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AMAIA CHICO
Viernes, 9 de diciembre 2011, 09:04
Desde su puesto de control a las actuaciones de la Administración y de promoción del respeto a los derechos humanos, el Ararteko alienta el avance en el nuevo ciclo sin ETA, donde ve prioritaria la atención a víctimas de toda vulneración y la interpretación «lo más favorable posible» de la ley penitenciaria a los presos. Iñigo Lamarca también reclama un «reconocimiento del daño» por parte de sus causantes y quienes lo justificaron y apunta que «me importa más que sea sincero» a que sea inmediato.
- Estamos dando los primeros pasos del tiempo sin violencia. ¿Cuáles son las prioridades?
- Hay más de una. Hay que seguir trabajando en la atención a las víctimas conforme a la ley 4/2008 aprobada por la unanimidad del Parlamento Vasco, en la que se reconocen los derechos a la verdad, memoria, justicia, reparación y participación de las víctimas de todos los grupos terroristas. Además, ha habido víctimas de vulneraciones de derechos humanos, que el Parlamento ha reconocido también por unanimidad, en un contexto de motivación política: abusos policiales, muertos y heridos en controles, manifestaciones, torturas. Aquí también se tiene que seguir trabajando. Entiendo además que se deberían dar pasos en relación a los presos de ETA, simplemente aplicando una interpretación lo más favorable posible de la legislación penitenciaria. Y queda también, y no es menos importante, reconstruir el tejido moral de la sociedad vasca y poner las bases para una convivencia basada en la ética del respeto a los derechos humanos.
- Sobre la tercera prioridad, la referida a los presos. ¿Cree que urge más que otras cuestiones, como defienden algunos partidos?
- El Ararteko siempre ha defendido los derechos humanos y la aplicación más favorable posible del ordenamiento jurídico. Con respecto a los presos de ETA, en tanto en cuanto es un grupo terrorista, nadie niega que ha habido una política penitenciaria ligada a la antiterrorista. Pero el Código Civil interpreta, como principio, que las normas deben ser aplicadas conforme a la realidad social de cada tiempo. Y es innegable que estamos en uno nuevo, en el que la actividad de ETA ha cesado. Y en ese nuevo escenario se han de dar pasos para que el recorrido hacia la disolución definitiva de ETA sea lo más corto posible. Así las cosas, sí es importante y prioritario que la política penitenciaria sea estudiada conforme a las nuevas circunstancias.
- Estamos hablando siempre dentro de los marcos establecidos, ¿no? ¿Se plantearía una amnistía, como han reclamado desde la izquierda abertzale ante la oposición rotunda del Gobierno?
- De entrada, aplicando la legislación vigente del modo más favorable posible, hay medidas de ejecución inmediatas además del acercamiento: la excarcelación de enfermos, el tercer grado, la doctrina Parot, penas alternativas a la cárcel... Esta batería, si se aplica en un sentido lo más humanista y favorable posible a los derechos de las personas en prisión, podría suponer un cambio radical a su situación. A partir de ahí, cabrían otras medidas que la legislación contempla, como los indultos individuales. Pero el ordenamiento no contempla, aunque tampoco prohíbe, una amnistía. Eso son palabras mayores.
- ¿Pueden entran en conflicto los derechos de los presos con los de las víctimas?
- No. Han de ser perfectamente compatibles. Los derechos de las víctimas están reconocidos en una ley de gran calidad que tiene la virtud de estar aprobada por los entonces seis grupos de la Cámara. Y los derechos de las personas presas están recogidos en la legislación penitenciaria. Y la aplicación de las leyes en vigor debería tener como resultado que los derechos de todos ellos fueran absolutamente compatibles.
- En la teoría debe ser así, pero en la práctica se dan situaciones difícilmente asumibles. ¿Cómo se concilia eso? ¿Prevalece el derecho de uno sobre otro?
- No cabe hablar de prevalencias. Sí creo que se van a plantear, se han planteado ya, algunas cuestiones que desde el punto de vista ético y moral presentan serias dificultades. Corresponde a los poderes públicos hacer una labor que no va a ser en absoluto fácil pero que es totalmente necesaria para que estas complejidades tengan una respuesta adecuada. Pero quiero apelar también a la sociedad vasca, que debe asumir su responsabilidad y enfrentarse a estas cuestiones, que son espinosas, pero de cuya resolución depende la salud de la democracia.
- ¿Deben la izquierda abertzale y ETA reconocer el daño causado para avanzar también en esa convivencia?
- Además de las más de 800 personas asesinadas y cientos de heridos, también ha habido miles de personas dentro y fuera del País Vasco que han estado amenazadas por el simple hecho de pertenecer a un colectivo. Estamos hablando de miles de personas que han vivido una auténtica tortura psicológica, que han sentido el aliento de la muerte. Una situación absolutamente terrible que ha supuesto una vulneración gravísima de derechos humanos básicos. Por tanto los responsables directos de esta situación y las personas que la han justificado, alentado o exculpado deberían hacer un ejercicio de autocrítica y un reconocimiento del daño causado en los términos que resulten compatibles con una mínima reparación moral a las víctimas de la actividad terrorista.
