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Ciudadanos

«Los fotógrafos lo sabemos bien: esa foto que ves es la que nunca captarás»

Santiago Cobreros. La cámara, la arquitectura y la galerna suspendida sobre el Náutico

Begoña del Teso

Jueves, 7 de julio 2011, 05:26

Ha trabajado para y con grandes arquitectos. Ghery, por supuesto. Zaha Adid, por supuesto. Ha fotografiado iglesias soñadas por Le Corbusier y dentro de nada se pondrá a estudiar a lo largo de todas las horas del día el templo de Riberas de Loiola. Ha colaborado en muchos libros de arte. En estos momentos, trece obras suyas, todas marinas, acuíferas, se exponen en el Real Club Náutico.

Los arquitectos son las grandes estrellas del XXI. ¿Qué le exigen a quien fotografía sus obras?

No hay dos que te pidan lo mismo. Algunos desean que salga solo su edificio. Fuera de cualquier entorno, aislado de cualquier contexto.

Tal vez por eso la arquitectura actual aparece tan... pura, despojada de cualquier tentación de perder pie, desparramarse. Tan estilizada.

Posiblemente, sí. Sacadas de su entorno, esas construcciones parecen muy depuradas. Eso no quiere decir que no haya arquitectos que deseen que su obra sea fotografiada manteniendo la relación que ha establecido con la naturaleza, con el paisaje que la rodea. Con los seres humanos que la habitan, la visitan o pasan a su lado.

No recuerdo yo muchas fotos de arquitectura o de patrimonio industrial en las que abunden los humanos.

Tienes razón. Sin embargo a mí me agrada fotografiar las obras arquitectónicas con una referencia humana cercana. Entre otras cosas, para comprender la escala.

Dices que los edificios van variando así que pasan las horas, los días, las estaciones.

Me reafirmo en ello. Por eso cualquier fotógrafo debe estudiarlos continuamente. De noche. De día. Al amanecer. Al mediodía. Al atardecer. Siempre. Un edificio no es el mismo en verano que en invierno.

Por la luz, supongo. Por las pocas horas que hay de sol en diciembre. Y las muchas en San Juan.

Sí pero no depende sólo de eso sino también del distinto ángulo en que está el sol según las estaciones.

Pensándolo bien, has encontrado un lugar magnífico para exponer: muestras trece obras marinas en una de las joyas arquitectónicas de esta ciudad.

Soy de Errenteria y de niño cuando veníamos a Donosti el Náutico era algo que siempre estaba ahí pero donde nunca podías entrar. Y ahora estoy dentro y me doy cuenta de que mis fotografías se enfrentan a la tentación que todo visitante siente al venir aquí: mirar antes por el gran ventanal, asomarse al mar.

Has fotografiado la mítica escalera del Náutico. ¡Qué difícil será conseguir una foto distinta de algo tantas veces visto e ilustrado!

Lo es. Resulta terrible intentar la foto propia con algo de lo que todos tenemos una imagen hecha. Yo la fotografié con marea bajísima. En la mañana. Temprano. En blanco y negro. Cuando no uso color pretendo siempre que haya mucho contraste. Que el blanco sea blanco y el negro, muy negro. Un detalle más: para mí esa escalera pone en contacto el mar con la ciudad. Por ella sales del agua y te metes en Donosti.

En otra de tus obras, la masa de agua parece detenida pero... ¡se mueve!

Es otra de mis opciones fotográficas. Cuando fotografío el agua hago una exposión larga, como de cuatro o cinco segundos y aunque el mar esté como un plato, como una bañera, consigues sensación de movimiento. Aquí la tranquilidad es relativa. En realidad, se estaba aproximando una galerna.

Creo que no te gustan los cielos demasiado azules.

No: son excesivamente planos. Prefiero los tormentosos. Entonces cobran volumen, mucho volumen.

El verde de esa ola es brutal. Se diría casi esplendor en la hierba.

Está sacada al amanecer. La luz golpea sobre la ola a... contraluz y cuando la masa de agua se alza, la traspasa creando, no: mostrando, ese verde tan fantástico e increíble.

Ciertas fotos prefieres sacarlas al atardecer.

Porque me ha dado tiempo a estudiar y comprobar cómo evoluciona el día, su luz. El amanecer aquí nunca deja de sorprenderte. Que ayer hiciera bueno no significa que la ciudad no vaya a despertar nublada, gris.

Aunque vigiles tanto la luz dices que...

No lo digo, lo sé: la foto que ves casi perfecta es precisamente la que nunca tendrás porque en un instante cambia la luz, el sol, el cielo...

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