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FELIX IBARGUTXI
Miércoles, 19 de octubre 2011, 03:59
«El mito de Kixmi, que narra el final de los gentiles, y que fue recogido por Barandiaran, es un postizo. No tiene nada que ver con el original, que data de la época de los dólmenes. Ese relato de Kixmi tiene solo unos 400 años», dijo ayer el antropólogo Juan Inazio Hartsuaga al presentar su libro 'Mitología vasca comparada. El fin de los gentiles'.
Juan Ignacio Hartsuaga (Tolosa, 1957) publicó esta obra en euskera en la colección Gaiak en el año 2004. Consta de dos partes, una de ellas general -'Mitología vasca comparada'- y la otra, que consta de 100 páginas, sobre un mito muy extendido en el arco atlántico, el del fin de los gentiles.
Ese mito del fin de los gentiles, que según Har-tsuaga procede de la época de los dólmenes, por lo que tendría 6.000 años, «es la Biblia de la civilización dolménica del arco atlántico europeo». El mito nacería en la actual Bretaña y se expandería tan rápido por el Occidente europeo como se expandieron los dólmenes. «Llama la atención a qué velocidad se propaga el dolmenismo: en 300 años llega desde Bretaña a Portugal».
En el caso vasco, al contrario de otras versiones, el mito del fin de los gentiles menciona a Jesucristo. He aquí uno de los relatos -son en total una docena- recogidos por José Miguel Barandiaran, y que sitúa la acción en el monte Leizadi de Ataun:
«Dicen que viviendo los gentiles en una cueva de Leizai, apareció en el cielo una estrella de singular hermosura. Al verla, se asustaron los gentiles, y andaban inquiriendo lo que iba a acontecer en el mundo. En cierta ocasión sacaron del interior de su cueva a un anciano medio ciego, abriéronle los párpados con una pala de horno, lo pusieron mirando al cielo, pensando que él conocería qué significaba la estrella. En cuanto la vio, exclamó: '¡Ah, niños míos! ha nacido el Kixmi, ahora somos perdidos. Lanzadme por este precipicio'. Los gentiles llamaron Kixmi a Jesucristo, y dicen que Kixmi significa mono. Como lo dijo, precipitarónle por los peñascales abajo, y así murió el anciano gentil. Después, al empezar a difundirse el cristianismo por el mundo, los gentiles se desparramaron y se perdieron luego».
Hartsuaga cree que este relato «tiene aspecto de proceder de los sermones medievales, que solían estar basados en los animalarios. En esos animalarios, los animales simbolizaban virtudes y defectos, y en el caso del mono, es presentado como un animal ridículo, que quiere imitar al hombre y no lo consigue». Este mito vasco menciona la llegada del cristianismo, a diferencia de la antigua versión original.
El libro tiene en su portada una fotografía curiosa: un hombre con los párpados levantados y dados la vuelta. «Es una foto que hice hace bastantes años. Está ahí para llamar la atención, pero no de un modo gratuito, ya que en el mito de Kixmi se mencionan los párpados. Pero yo relaciono este aspecto con un dato de Escocia. Allí, todavía en el siglo XVII, había gente con poderes adivinatorios, y cuando eso ocurría se quedaban con los párpados erectos y la mirada fija».
En la otra parte del libro, Har-tsuaga compara la mitología vasca con la de otras zonas de Europa, con la conclusión de que «muchas claves de por qué somos lo que somos se saben estudiando la mitología».
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