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KEPA AULESTIA
Martes, 18 de octubre 2011, 05:05
Esto es lo que hay. El Estado democrático no puede derrotar más a ETA desde el momento en que ésta ha llegado a su noveno mes de «alto el fuego permanente, general y verificable» con evidentes muestras de desvanecimiento. La victoria sobre el terrorismo da paso, desde ese mismo momento, al triunfo de la izquierda abertzale en su apurado rescate de los cincuenta años de lucha. Los dirigentes de la extinta Batasuna llegaron justo a tiempo para percatarse de que la espiral a la que les condenaba la persistencia de la violencia etarra conducía al desastre y reaccionar en consecuencia. Es lo que explican en el documento titulado 'Concretando Zutik Euskal Herria', con el que se han dirigido a sus bases y en el que por supuesto no juzgan la violencia de ETA ni mencionan tales siglas más que para referirse, de pasada, una vez a sus «iniciativas» y otra a su «tregua». Hoy darán cuenta de su valoración de la 'Conferencia para la resolución del conflicto vasco'. Pero no hay que ser un adivino para saber que se mostrarán más que satisfechos.
La consigna del «ganamos todos», tan ocurrente y oportunista, solo podría hacerse realidad si de verdad no perdiese nadie. La escenificación de Aiete alivió ayer a mucha gente y entusiasmó a no pocas personas que añoraban un clímax así recordando Lizarra. Pero otros tantos ciudadanos vascos pudieron sentirse excluidos de la sociedad civil representada en los prolegómenos del encuentro, algunos sin duda vejados en su condición de víctimas de la «confrontación armada», y en conjunto colonizados por media docena de apresurados viajeros que suscribieron un texto absolutamente previsible recomendando cómo resolver un contencioso cuya naturaleza no pareció interesarles demasiado.
Estamos conminados al posibilismo. El mensaje que leyó Bertie Ahern invita, con sus omisiones, al olvido «para sanar las heridas personales y sociales». Es lo que puede generar mayor desazón entre quienes padecen directamente los efectos del terror. Posibilista es también el orden de los factores propuesto, puesto que si ETA se disolviese ya no habría lugar para la solicitud de «diálogo» que el exministro de Interior y de Defensa francés Pierre Joxe suscribió ayer entre la banda y el Gobierno de su país. Y, así, tampoco podría abrirse camino el viejo esquema de las 'dos mesas', la técnica y la política, que ha estado presente desde 1977. Algo que los 'facilitadores' podrían facilitar mejor que nadie. Porque nada puede resultar más efectivo que una mediación internacional recabada por una de las partes «en conflicto» y soportada por las demás para dejar en suspenso el papel de las instituciones y su representatividad. Del mismo modo que nada puede asegurar mejor el restablecimiento orgánico de ETA que la propuesta de colectivizar la reinserción de sus presos y así prolongar su disciplinado encuadramiento.
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