![Reconstruir la convivencia](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/pre2017/multimedia/prensa/noticias/201111/20/fotos/13639271.jpg)
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MARIO GARCÍA , DV. SAN SEBASTIÁN
Martes, 22 de noviembre 2011, 17:24
La reconstrucción de la convivencia tras el anuncio del fin de la violencia de ETA es un objetivo que requiere de la implicación de toda la sociedad y que necesitará de un tiempo para que pueda asentarse. En este empeño de normalización, el diálogo, el uso de las palabras y los silencios adecuados, el papel de las víctimas, la intervención de la Justicia y el discurso y la actitud de quienes no han rechazado explícitamente la violencia serán claves políticas del nuevo tiempo. De todo ello hablan a continuación los cuatro participantes de este debate. Una demanda extendida ¿Reconciliación es normalización? -Reconstruir la convivencia en Euskadi es una demanda a la que se alude reiteradamente tras el anuncio de ETA. ¿Es posible la reconciliación? ¿Hasta qué punto se ha destruido la convivencia? ¿Qué es lo que hemos tenido hasta ahora? -Jesus Mari Mujika. Es totalmente necesario reconstruir la convivencia en Euskadi. Toda aceptación de la violencia genera una degradación moral. Esa degradación moral se ha dado en nuestro país sin ningún género de dudas y no se soluciona ni con una declaración de paz ni con una declaración del fin de la violencia. Llevamos más de cuarenta años desde los primeros muertos de ETA en los cuales la violencia políticamente justificada ha estado presente siempre aquí. Eso ha creado un problema del cual nos va a costar salir y exigirá un esfuerzo por parte de todos. -Teresa Díaz Bada. No estoy de acuerdo con el término 'reconciliación'. Lo que aquí tiene que primar por encima de todo es una normalización. Si aceptamos el término 'reconciliación' presupone que aquí ha habido dos bandos enfrentados. Y no es así. Lo que aquí tenemos que conseguir es una normalización que a mi modo de ver pasa por que los asesinos dejen de matar, de extorsionar, asuman el juego democrático que venimos jugando todos desde hace cincuenta años y a partir de ahí normalizar la convivencia, que es fundamentalmente recuperar las libertades para la gran mayoría de ciudadanos de este país. -Enrique Echeburúa. Es evidente que ha habido una destrucción de la convivencia. Así lo acreditan los más de 800 asesinatos, 3.000 heridos, 60 secuestros, personas que han tenido que salir y el hecho de la existencia de más de 700 presos. Paradójicamente, esta sociedad, que alberga unos estándares de nivel de vida altos, ha observado una degradación de la convivencia: se ha mirado mucho a otra parte. En el mejor de los casos, creo que ha habido un embotamiento de la sensibilidad, y en el peor, una degradación de la conciencia moral. Pero, ¿hay que aspirar a la reconciliación? Es evidente, como dice Teresa, que las víctimas no tienen que reconciliarse con los verdugos porque ellas no han roto ningún tipo de relación. ¿Quiere esto decir que el término reconciliación no tiene sentido? Sí lo tiene. Tiene que haber una reconciliación, por ejemplo, entre nacionalistas y no nacionalistas o, en el mismo seno del nacionalismo. O entre familias enfrentadas por el desgarro que ha producido el terrorismo. -Eduardo Ruiz Vieytez. Claro, es que existe una enorme asimetría en este país, profundas diferencias entre unos sectores de la sociedad y otros. Hay un gran sector de la sociedad que ha podido ver con más o menos disgusto la utilización de la violencia, pero, bueno, en su vida cotidiana está preocupado por otras cosas, por su hipoteca, por sus vacaciones, etc. Esto me parece uno de los dramas de nuestra sociedad. La diferencia es enorme en comparación con otros conflictos, Irlanda del Norte o Bosnia. Por una parte, las adscripciones identitarias allí vienen dadas desde la cuna. Cosa que aquí no pasa. El padre puede ser del PP y el hijo de Batasuna o viceversa. Esto puede ser una gran ventaja para la normalización social, quizás no tanto una reconciliación política, pero por otra parte lo que ha provocado es que tengamos una sociedad a muchas velocidades. Es decir, que hay gente dispuesta a dar cosas por conseguir un nuevo escenario, y hay gente que no está dispuesta a dar absolutamente nada porque al fin y al cabo era un asunto que ni les iba ni les venía. Es verdad que se ha producido