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JAVIER PEÑALBA
Sábado, 28 de enero 2012, 11:21
El equipo de peritos forenses que realizó el informe sobre la salud mental de Edward Enrique Sanclemente, acusado del crimen de Yasmín Rodríguez, aseguró ayer que no padece ninguna patología psiquiátrica y que cuando cometió el delito «sabía lo que hacía y hacía lo que quería», señaló la doctora Carmen Baigorri. El equipo, compuesto por dos médicas y una psicóloga, se inclina también por pensar que el inculpado simula la amnesia que dice sufrir y que le llevó a afirmar que no recuerda nada de lo ocurrido la noche del suceso.
La quinta sesión del juicio por el asesinato de Yasmín Rodríguez, cometido la madrugada del 9 de mayo de 2009 en Irun, hizo que ayer comparecieran siete médicos forenses y una psicóloga judicial.
Carmen Baigorri, experta en psiquiatría, afirmó que del estudio sobre el procesado se concluye que no padece ninguna enfermedad mental y que la amnesia que asegura tener no responde a razón médica alguna. «No hay elementos que confirmen que el acusado estaba bajo los efectos de ningún tóxico. Su conducta la noche del suceso no estaba condicionada por el alcohol», dijo.
El acusado, en su declaración el martes ante el jurado, dijo que no recordaba nada de lo sucedido. Señaló que su mente está en blanco desde que pasadas las ocho de la tarde del día de autos empezó a beber whisky en casa, junto a una compañera del piso en el que residía en Irun. Indicó que tomó tres o cuatro vasos y que posteriormente no sabe lo que sucedió. Añadió también que lo siguiente que recordaba es que se hallaba detenido en una celda.
La médico forense explicó que la amnesia podría estar «orientada a obtener un beneficio», aunque tampoco descartó que fuera algo inconsciente. «Muchas veces, la mente se protege desprendiéndose de determinados recuerdos que no se aceptan», dijo.
Frío, celoso y maltratador
La psicóloga que asimismo examinó al procesado indicó, por su parte, que la pérdida de la memoria estaba «más cerca» de la simulación. En este sentido, reiteró que no había ninguna causa que la justificara y destacó las «incongruencias» en las que incurrió el procesado. «En esa laguna completa, una persona no se acuerda de nada. Sin embargo, el acusado emite mensajes contradictorios y afirma que la mató y que utilizó un cuchillo. Si no te acuerdas, no te acuerdas de nada».
Manifestó también que Edward Enrique no mostraba emociones de pena o afecto hacia la víctima o sus familiares. «Es una persona muy fría, con muy poca empatía. En la entrevista estaba centrado en sí mismo. Una de sus preocupaciones era la cárcel. No ofreció ninguna clase de sentimiento ni de emoción hacia la fallecida», explicó. Añadió igualmente que es un hombre inteligente y que «no tiene remordimientos de culpa. Para él, había hecho lo que tenía que hacer», dijo.
Afirmó de igual manera que del estudio psicológico realizado se desprenden indicadores de que se trata de un individuo celoso y precisó asimismo que presenta caracteres de una persona maltratadora.
A juicio de la psicóloga, hay «más elementos» para pensar que la agresión de la que fue objeto la víctima no fue producto de un arrebato, sino más bien el resultado de una acción planificada. Al respecto, señaló que el acusado había verbalizado sus amenazas de muerte una hora antes a la amiga de Yasmín y que luego efectuó un seguimiento sobre ella. Explicó, además, que en situaciones de arrebato se suelen producir más cuchilladas.
Causa de la muerte
En la sesión de ayer comparecieron también los médicos forenses que practicaron la autopsia. El doctor Luis Miguel Querejeta, jefe de Patología de la Dirección en Gipuzkoa del Instituto Vasco de Medicina Legal, señaló que en el momento de la agresión, Yasmín Rodríguez se hallaba en un plano inferior a la del agresor. El arma penetró doce centímetros en la base del cuello y seccionó, además de dos nervios, la arteria supraclavicular. La herida presentaba una trayectoria vertical, con una ligera inclinación de izquierda a derecha.
Los forenses aseguraron que carecen de elementos para concluir si la lesión que la víctima sufrió era mortal de necesidad. Indicaron que sería «temerario» pronunciarse sin disponer de información sobre la asistencia que recibió Yasmín desde que fue acuchillada hasta que ingresó en el hospital. «No tenemos ningún sistema para calcular a qué ritmo pierde la sangre una persona. Evidentemente una arteria principal, ya sea la femoral, la subclavia o la carótida, desangran rápidamente. Las secundarias, como en este caso, lo hacen a un ritmo menor», explicó el doctor Querejeta.
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