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JAVIER GUILLENEA
Miércoles, 16 de noviembre 2011, 08:55
El ser que hace 49 millones de años dejó constancia de su paso por la tierra ha cambiado de morada. Ha abandonado su acantilado con vistas en el flysch de Zumaia para establecerse en el centro de interpretación Algorri de esta localidad, donde a partir de hoy reposará hasta que el paso de los siglos decida nuevos destinos.
Responde al nombre de 'Saerichnites Abruptus' y nadie conoce su aspecto. De él se sabe que era un animal de cuerpo blando, por lo que no ha legado ningún resto para la posteridad. Lo que sí dejó fueron las huellas de su existencia submarina en la época del Eoceno.
'Saerichnites' vivió y murió en un fondo marino que con el tiempo emergió a la superficie hasta formar la gran enciclopedia del pasado que constituye el flysch. Su rastro fue documentado por primera vez hace siete años por los geólogos Asier Hilario, director científico del biotopo Deba-Zumaia, y Juan Carlos Gutiérrez Marco, del instituto de Geociencias del CSIC. Desde entonces ha permanecido en su lugar de siempre, en el extremo noroeste de la playa de Izturun, aunque el riesgo de que un desprendimiento acabara con su existencia ha llevado a los científicos a rescatar la que está considerada como la huella de 'Saerichnites Abruptus' más completa, mejor conservada y más grande documentada hasta ahora en el mundo.
En términos científicos a este tipo de rastros -las huellas de un ser vivo y no su esqueleto fosilizado- se les conoce como icnofósiles, cuya abundante presencia en el flysch es uno de los grandes tesoros del biotopo. La huella rescatada mide 1,5 metros de longitud y 3 centímetros de ancho, con unas protuberancias alternas (como si fueran pequeños botones) de hasta 1,7 centímetros de diámetro. A simple vista podría pasar por el tentáculo de un pulpo. Pero ni lo es ni se sabe cómo se las ingeniaba aquel ser para documentar su paso a base de protuberancias.
Hay dos teorías. Una de ellas sostiene que 'Saerichnites', como buen gusano que era, se enterraba en el sedimento marino y a medida que avanzaba excavaba un conducto espiral. Pero la explicación más aceptada sugiere que el ser, o lo que sea que fue en su día, introducía cada pocos centímetros un apéndice en la tierra para sondear su entorno en busca de comida.
El rescate no ha sido sencillo. El icnofósil se encontraba en la base de un acantilado y estaba afectado por una fractura que amenazaba con derrumbar la zona debido al embate de las olas. Ante el deterioro de la fractura, en los últimos meses se optó por extraer la muestra para garantizar su conservación, decisión que desazonó a Asier Hilario. «Me dolía porque le estaba quitando al flysch uno de sus tesoros más espectaculares, pero pensé que si algún día descubría que se había caído y se lo había llevado el mar no me lo perdonaría».
Riesgo de desprendimientos
Los trabajos se llevaron a cabo el pasado día 2 ante el riesgo constante de que toneladas de roca cayeran sobre las cabezas de los rescatadores. «El momento clave fue pegar el martillazo para desprender el bloque porque no sabíamos si iba a aguantar todo», recuerda Asier Hilario.
En la operación, organizada por la Dirección de Montes de la Diputación de Gipuzkoa, intervinieron ocho personas que se vieron obligadas a trabajar a contrarreloj durante tres horas en el intervalo de bajamar, único momento en el que el segmento del acantilado es accesible desde tierra. Para prevenir accidentes se instaló un andamiaje metálico y se sujetaron todas las rocas que rodeaban al icnofósil.
Finalmente, y 49 millones de años después, el rastro de Saerichnites volvió a moverse. «Salió en cinco piezas, que eran las mínimas que podían salir ya que esas eran las fracturas que se habían localizado», explica el director científico del biotopo.
Los fragmentos con la huella fosilizada pesan más de 200 kilos y están siendo montados en una vitrina que en adelante se podrá visitar en el centro Algorri de Zumaia. La presentación en sociedad del 'Saerichnites Abruptus' se llevará a cabo hoy las 19.00 horas, en un acto en el que Juan Carlos Gutiérrez Marco dará una charla sobre la importancia de los icnofósiles, la información que se puede obtener de ellos y los secretos que guarda el flysch.
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