una erosión moral en determinados sectores de la sociedad y, por otra parte, comparto la distinción entre normalización social y reconciliación, más política en realidad y más compleja. -Mujika. Yo sí estoy de acuerdo en que la reconciliación social es un terreno perfectamente adecuado. Cuando hablamos de las víctimas, la mayoría de la sociedad ha mantenido un silencio indiferente; otra mucha gente, un silencio de rechazo. Y ahora hay que empezar a hablar. Pero para hablar con todos hay que tener mucho cuidado y hay que utilizar responsablemente la palabra y los silencios. Aquí ha habido mucho silencio indiferente y de rechazo, pero muy poco silencio del respeto. -Díaz Bada. Estoy de acuerdo, Enrique, en que el clima de violencia, de amenaza, de temor, etc. ha calado socialmente, y que una gran parte de la sociedad durante muchos años ha sido indiferente. -Echeburúa. La desaparición del terrorismo va a contribuir a la normalización en el sentido de que no haya personas que por defender sus ideas, o por su profesión, vean limitados sus derechos. En eso creo que vamos a avanzar rápidamente. Lo que creo que va a costar más es desterrar ciertos aprendizajes que se han producido en estos años de prepotencia, intolerancia e incluso en muchos casos de matonismo. Hay personas que han llegado a pensar, sobre todo en entornos de convivencia pequeños, que hay una forma de ser vasco y ésa es la única existente. Va a costar tiempo que se incorporen a la democracia personas que han hecho de la intolerancia un estilo de vida. -Ruiz Vieytez. Sobre el tema del silencio indiferente, que comentaba Jesus Mari, a mí me parece que existe el riesgo de llegar a una cierta culpabilización social, y yo de alguna manera quisiera rescatar la posición del ciudadano medio, anónimo, que no simpatizaba con ello, pero que no sabía exactamente qué tenía que hacer. Las condiciones Reparación del dolor, Justicia y diálogo -¿Cuáles son las condiciones imprescindibles para la reconciliación, o normalización, que hagan posible la construcción de la convivencia? -Mujika. En la pacificación participa toda la sociedad y no exclusivamente los políticos. Primero, actitud positiva, interés en la pacificación y deseo en conseguir esa convivencia. Segundo, esclarecer la verdad con sinceridad y también con prudencia. Tercero, reconocimiento y reparación posible del dolor causado. Reconocer a una víctima para mí es aceptar que no ha sido algo inevitable, que no ha sido algo necesario y que ha sido un dolor injustamente provocado. Cuarto, es el momento del diálogo. Dialogar con todos sin excepción. Y para eso hay que superar los silencios. Hay que recuperar el silencio del respeto. Quinto, usar en la medida de lo posible palabras que nos acerquen a los demás. Eso es muy duro, lo más difícil, y es lo que más tiene que costar a las personas que han sufrido. Sexto, prudencia. No exigir dimensiones humanas que van más allá de lo que se puede imponer a una persona. Ahí viene lo del arrepentimiento y el perdón. Yo naturalmente puedo exigir a cualquier victimario que no vuelva a hacerlo nunca más, que esté dispuesto a reconocer lo que ha hecho y a repararlo en lo posible. Pero el perdón individual es un ideal ético. Además, si se exige el perdón individual a una persona, podría suceder que no se pueda exigir a ésta que perdone. Séptimo, utilizar lo menos posible las palabras que no ayudan. Por ejemplo: vencedores y vencidos. El vencido ha sido la violencia y el vencedor, el Derecho, la Justicia. Octavo, no arrogarse el protagonismo de decir nosotros hemos traído la paz o nosotros vamos a traer la paz. -Díaz Bada. Condiciones para la normalización, que no reconciliación. Que los asesinos disuelvan su organización terrorista; que entreguen las armas y que se pongan a disposición de la Justicia, colaborando con ésta. Que los cómplices políticos asuman y respeten el sistema democrático de convivencia. Que la sociedad vasca, en general, asuma su responsabilidad en la victimización secundaria que se ha producido por su connivencia y su silencio cómplice, y por su falta de empatía y de compasión hacia las víctimas. -Echeburúa. Por parte de ETA, la disolución y la entrega de las armas. Por parte de los presos, es fundamental un reconocimiento del daño causado, un compromiso activo con la no violencia y la implicación en conductas de reparación. El tema del perdón me parece más secundario, es