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TERESA FLAÑO
Martes, 13 de septiembre 2011, 10:03
«Durante más de treinta años, cuando Federico Fellini se despertaba dibujaba con colores y también plasmaba con palabras sus sueños. Algunos de ellos los llevó al cine». Así explicaba ayer Paolo Fabbri, director de la Fondazione Federico Fellini de Rimini, cómo muchas de las imágenes que plagaron el cine del director italiano surgían de otras que había soñado o simplemente imaginado. Y las claves de ese singular mundo felliniano se encuentran ahora expuestas en el Museo San Telmo a través de una muestra que reúne una iconografía diversa, con más de cuatrocientas piezas, entre fotografías, dibujos, revistas, cómics, carteles, entrevistas y extractos de filmes, algunos de ellos inéditos hasta ahora.
'Federico Fellini. El circo de las ilusiones' tiene un doble objetivo: desvelar los mecanismos de la creación del realizador nacido en Rimini (Italia) y mostrar su cine a partir de una nueva mirada. De esta forma, la exposición se convierte en un amplio retrato del siglo XX, el siglo del cine, pero también el de la prensa, la televisión, la publicidad...
La exposición, comisariada por Sam Sourdzé, que antes ha pasado por Madrid, Barcelona y Palma de Mallorca, está producida por la Obra Social Caixa Forum, en colaboración con la Fondation Fellini pour le cinéma (Sion), la Fondazione Federico Fellini de Rimini y la Cineteca de Bologna y se podrá ver en San Telmo hasta el 13 de noviembre. «Las exposiciones son como composiciones musicales. El libreto siempre es el mismo, pero se interpreta de forma distinta. Por eso la de San Telmo no es una repetición de otras, sino es original. Además está en un espacio que me ha encantado. Es más adecuado que otros a los que se ha llevado», indicó Fabbri. Con esta muestra, el museo se suma a la frenética actividad cinematográfica que reinará en San Sebastián a partir del viernes con la inauguración del Festival de Cine
Traicionar su voluntad
Gerald Morin, ayudante de dirección del director en los años 70 y actual presidente de la Foundation Federico Fellini pour le Cinéma, recordaba que «a Fellini no le gustaba guardar las cosas. Nada. Ni fotos, ni películas. Solo quería verlas. En cierta manera estamos traicionando su voluntad». También explicó que «el cine de Fellini, a pesar de lo que pueda parecer, es muy realista, porque lo que de verdad le interesaba era la realidad, aunque luego la transformaba a través de su imaginación. Su cine es su propia realidad».
Además comentó que «lo que más le interesaba eran las personas, se dedicó primero a la caricatura y luego al cine porque le gustaba conocer gente. Estaba muy cómodo preparando las películas y rodándolas por ese mismo motivo, estar rodeado de gente nueva. Si hubiera sido por él, hubiera empleado veinte años en hacer una película. Luego, estar en la mesa de montaje ya no le producía tanta satisfacción. En realizar 'Amarcord' empleó 27 semanas y en 'Casanova' 26. El doblaje de sus personajes también le interesaba mucho, una vez más por la misma razón, conocer a otras personas».
Juan José Muguruza, director ejecutivo del área financiera de la zona norte de La Caixa, explicó que «'Federico Fellini. El circo de las ilusiones' trata sobre la creación del mito felliniano, lo analiza, busca comprenderlo y mostrarlo. La exposición reúne una iconografía dispersa y compone así un corpus con numerosas fotografías, dibujos y filmes. Para evitar un enfoque excesivamente biográfico, la muestra se aparta de los datos estrictamente cronológicos y presenta a Fellini a través de sus obsesiones. Se centra en las imágenes que le inspiraron, las que soñó y las que construyó y, de esta forma, se establece un diálogo entre las imágenes fijas y las animadas».
