
¿Qué Contador nos vamos a encontrar? Él mejor que nadie sabe que todos los hombres más o menos importantes de este Tour van a llegar más frescos que él, tanto física como mentalmente a la prueba. Las dudas que le pueden asaltar son las lógicas en alguien que no sabe la respuesta que le va a ofrecer su cuerpo cuando tenga que encadenar varios días de montaña en los Alpes.
Con un Giro encima, la canción que le dicte la prueba, las estrofas que escuche las tendrá que interpretar como mejor pueda. Estamos ante un Tour en el que las incógnitas no se presentan por la calidad del gran favorito, sino por la capacidad de su cuerpo para poder estar a tope.
Un peligro diario
Tampoco hay que deseñar a sus rivales. Lo normal es que Andy Schleck, Robert Gesink o Jurgen Van den Broeck crezcan en su rendimiento, están en edad de hacerlo, y que otros como Cadel Evans, Samuel Sánchez, Frank Schleck, Bradley Wiggins, Iván Basso o el bloque del RadioShack mantengan su rendimiento.
Ir a más, mejorar para muchos de ellos es ya imposible por la edad que tienen. Se sabe lo que pueda dar cada uno de esos nombres, salvo sorpresa. Pueden hacer valer su experiencia, la dureza que da el paso del tiempo, sacar partido de los errores que pueda cometer Contador, aprovechar algún momento que pueda tener, pero son conscientes que son peores que él.
El Tour es una carrera complicada en la que hay peligro todos los días. Los intereses en juego de todas las formaciones son tantos que cada equipo tiene marcada una o varias etapas en las que ejecutar sus movimientos y eso significa tensión, riesgo, dureza, mantener un ritmo equilibrado durante veintiún etapas.
Si hubiese que dar sólo dos nombres todo quedaría centrado entre Alberto Contador y Andy Schleck. Sería reducir demasiado el Tour. Cuando esperan etapas que terminan en Luz Ardiden, Plateau de Beille, Galibier, Alpe d'Huez , por no hablar de puertos como el Izoard, Agnello o Tourmalet hay que medir mucho lo que se dice, ser prudente. Dominar todos esos enclaves, sobrevivir a ellos, en una tarea que requiere mucho trabajo.
Como todo el mundo sabe que en un mano a mano el único que ha demostrado que puede rivalizar con Contador es Andy Schleck, buscarán otros puntos débiles y sólo aparece uno: su equipo.
No es que sea malo, pero sí da la impresión de ser algo inferior al Leopard (Andy Schleck), RadioShack (Klöden, Leipheimer, Brajkovic, Horner), Rabobank (Gesink) e incluso el Astana, aunque estos últimos no tienen ningún corredor para disputar la general. El tiempo de Vinokourov ya ha pasado.
Históricamente, el Tour de Francia ha tenido ciclos en los que ha habido dominadores muy claros, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Miguel Indurain, Lance Armstrong y ahora nos encontramos en la era Contador, que no sabemos cuánto puede durar. Nadie duda de que es el mejor, el más completo del mundo para pruebas por etapas.
Su problema no está en la carretera, sino fuera de ella, y no se encuentra en sus manos resolverlo.
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