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Domingo, 3 de julio 2011, 04:36
Acaba de terminar el tercer curso de Ingeniería en la Facultad de Ordizia. El pasado viernes le dieron las notas y ha aprobado todo. Dentro de dos semanas, Aratz Mujika se va a China, país en el que va a llevar a cabo el proyecto, que coincide y corresponde, prácticamente, con el cuarto y último curso de carrera. Aparte de lo exótico del destino, la singularidad se centra en que es el único de los compañeros de clase que lo va a desarrollar fuera de Euskadi y es el primero del campus que lo hace fuera de Europa.
Aratz Mujika cuenta que, en contra de lo que supone la norma habitual, él tenía claro desde hacía mucho tiempo que iba a estudiar Ingeniería Mecánica, fundamentalmente porque desde niño le habían fascinado los coches de carrera y cómo no, los monoplazas de la Fórmula 1. Además, añade, «como el campus está en Ordizia, me podía permitir el lujo de venir todos los días a comer a casa».
Así las cosas, tras su paso por el Instituto Oianguren, se matriculó en la Facultad de Ingeniería de Mondragon Unibertsitatea en el campus de Ordizia, curiosamente, en el primer año de la paulatina entrada en vigor del nuevo sistema educativo, técnicamente, el 'Espacio Europeo de Educación Superior', popularmente, el plan Bolonia. Un cambio radical, en todos los aspectos educativos. «Todo era distinto -explica Mujika-, personalmente yo he estado muy a gusto».
Toca ahora afrontar el cuarto curso, con el que los estudiantes que lo aprueban consiguen el título de Grado. Un cuarto curso que, por lo que al calendario respecta es como los demás, de septiembre a junio, curso que cuenta con cuatro asignaturas que el sistema educativo contempla impartir durante los dos primeros meses, es decir de septiembre a octubre. Dos asignaturas, acogidas a las nuevas tecnologías, se llevan a cabo vía Internet (on line) y las otras dos reclaman la presencia de los alumnos en el aula. Y de octubre a junio, toca llevar a cabo un proyecto en una empresa, proyecto que luego hay que defender ante el correspondiente tribunal académico.
Jesús Mari Gaztañaga, director de la Facultad de Ingeniería, explica que por esa relación directa que existe entre la Universidad y las empresas de la comarca, es el propio centro educativo el que detecta proyectos a desarrollar en las empresas. A partir de ahí, los alumnos responden en una encuesta sus preferencias; dónde, qué, cómo, etc, y finalmente la Universidad viene a casar el interés de las dos partes y en consecuencia es la que asigna el proyecto al alumno en función de criterios de prioridad.
En tercero, expone el director, los alumnos tienen clases por la mañana, y por la tarde, trabajan en las empresas. De esta manera, por un lado convalidan créditos y por otro conocen de primera mano la realidad empresarial. Es decir, que adquieren una experiencia suficiente de nuestra realidad empresarial.
Todos los proyectos cuentan con un director del mismo, en la empresa, y un tutor en la facultad. Se lleva a cabo un seguimiento continuado y a mitad de camino tiene lugar un descargo, es decir, un análisis de lo realizado y de lo que queda.
En este contexto, Aratz Mujika relata que a lo largo de este curso ha estado trabajando en la cooperativa Ampo.
Si bien durante primero y segundo siguió soñando con llegar al mundo del automovilismo de primera fila, ahora ya en tercero empezó a ver las cosas de otra manera y además le enganchó lo que estaba haciendo. La empresa está por la labor y el próximo día 15 se incorpora a la delegación que la cooperativa Ampo tiene en la localidad china de Wenzhou, al sur de Shangai, en la que hay un madrileño, un aragonés, por supuesto nativos, y por aquello de la variedad, «el único euskaldun -dice- soy yo».
«Mi proyecto de fin de carrera -comenta- se basa en llevar a cabo un seguimiento de los proveedores chinos de fundición mecanizada, tema que a Ampo le interesa».
«Me cautiva la idea por ser todo tan distinto», destaca Aratz Mujika. «Un país fascinante, una cultura que no tiene nada que ver con la nuestra, un proyecto que me gusta. Sólo me ha dado tiempo de aprender hola y adiós en mandarín, pero es un idioma que me interesa. Eso sí, tengo el título de inglés, idioma en el que voy a redactar el proyecto y en el que lo defenderé».
«Por si pudiera parecer otra cosa, que conste que no sólo no he estado nunca en China, sino que mi única salida al extranjero es una visita a Eurodisney».
Vivencia en el extranjero
Por delante, reconoce, tiene un año en el que va a ser difícil volver. Toca encontrar la oportunidad y no perder de vista que el año que viene es el año del dragón.
Jesús Mari Gaztañaga subraya que una experiencia como la que nos ocupa resulta muy interesante. Todavía, añade, «nos cuesta animarnos a coger la maleta y pasar largas temporadas fuera. Entre los alumnos siguen siendo minoría los que se acogen al programa Erasmus, por ejemplo. En el caso que nos ocupa, una vivencia en el extranjero, vía Erasmus o proyecto de fin de carrera, es positivo y bueno en todos los sentidos y para el desarrollo de la persona, fundamental», concluye.
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