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La cantante y su pianista, en Gazteszena. :: LOBO ALTUNA
Doméstica desnudez
CRÍTICA

Doméstica desnudez

JON MARTIJA

Domingo, 6 de noviembre 2011, 03:55

La segunda jornada del Kutxa kultur festibala se presentaba como la más íntima y delicada. Inicialmente programado en la sala Kutxa, el concierto finalmente se celebró en un Gasteszena que desplegó sus butacas, convirtiéndose en el marco idóneo para buscar la cercanía y complicidad entre artistas y público.

PLV Havoc volvía al escenario en el que actuó tres semanas antes dentro del festival Donostikluba, pero en este caso con su guitarra acústica como única arma. Dijo sentirse como en casa, y realmente se le vio cómodo. Sus canciones pierden sin la riqueza de arreglos de una banda, pero paradójicamente Havoc gana. Se impone la persona sobre el personaje. Interpretó varias canciones de su inminente nuevo álbum, Penny Lancaster, y estrenó dos nuevos temas cantados en castellano.

Cristina Rosenvinge siempre ha sabido acompañarse de grandes músicos, que han tratado de ocultar sus más que evidentes carencias vocales. Su nueva gira, en cuanto al acompañamiento, no es una excepción: en este caso son Raúl Fernández (Refree) a las guitarras y el piano y Aurora Aroca al chelo quienes arropan sutilmente a la cantante madrileña.

Dejando a un lado actitudes rockeras y decibelios distorsionados, haciendo de la carencia virtud, parece que Cristina ha encontrado el formato perfecto para ella. Sus pequeñas historias susurradas, ganan enteros en las distancias cortas. Era como si nos hubiera invitado a su casa, y se mostraba tal cual es, repasando toda su trayectoria con canciones como 1000 pedazos, Jorge y yo, o No lloro por ti por citar algunas. Se atrevió incluso con el Hallelujah de Cohen y no salió mal parada. La Rosenvinge, como la colonia, mejor cuanto más cerca.

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