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M. EZQUIAGA
Miércoles, 5 de octubre 2011, 04:34
Dice Rafael Moneo que no hay otra ciudad en el mundo que acoja, como ocurre en San Sebastián, «tres obras que han sido tan fundamentales para mí».
La iglesia de Riberas de Loiola, inaugurada en mayo, se suma al Edificio Urumea, construido entre 1969 y 1973, y el Kursaal, en 1999. ¿Habrá una cuarta?, preguntó alguien ayer al arquitecto en Rezola. «De momento terminemos los flecos de Iesu», respondió Moneo con una sonrisa.
A orillas del Urumea
El edificio Urumea fue creado por Moneo junto a los arquitectos guipuzcoanos Javier Marquet, Xabier Unzurrunzaga y Luis Zulaica en el solar donde se levantaba el viejo frontón Urumea, en la orilla del Urumea enfrentada al María Cristina.
«Para nosotros fue un primer reto porque suponía construir en plena trama urbana un edificio nuevo en contraste con lo ya existente», reveló Moneo. Esa obra destinada a viviendas, que se demoró entre 1969 y 1973, «marcó un primer e importante hito en mi trabajo».
Siguió el Kursaal, también en la desembocadura del Urumea, a sólo unas manzanas del anterior edificio. Es otra «obra fundamental» en la trayectoria de Moneo. Sus 'rocas varadas' ganaron el concurso de proyectos convocado en su día por el Ayuntamiento de San Sebastián.
Fue un largo proceso, con su punto de riesgo y la incomprensión de parte de la opinión pública, pero en poco tiempo logró los premios de arquitectura más importantes de España y Europa y el edificio fue asumido rápidamente por la ciudad.
Esos cubos tenían ciertas «referencias de Oteiza», según recordó ayer el propio Moneo, y esas referencias oteicianas se dejan ver también en la parroquia de Riberas de Loiola. «Los ecos de las 'cajas metafísicas' de Oteiza pueden notarse en las formas de la iglesia», dice el arquitecto, que también ve relación con la 'geometría irregular' de Eduardo Chillida en la cruz del tejado de la iglesia. Le escuchaba atentamente Luis Chillida, hijo del escultor desaparecido.
Rafael Moneo se siente «especialmente vinculado a San Sebastián» tanto por las tres obras mencionadas como por su amistad con algunas de las personas clave de la arquitectura guipuzcoana, como Luis Peña Ganchegui. Su hija, la también arquitecto Rocío Peña, estaba ayer en el museo con colegas como Iñaki Galarraga, Pedro Astigarraga, Aitzpea Lazkano o Carlos Abadías, arropando al maestro navarro.
Artistas vascos
La nueva parroquia, tal como recuerda Moneo, confiere también una especial importancia a la presencia de artistas vascos. El papel de Edorta Kortadi fue esencial en esa conexión del arquitecto con los creadores plásticos.
Y así, una virgen con niño de José Ramón Anda recibe al visitante en el acceso a la iglesia, un retablo de Javier Alkain preside el altar y obras de Prudencio Irazabal marcan algunos de los puntos esenciales del templo.
«Para nosotros es un honor contar con esta exposición», reafirma ba Antonio Nolasco, responsable del museo. El recorrido por la muestra ilustra sobre el proceso de creación de un edificio que el barrio ha asumido ya como propio e imprime el carácter de 'foro cívico' para esa zona de crecimiento de San Sebastián.
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