algo opcio nal porque implica una situación muy personal y muy íntima y es algo que se tiene que llevar a cabo con discreción. Por parte de la Justicia, es importante que se restablezca el imperio de la ley. Las normas deben cumplirse. Otra cosa es que la Justicia luego pueda aplicarse a los presos con el máximo nivel de flexibilidad acorde con los nuevos tiempos y con las actuaciones individuales de cada cual. No se deben adoptar normas colectivas, como la amnistía, pero sí medidas como el tercer grado, libertades condicionales, acercamiento al entorno familiar, etc. -Ruiz Vieytez. Insistiría en un reconocimiento del dolor causado que se pueda ver de alguna manera resarcido, o por lo menos explicitado, y en paralelo a esto, una progresiva humanización de ciertas políticas que por un lado se orientan a la reparación de las víctimas, intentando que sea lo más amplio y plural posible, y por otro lado, en relación a la política penitenciaria, yo creo que el ordenamiento jurídico, tal cual está, ofrece instrumentos variados que, aplicados de una forma flexible, razonable o inteligente, puede dar bastante juego. Y todo ello se tiene que hacer de una manera bastante discreta, no en el sentido de oculto, pero sin una publicidad social ni mediática, que en determinados temas muy sensibles puede molestar más que ayudar. El trayecto Reconocimiento del daño y pluralismo político -¿Cómo debe ser el trayecto? ¿Quiénes deben participar y de qué manera? ¿Creen que hay un camino que tiene que recorrer la izquierda abertzale consigo misma y luego otro por parte del conjunto de la sociedad? -Mujika. ¿Quiénes deben participar? Todos. No hay que hacer distinciones. A las víctimas no tenemos derecho a exigirles nada. Tenemos que estar dispuestos a escucharlas, a respetarlas, y a protegerlas. La sociedad les debe la posibilidad de que den testimonio directo de lo que les ha ocurrido, pero hay que pedirles que hagan una narración prepolítica y universalmente aceptable y ayudarles a que no queden prisioneras del pasado. También les pediría que no se dejen utilizar y que no se arroguen las competencias que no tienen, ya que no son dirigentes políticos. Respecto a la Izquierda Abertzale, la tradicional, creo que sí tiene cierta responsabilidad especial en este momento. ¿Qué ha de hacer? A mi juicio, dejar claro que no se deben mezclar nunca más conflicto político y violencia. Segundo: actitud firme, valiente y humilde. Humilde quiere decir que descarte cualquier apelación a la épica. Este país no necesita héroes, sino líderes positivos. Además, utilización de un lenguaje adecuado y formación de la gente en el rechazo total de un vocabulario arrogante. Respecto a los partidos políticos e instituciones, les pido que renuncien a dos cosas: a presentarse como los únicos protagonistas y a evitar la tentación de utilizar el terrorismo y hasta el dolor de las víctimas como comodín para una política de bajos vuelos. A las instituciones, estudiar seriamente las medidas más convenientes para esta pacificación, sabiendo que el objetivo es hacer Justicia. ¿Y qué pediría a la sociedad civil? Que sea el actor fundamental en la vida diaria. -Díaz Bada. Los únicos que tienen que recorrer algo, fundamentalmente el camino hacia la democracia y la civilidad, son los terroristas, los cómplices políticos de éstos y quienes todavía quieren ligar el fin definitivo de ETA a la solución de un presunto 'conflicto vasco'. Un 'conflicto' que solamente se ve como tal por una parte de los ciudadanos y que, en cualquier caso, habrá de dirimirse en el Parlamento y en las urnas. -Echeburúa. En relación a la Izquierda Abertzale, el reconocimiento del daño es importante en ellos en la medida en que en cierto modo han justificado el asesinato de los oponentes o han considerado enemigos del pueblo a personas que no participaban de su mismo ideario. Y hay algo que me preocupa. Los asesinatos han terminado, como la extorsión económica y la kale borroka&hellip Pero todavía pueden quedar en muchos sectores, sobre todo en pueblos pequeños, ciertas actitudes o comportamientos de prepotencia, de intolerancia, de exclusión o de chulería respecto a quienes no comulgan con sus ideas. Creo que ahí la izquierda abertzale debe desempeñar una labor pedagógica de recuperación para la democracia de personas que no han tenido comportamientos democráticos hasta ahora. En relación a las