Borrar
Cuando la pintura se convierte en su piel
SAN SEBASTIÁN

Cuando la pintura se convierte en su piel

'Fery', séptima generación de payasos, recibe los aplausos estos días en Donostia con el circo Amar

ESTRELLA VALLEJO

Viernes, 3 de febrero 2012, 19:28

El reflejo de su propia imagen se difumina con la pintura. Un reflejo en el que existen dos caras, pero no necesariamente equiparables al Yin y al Yang. La pintura blanca se adentra en los poros de la piel de tal manera que resulta casi imposible pensar que el payaso que lleva dentro algún día desaparezca. Suele decirse que el payaso es aquel que ríe por fuera y llora por dentro, aunque más bien podría definirse como aquel que ríe siempre que puede y se entristece sólo cuando debe.

Fernando Santos Oliveira o 'Fery', como le conocen desde que nació, regresa a su roulotte y se viste con una camiseta blanca de tirantes y deja relucir un tatuaje que le ocupa la mitad superior del brazo. Estas semanas ha estado en Gipuzkoa con el Circo Amar. Primero en Irun y hasta el domingo en San Sebastián, después de alargar las funciones unos días por la buena respuesta del público.

Él es un hombre, como otro cualquiera, nacido en Barcelona por casualidad, «porque el circo estaba allí cuando nací. Mi hijo, por ejemplo, es holandés, mi hermano francés. Allí donde estaba el circo, allí nacíamos», añadía como si se tratase de la cosa más habitual del mundo.

Durante unos segundos, el silencio y la oscuridad se hacen dueños de la pista. Pero no tarda en llegar el instante que más melancolía y carcajada provoca en el circo. Los payasos salen a la pista. El mayor de los tres viste un traje de lentejuelas rojo, con medias blancas a juego de unos zapatos de mujer. Todo un poema. Su voz, grave y envolvente, se entremezcla con la música que él mismo ha compuesto, y despierta cierto encanto entre el público. Un baile con una muñeca, un tercer payaso que no para de interrumpir la función, bofetadas entre ellos. y los niños, que miran ensimismados, van entregando su inocente sonrisa. Entre aplausos y ovaciones, se despiden agitando los brazos y desaparecen de la pista. El traje de lentejuelas rojo se guarda hasta la siguiente función, junto a los zapatos. Poco más de tres minutos y un poco de aceite son suficientes para quitar la capa de maquillaje blanco de la cara.

'Fery', sentado en el interior de su caravana, en la que vive junto a su mujer y su hijo, también payaso, de 21 años, tiene sobre la mesa su móvil. Se ilumina y de fondo de pantalla aparece un retrato de su padre que él mismo dibujó hace unos años. 'Fery' pertenece a la séptima generación de payasos. «La dinastía de mi familia comenzó allá por el año 1700, cuando un antepasado mío servía de bufón para alguna Corte». Fruncía el ceño tratando de recordar. «Cuando mi padre era pequeño, él, mis tatarabuelos y abuelos solían ir de pueblo en pueblo mostrando sus funciones y los vecinos se acercaban a la plaza con sus sillas a disfrutar del número». Trabajaron mucho en Galicia y en el País Vasco, tanto que 'Fery', junto a su hermano, fueron bautizados por el vizcaíno padre Mendizábal, más conocido como «el cura del circo».

Mientras muchos niños apenas tienen uso de razón, 'Fery' con tan solo tres años debutó en Galicia. «Lo curioso era que, como yo tenía el pelo largo, mi madre me vestía de chica». Un espectáculo familiar que fue dando rienda suelta a su espíritu circense y con el que aprovechaba la mínima oportunidad para pintarse la cara, coger un saxofón de juguete y aportar su granito de arena al número de su padre.

Los trucos de magia y el trampolín elástico le fueron curtiendo sobre la pista, hasta que cumplió los 18 años y ese trampolín le ayudó a dar el salto definitivo. Comenzó de payaso actuando con sus hermanos y hoy es el día en el que, al igual que su padre hizo con él, comparte pista con su hijo. «Lleva actuando conmigo desde pequeño pero ha llegado el momento en el que quiero mostrarle el mundo, los mejores circos y programas, que vea el Festival de Montecarlo para que aprenda a competir, y una vez que ya pueda tirar sólo, me retiraré para hacer un espectáculo infantil». Se ríe, pero no bromea demasiado, al afirmar que los payasos «nos jubilamos a los 95 años».

El secreto de Tonetti

A pesar de llevarlo en la sangre, su carrera también tuvo un punto de inflexión. Durante cuatro años se alejó de la lona. Trató de sacar adelante varios espectáculos, «pero a mí lo que me tira es esto, así que le dije a mi hijo, ¡a pintarnos la cara de nuevo!».

Prácticamente recién llegado de Portugal, del Circo Víctor Hugo Cardinali, comienza ahora una nueva andadura con el Circo Amar. Contratos anuales y, en función de las circunstancias, prorrogables, lo que al mayor de los Payasos Rivelinos no le asusta en absoluto. «No soy de los que hacen las cosas por hacer, todo está estudiado y tiene que salir perfecto. Pocas veces se habrán visto payasos tan rápidos. Confío en que mi número gusta y con esa mentalidad y esfuerzo, normalmente los circos te contratan». Aunque para eso, insiste, un payaso debe considerar la pista como un «lugar sagrado. He salido a actuar estando cojo y no consiento que durante el número se note algo que no se tenga que notar». Y es por ello, que tiene muy presente aquello que decía Tonetti: «En la cabeza hay una clavija en la que guardas tus tristezas, tus enfados y preocupaciones. Te la quitas y la dejas colgada dentro de la roulotte. Sales, entregas todo tu arte y, una vez acabada la función, te la vuelves a colocar».

No hay más que verle actuar para saber que la cantidad de público no condiciona su magia y que sigue brillando con luz propia. Sin embargo, y a pesar de los años de experiencia, le resulta complicado no sentir el hormigueo en el estómago cuando el público no responde. «La clave reside en que exista un 'feedback' entre el artista y el público, que en ocasiones cuesta conseguir más de lo habitual».

Con miles de kilómetros a sus espaldas y cientos de ciudades visitadas, 'Fery' se considera un privilegiado al asomarse a la ventana y, casi cada mañana, tener un jardín diferente. «¡Y te voy a decir una cosa, la tortilla de patata triunfa en todas partes!».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Cuando la pintura se convierte en su piel