- Hablando de esos términos tan discutidos. ¿Entiende los plazos que se toma la izquierda abertzale o cree que se hacen de rogar demasiado?
- Las cosas llevan su tiempo y creo que es bueno que esos reconocimientos, por parte de las personas que han tenido alguna responsabilidad en que ETA durara tanto o en otros grupos terroristas como el Batallón, los GAL o GAE, se hagan después de un proceso de reflexión y autocrítica. De esa manera, el resultado será un reconocimiento del daño causado realmente desde el convencimiento de que se han producido vulneraciones y que han sido absolutamente injustas. Yo casi le doy más importancia a que sean reconocimientos sinceros, fruto de una reflexión individual y colectiva, porque será la garantía de que alumbraremos un nuevo escenario basado en unas bases de convivencia sólidas.
- ¿Aún no ha llegado ese momento?
- Es evidente que estamos en un proceso de transición, lo deseable es que ese proceso culmine en el plazo más breve posible en la desaparición definitiva de ETA y el reconocimiento de la vulneración de derechos durante tantas décadas en Euskadi.
- Amaiur está en el Congreso, aunque el PP rechaza reunirse con ellos. ¿Ve necesaria una reconciliación institucional como paso previo a la social?
- Ésa es una cuestión que tiene una dimensión de política de partido, y yo no puedo pronunciarme sobre ello. Pero cabe constatar que desde el principio democrático de pluralismo político y ejercicio de voto, según dice la Constitución, las Cámaras son las que son, y en ellas tienen que dialogar les guste más o menos. Es una responsabilidad política.
- Faltan las sentencias definitivas de los casos Sortu y Bateragune pero se percibe ya cierta sensación de que se resolverán de forma favorable a los imputados. ¿Lo comparte?
- Cuando se presentó Sortu hicimos un estudio, con argumentación jurídica, y dijimos que Sortu debería ser legal. También sostuvimos que Bildu tenía que poder presentarse a las elecciones como avaló finalmente el Constitucional. Ahora entendemos que los argumentos que sirvieron al Constitucional para defender la presencia de Bildu en las instituciones, debería sustentar una sentencia favorable a la legalidad de Sortu.
- ¿Y en el caso de Bateragune, tiene algún posicionamiento?
- La sentencia condenatoria, a nuestro juicio, tiene una argumentación jurídica muy endeble. El ordenamiento jurídico ha de interpretarse conforme a la realidad social del momento y hoy en día, la inmensa mayoría de la opinión pública vasca, e incluso la española, no entiende que Otegi permanezca en la cárcel cuando es evidente que ha sido la persona que ha impulsado el proceso que condujo a que ese sector social -la izquierda abertzale- haya evolucionado y rechazado la violencia. No se entiende. Otegi y el resto de condenados deberían estar en libertad.
- En este nuevo tiempo, con el resultado que la izquierda abertzale ha obtenido en las últimas citas electorales, ¿cree necesario elegir un nuevo Parlamento Vasco antes de lo que marca el calendario?
- A eso no puedo responder. Es una cuestión netamente política.
- Se lo pregunto por esa falta de representación de una parte de la sociedad que denuncian algunos partidos. ¿Tiene algo que decir el Ararteko al respecto?
- No, no tengo nada que decir.
-¿Cree que el tiempo curará las heridas?
- Hay heridas que nunca se cierran, como la de una persona a la que le han matado a un ser querido. Y la sociedad vasca tendrá que aprender a convivir con ellas. Lo que es importante es que no sigan sangrando. Y que, aunque no se cierren, que al menos construyamos unas bases éticas lo suficientemente sólidas y omnicomprensivas para que las próximas generaciones convivan. Y cuando hablo de convivir hablo del sentido etimológico de la palabra: vivir juntos. Y eso significa que existan vías de comunicación y de trabajo en común. Es uno de los retos más importantes en un futuro próximo. Y para eso es preciso mantener muy vivo el recuerdo de todo lo que ha ocurrido. Porque es importante que todo pueblo mantenga viva la memoria de su historia, también de los episodios más oscuros, o justamente de ellos, para que en el futuro no se repitan.
- ¿Cómo se garantiza un relato fiel?
- Habrá tantos como personas que construyan esos relatos. En todo caso, hay que hacer el máximo esfuerzo para que tengamos unos elementos de denominador común basados en principios firmes de respeto a los derechos humanos. Yo soy relativamente optimista. Los hechos cantan, son recientes, y debemos enfrentarnos a todo ello con honestidad y rigor.
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