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TENDENCIAS

Tres relatos de reconciliación y una reflexión

JAVIER ELZO

Sábado, 8 de octubre 2011, 05:27

Dos desconocidos se sentaban cara a cara el 25 de mayo pasado. Uno era víctima del terrorismo cuyo padre fue asesinado por ETA en 1980. El otro, un preso con delitos de sangre que llegó a la conclusión de que la violencia no tiene sentido y se había apartado de ETA. El primero quería saber por qué la persona que tenía enfrente había sido un terrorista, por qué había matado (no a su padre) y cómo podía vivir con ello. El segundo quería, sobre todo, pedir perdón. (En El País 25/09/2011). El segundo relato lo tomo de la web Protestante Digital de 18/09/2011. ¿Es posible que un Guardia Civil pueda compartir mesa y conversación con familiares de presos de ETA? Según el pastor de la iglesia evangélica del barrio de Amara en Donosti, Jaime Ardiaca, sí es posible «con un poder mayor que el de las armas o el de la política». El poder de la reconciliación y perdón, el del amor y respeto mutuo que cada domingo comparten personas de distintos contextos, con algo que les une: su fe en Jesús.

El tercero proviene de El Diario Vasco del 4 de Noviembre de 2006. Dice así. «Pat Magee mató al padre de Jo Berry cuando en 1984 colocó una bomba durante la conferencia del partido conservador británico en un hotel de Brighton. Magee fue condenado a cadena perpetua en 1986 y liberado en 1999 gracias a los acuerdos de paz en Irlanda del Norte. Mientras tanto, Berry había iniciado un largo viaje para comprender por qué murió su padre. Ambos se vieron por primera vez en 2000 y pusieron en marcha la organización 'Construyendo puentes para la paz'.

La reflexión, la entresaco de un libro de lectura imprescindible, aunque a veces farragosa y repetitiva, del historiador inglés Gilles Macdonogh, «Después del Reich. Crimen y castigo en la posguerra alemana», editorial Galaxia Gutenberg, 2010. En la página 545-546, cita las reflexiones del libro de un judío, Victor Gollanz, 'The Ethics of Starvation', escrito en 1946. Dice esto: «Soy judío y a veces me preguntan por qué, en cuanto tal, me preocupo por el pueblo en cuyo nombre se han cometido contra mi raza infamias sin nombre (..) En mi opinión hay tres cosas evidentes. La primera es que nada puede salvar al mundo si no es un acto general de arrepentimiento, en lugar de la actual insistencia farisaica en la maldad de los demás, pues todos hemos pecado y seguimos pecando de la manera más horrible (se refiere al criminal comportamiento de los aliados con los alemanes, tras su derrota). La segunda es que lo que nos hace buenos es el buen trato y no el maltrato. Y la tercera que, a menos que tratemos bien a quienes nos han tratado mal, no llegaremos a ninguna parte, o, mas bien, esa actitud dará mayores brios al mal». Testimonio que, en mi opinión, vale la pena releerlo y meditarlo. ETA, un cáncer para Euskadi, afortunadamente no es el nazismo ni el stalinismo. Además, nunca hay dos situaciones iguales. Pero la historia es maestra de vida. Embridemos el corazón y reflexionemos con la cabeza. Nos va en ello el futuro.

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