Por su parte Lluís Reverter, responsable de la Obra Social de La Caixa, apuntó que «es una exposición para verla con calma, muy visual y que nos acerca a uno de los personajes más históricos del cine».
Cómic, circo, religión
Cuando el espectador entra en la gran sala del edificio nuevo del museo se sumerge de inmediato en el mundo de Fellini. Se analizan sus obsesiones y cómo las reflejó en sus películas: desde el mundo del cómic hasta el circo, pasando por su visión de la religión, el poder o los medios de comunicación porque «se inspiraba en lo que le rodeaba y en el amplio repertorio de sus recuerdos, reales o inventados».
Su fascinación por las tiras cómicas, y más en concreto por el personaje Madrake, un mago de variedades, es evidente en la exposición. En esta primera zona dedicada a la cultura popular que tantas veces recreó no faltan las referencia a la comida o a la música. A través de fotografías se refleja su pasión por la vida nocturna.
Dentro de recorrido felliniano es imposible no encontrarse con el circo. En películas como 'Luces de variedades' y 'Los clowns' recreó ese ambiente de ilusionismo. Él mismo señalaba que «este tipo de espectáculo basado en el encanto y el asombro, la fantasía, la bufonada, la fábula y la ausencia de significado intelectual es precisamente el espectáculo que va conmigo».
Y siguiendo con la cultura popular, Morin explicó que «los medios de comunicación -prensa, televisión y publicidad- eran una constante en su cine y era capaz de convertir imágenes que salían en prensa en iconos. Un ejemplo claro es la secuencia de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi. La actriz hizo un reportaje fotográfico que contenía ese momento y que salió publicado en una revista. Fellini lo vio y decidió copiarlo en 'La dolce vita'. En esa misma película aparece el personaje de Paparazzo».
Siguiendo el recorrido se muestran los procesos para dar forma al universo felliniano y se presta una especial atención a sus colaboradores como Nino Rota, que compuso la música de sus películas desde 'El jeque blanco' en 1952 a 'Ensayo de orquesta' de 1979, o los guionistas Tullio Pinelli, Ennio Flaiano o Tonino Guerra, porque el guión para el director italiano era «un estímulo para la imaginación», pero también dijo que «le tengo miedo. Es odiosamente indispensable. Necesito establecer esta camaradería estudiantil con mis colaboradores».
No se puede tratar la figura de Federico Fellini si hablar de sus obsesiones femeninas. La ninfomanía de la Saraghina de '8 ' recuerda a la de la Volpina de 'Amarcord', y los enormes pechos de la estanquera de esta película parecen los mismos que los de la campesina de 'La ciudad de las mujeres'. También aparecen las prostitutas, especialmente la interpretada por su mujer Giulietta Masina en 'Las noches de Cabiria'. Porque consideraba que «la prostituta es el contrapunto esencial a la madre italiana. No puede concebirse una sin la otra. De la misma forma que nuestra madre nos ha alimentado y vestido, la puta nos ha iniciado en la vida sexual».
Fellini siempre cuestionó la moralidad italiana y en parte su marcha de Rimini a Roma, ciudad de la que apenas se movía salvo para recoger algún premio en Los Angeles o en Cannes, fue «para huir de una familia burguesa que representaba en cierta forma la represión», indicó ayer Gerald Morin. Ese afán por remover a los más moralistas se ve reflejado en una serie de fotografías, también de 'La dolce vita' en las que un helicóptero lleva por los aires un gran Cristo.
Marcello Mastroiani, su actor fetiche, es una presencia constante en la exposición ya que trabajaron juntos en seis ocasiones.
El último espacio de la exposición se ha llamado 'La invención biográfica' porque en él se recorrenlos recuerdos infantiles, las fantasías y los sueños que aparecen constantemente en sus filmes. Hay que tener presente que tras '8 ', rodada en 1963 y que presenta a un director en crisis de inspiración, la obra el cineasta da un giro y el propio Fellini se convierte en uno de sus temas recurrentes.
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