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Bien rodeada. María posa con algunos de los familiares que acudieron ayer a Gaztelu para celebrar el cumpleaños de la amona. :: BELAUNTZARAN
La amona de Gaztelu cumple 103 años
GAZTELU

La amona de Gaztelu cumple 103 años

Cuenta con una salud fuerte y una memoria envidiable, sale a pasear todos los días, pero «me falla un poco el oído», reconoce. María Albizu celebró su cumpleaños junto a sus hijos, nietos, bisnietos y vecinos

ELISA BELAUNTZARAN

Domingo, 15 de enero 2012, 04:36

Con su familia, como a ella le gusta, celebró ayer su cumpleaños María Albizu. Nada más y nada menos que 103 fueron los años que cumplió la 'abuela' de Gaztelu. Lo hizo rodeada de sus hijos Carmen, Santi, Patxi, Juani y Jesús, yernos, nueras, nietos y bisnietos que fueron llegando a lo largo de la mañana. «Tengo cinco hijos, tres chicos y dos chicas, y nueve nietos que ya me han dado once bisnietos», cuenta con orgullo. María goza de una buena salud y una mejor memoria. «A veces se me olvidan las cosas», comenta mientras el resto la mira pensando que con unas cuantas décadas menos andan como locos para recordar cualquier detalle. María guarda muchos recuerdos en su privilegiada cabeza y su animada conversación te invita a preguntarle cosas de actualidad, «porque controla mucho todos los temas de los famosos que tanto salen en la tele», comenta uno de sus hijos mientras el resto sonríe. La pelota es otra de sus pasiones. «Irujo es mi preferido», confiesa. Aunque María reconoce que lo que más le gusta ver es el programa «'Saber Vivir'. Lo veo todos los días porque aprendo muchas cosas buenas. Me gusta».

Tal vez así ha conocido la fórmula de la buena salud o de la dieta que le permite a sus ya más de cien años salir a pasear con su hija Carmen y su yerno Carmelo. Todos los días recorren una parte de Gaztelu. «Salimos a dar una vuelta y luego estoy en casa tranquilamente». El ejercicio físico y las cinco comidas diarias que realiza la abuela de Gaztelu son, al parecer, lo que le ha permitido gozar de una salud de hierro. «Todavía puedo levantarme sola y me manejo muy bien para hacer todas mis cosas», aunque asegura que «me falla un poco el oído. Tengo un poco de sordera». Tras confesar el mayor achaque atribuible a «la edad», María hace un perfecto repaso de lo que ha sido su vida en su querido pueblo.

«No vivíamos tan mal»

Según cuenta se casó hace ya casi 80 años con su marido Jesús Gustiz. Los dos jóvenes leaburuarras se instalaron en el caserío Erteka y allí criaron a sus cinco hijos. «Tuvimos que trabajar duro porque entonces no teníamos mucho. Tampoco pasamos hambre porque en el caserío no nos faltaban pollos, conejos, huevos, verdura o leche». Albizu recuerda cómo «mi hijo mayor, Santi iba con otros chavales del pueblo y algún adulto con tres yeguas de noche hasta Areso, en la zona de Navarra y traían harina para hacer el pan. Lo hacía yo misma». Santi tampoco olvida sus viajes a la cercana localidad navarra en la que «entrábamos a un caserío de noche y esperábamos hasta poder salir porque si te pillaba la Guardia Civil. Entonces conseguíamos las cosas de estraperlo. Recuerdo que traíamos sacos de harina y cada saco pesaba cien kilos. Pagábamos 1.100 pesetas por saco. ¿Te acuerdas ama?». Y María con un gesto afirmativo sonreía porque según reconoce, «no vivimos tan mal».

Después, relata María, «bajaba a la feria de Tolosa todos los sábados. Llenaba los sacos con lo que teníamos para vender e iba al mercado. Con el dinero que sacaba compraba lo que me hacía falta para pasar la semana». Su gran optimismo le ayudó, seguro, a sacar a su familia adelante junto a su ya fallecido marido, con quien María también trabajó en el bar del pueblo. «Teníamos una cocina económica y allí preparaba la comida para los hombres que trabajaban en el monte sacando leña o los obreros que estaban en la zona». Asegura que guarda un bonito recuerdo de aquellos años, aunque alguno se fuera sin pagar.

Ahora María, con sus 103 años, vive en la antigua escuela de Gaztelu, en uno de los pisos habilitados. «A las 80 años, me fui a vivir a casa de una hija en Donostia. La verdad es que estaba muy contenta allí también porque salía todos los días. Iba a una asociación de jubilados e hice muy buenos amigos, pero a mí me gusta estar en Gaztelu». Ahora su hija Carmen y su marido Carmelo están junto a ella haciéndole compañía. Asegura que «vivo muy bien en Gaztelu. Tengo a mis hijos que me visitan muy a menudo, me llaman todos los días y no me puedo quejar. Estoy muy bien cuidada y por eso he vivido tantos años».

María es coqueta y se preocupa de su peinado a la hora de sacar las fotos que inmortalizarán su 103 cumpleaños. «Hoy no tengo muy bien el pelo, no tan bien como antes al menos», comenta mientras las más jóvenes reconocen que pagarían por tener una piel con tan pocas arrugas, algo a lo que María no le da demasiada importancia. En realidad María no se queja de nada, una mujer «de las de antes». Su carácter afable hace que la convivencia con ella sea muy fácil, según asegura su hija Carmen.

Nadie escatimó ayer en halagos hacía María, que estuvo rodeada de sus seres más queridos. También quiso celebrar su cumpleaños junto a sus vecinos gazteluarras tomando un buen chocolate. Como a ella le gusta, porque María se considera una persona sencilla que disfruta de la buena conversación entre amigos y no le hace falta gran cosa para ser feliz. Y que dure.

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