víctimas, ellas tienen un deber de memoria. La memoria de las víctimas debe convertirse en una exigencia permanente de deslegitimación de la violencia ante un futuro. Hemos de tener cuidado de no victimizarlas secundariamente. Pero también hay que marcarles un criterio y una exigencia. No pueden ser un partido político bis. Es importante también interiorizar que hay un pluralismo político innerente a esta sociedad. Es decir, que ser vasco no equivale a ser nacionalista. Nacionalista es una forma de ser vasco. También tenemos que acostumbrarnos a no escandalizarnos con que pueda haber un cambio en las normas, y tanto el Estatuto de Gernika o la Constitución se pueden modificar. -Ruiz Vieytez. En un país tan asimétrico es muy difícil encontrar patrones simples. Todo eso influye a la hora de reconfigurar los espacios porque en unos sitios hay mucho que reconfigurar y en otros apenas hay nada. El hecho de que el mapa electoral se vaya a vertebrar en cuatro espacios estaba claro de que antes o después iba a suceder y que en el espacio que ocupa la izquierda abertzale tradicional también existan otras fuerzas políticas yo creo que ayuda a que se pueda ir avanzando con relativa rapidez. Y respecto al resto de la sociedad, más que la necesidad de normalizar los discursos políticos diferenciados, yo diría que además los contrapuestos que conviven en este país. Además, creo que sale del País Vasco esta necesidad y atañe prácticamente toda España. Es necesario el cultivo de una cierta empatía, que yo creo que hoy por hoy en España, en general, está muy reducida. El relato ¿Convivencia justa sin el recuerdo? -¿Es posible hacer una convivencia justa sin el recuerdo de lo que ha pasado y del daño causado. ¿Cuánto tiempo ha de pasar para alcanzar la deseada situación de convivencia democrática? ¿Dos generaciones, por ejemplo? -Mujika. Es posible hacer una convivencia justa, pero no sin el recuerdo de lo que ha pasado y del daño causado. El reconocimiento y un intento absolutamente serio de reparar en lo posible el mal hecho es fundamental para que haya pacificación. Pero, ¿en cuánto tiempo? La pacificación total, la convivencia perfecta no existirá nunca, pero avances importantes hay que verlos mucho antes de dos generaciones, y el hecho de cómo empecemos ahora, qué vocabulario utilicemos, qué capacidad de autocrítica tengamos, eso se tiene que empezar a vislumbrar ya en los tres, cuatro, cinco meses primeros. Y luego los pasos más importantes para poder considerarnos que pertenecemos ya a una sociedad democrática y adulta que sabe convivir con todos los problemas que se le puedan presentar eso tenemos que conseguirlo en tres o cuatro años. -Díaz Bada. Jamás podrá ser posible la normalización democrática de la sociedad vasca sin que se imponga un relato claro de lo sucedido. Relato que ha de ser liderado, aunque no en exclusividad, por las víctimas del terrorismo, como garantes de una paz justa. Respecto al tiempo, la normalización democrática tardará en llegar al País Vasco lo que tarden los terroristas y sus cómplices en asumir los fundamentos esenciales de nuestro sistema democrático de convivencia. Es necesario que el relato de lo padecido en el País Vasco se transmita en los centros de enseñanza, a través de las víctimas, pero no solo a través de ellas, para frenar dentro de lo posible la transmisión familiar y social de los comportamientos integristas, fanáticos y totalitarios. -Echeburúa. Hemos vivido una época de horror y ahora estamos ante una expectativa de ilusión, de que por primera vez nos encontremos ante un futuro en que, hasta donde podemos preverlo, no nos vamos a encontrar ni con una guerra ni con una situación de terrorismo. Y la sociedad, a pesar de todo el daño, tiene mecanismos adaptativos como para poder mirar al futuro con optimismo. ¿Cuánto tiempo? Teniendo estos mimbres de la sociedad vasca, que son muy positivos podemos hacer un cesto en un tiempo razonablemente rápido. -Ruiz Vieytez. Una convivencia justa sin el recuerdo no es posible; una convivencia sin el recuerdo, quizá sí. Pero el recuerdo no nos debe bloquear ni parar. En cuanto al tiempo&hellip yo espero que no mucho. Dos generaciones suena como demasiado. Dos o tres años, según para qué a mí me parece poco. Si la violencia desaparece definitivamente, en poco tiempo quedará atrás, como una fase superada.
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