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JUANMA VELASCO jmvelasco@diariovasco.com
Martes, 2 de agosto 2011, 10:37
Recetan pastillas y pomadas, dan consejos de salud, diagnostican enfermedades, salvan vidas... Pero, ¿qué ocurre cuando el médico es el enfermo? Se calcula que a lo largo de su vida profesional, uno de cada diez facultativos de nuestro entorno sufre un cuadro de enfermedad mental o de abuso de sustancias tóxicas y alcoholismo. Hasta aquí nada distinto al común de los mortales. Eso sí, a estos profesionales «les cuesta asumir el rol de paciente». En muchos casos, tienden a ocultar su enfermedad, infravaloran su dolencia, se autodiagnostican o, directamente, se automedican. De hecho, algunos ni siquiera cuentan con historial médico y se limitan a cumplir una fugaz «consulta de pasillo» con algún colega. «Tienen pavor a que se les vea en una sala de espera».
Cuando se trata de dolencias físicas, la repercusión es limitada. La situación se complica cuando la persona que debe curar a los demás sufre algún trastorno mental o abusa de sustancias tóxicas o alcohol. La seguridad de los pacientes puede verse afectada.
Para evitar estos riesgos en los pacientes y dar apoyo a ese facultativo enfermo, desde 2004 funciona en Euskadi un Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (Paime), gestionado por el Consejo Médico Vasco -que agrupa a los tres colegios de médicos territoriales- y cofinanciado por el Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco. Desde entonces, 104 profesionales que ejercen la medicina en Euskadi se han sometido a tratamientos para curar trastornos mentales como depresiones o psicosis, o adicciones a sustancias. De ellos, 53 son de Vizcaya, 35 de Gipuzkoa y 16 a Álava. Cada año se atiende a una docena de nuevos casos de forma anónima y confidencial, en sesiones dirigidas por psiquiatras. La finalidad es conseguir reincorporar al médico a su puesto de trabajo en las mejores condiciones. Pero no todos lo consiguen.
«A lo largo de su vida profesional, el 10-12% de los médicos puede tener un cuadro de una depresión, una ansiedad, consumos de sustancias tóxicas o alcoholismo. De ese 10%, la mitad de los casos son detectables. Teniendo en cuanta que somos unos 10.000 médicos en Euskadi, deberíamos atender a 20 nuevos casos al año, lo que ocurre que el Paime es una salida de tratamiento pero no es la única. También está la atención privada y la pública», asegura Ángel Alayo, coordinador del Paime.
«Como el doctor House»
Las patologías que se tratan en el Paime se derivan del ejercicio de la propia profesión. No en vano, el de los médicos es un colectivo que, además de tener un trabajo de alta responsabilidad, está sometido a presiones que les hacen ser un grupo «sensible» a padecer problemas mentales y adicciones. «Lo que pasa es que este tipo de patologías está muy mal visto a nivel social. Al médico le da pavor estar en la sala de espera de psiquiatría o salud mental porque allí se puede encontrar con un paciente suyo... Tienden a ocultar los problemas mentales porque si les ponen el sanbenito de que no andan bien, va a ser un desprestigio para su carrera», añade Alayo.
El programa es un modo de dar «una salida digna al profesional», para que pueda recibir una asistencia. El 60% de los médicos que acudieron al Paime necesitaron tratarse de un trastorno mental puro, como una psicosis, una depresión, un' burnout' severo... «El síndrome de profesional quemado está extendido en las profesiones sanitarias», explica el coordinador del programa. El 33% de los atendidos lo hizo por consumos abusivos, de los cuáles el 18% por alcoholismo y el 16% por otras drogas como benzodiacepinas, a las que tienen fácil acceso. «Todo el muno se acuerda del televisivo doctor House y de su adicción a las pastillas de vicodina (opiáceo)», añade Alayo. Por último, existe un 7% con patología dual de consumo y transtorno mental.
Ingresos en los casos graves
El programa es integral porque abarca el ámbito psiquiátrico del médico, social, familiar, laboral y, si fuera necesario, el jurídico. De hecho, en algunos casos, en problemas muy cronificados, se tramitado y solicitado una incapacidad laboral.
Cuando los problemas que se tratan son muy graves, los médicos enfermos llegan incluso a ser ingresados en una clínica que gestiona la fundación Galatea, institución que se ocupa del Paime en Cataluña, lugar en el que en 1998 se puso en marcha de forma pionera en Europa un programa de este tipo (Nació en Canadá y los EE UU). «La ubicación de la clínica no es conocida ni está identificada para mantener la confidencialidad. La clínica se dedica exclusivamente al Paime y trata problemas mentales y de adicciones. Ahora han empezado con el programa para atender a enfermeros enfermos y a veterinarios, algo que en el futuro creo que también se pondrá en marcha en Euskadi».
El porcentaje de éxito del programa «es muy bueno». Múltiples estudios demuestran que el médico, una vez que acepta su rol de paciente, se recupera en mayor proporción que la población general, con tasas por encima del 75%.
En los casi siete años del programa, tan sólo han contabilizado cinco recaídas. La mitad de los que han participado en el programa ya están dados de alta y otro 40% está en activo mientras sigue terapia.
Eso sí, también ha habido profesionales que se han quedado en el camino. De hecho, un 5% de los profesionales atendidos se quitó la vida. «Al comienzo del programa nos llegaron los casos más graves, con muchos años de evolución y muy enquistados», recuerda Alayo.
Según explica el coordinador del programa, «dentro de las profesiones médicas el índice de suicidios es el doble que el resto de la población por la presión y la responsabilidad de su trabajo, el disponer de los medios a mano, el tener una relación con la muerte más normalizada porque se ve de cerca, el conocer cómo terminan muchos procesos patológicos que son degenerativos»...
Llamada confidencial
El acceso de los médicos al programa es voluntario. «Normalmente llaman ellos mismo, aunque hay veces que es un familiar o un compañero el que le induce a llamar». Tras marcar el 646581200, no tienen porqué dar ni su nombre.
La mayoría de médicos que han sido tratados en el Paime problemas mentales o adicciones son hombres. «Por cada dos varones, atendemos a una mujer, a pesar de que hoy en día la profesión es más femenina». Tienen entre 36 y 50 años (un 50%), seguido de los mayores de 50 (el 39%). De menos de 36 años (el 1%) hay muy pocos casos.
No obstante, con fines preventivo, el programa ha empezado a trabajar con ellos. «Hemos comenzado unos talleres de sensibilización a los tutores de los médicos residentes (MIR) porque se ha visto en los estudios realizados que muchas patologías psiquiátricas que están larvadas se empiezan a manifestar cuando comienza la residencia. Es una época muy sensible en la que hay que prevenir», asegura Alayo.
Todavía se calcula que un 4% de médicos no dispone de historial médico abierto. «En casa de herrero cuchillo de palo».
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