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BORJA SANTAMARÍA
Lunes, 19 de marzo 2012, 09:01
El Lagun Aro se reencontró ayer con la derrota. La lógica dictaba que algún día tenía que llegar y el corazón, que el equipo se ha ganado el derecho a tropezar. El moral y el clasificatorio. Sin embargo, los hechos, el juego, el baloncesto, invitaban a soñar con que éste se encontraba todavía lejos.
Pero ese camino brillante, esa línea ascendente que parecía no tener fin tras vencer a dos rivales de Euroliga en cuatro días escondía una trampa. Estaba en el Centro de Tecnificación de Alicante. El Lucentum había perdido cinco seguidos, pero eso no era más que pura estadística. Mostraba cosas, pero escondía lo importante.
Porque ayer Vidorreta podía contar con casi todos sus efectivos, lo que le permitió subir un par de grados la agresividad de su defensa. Por ahí se empieza a explicar la derrota del Lagun Aro.
El Alicante plateó una defensa activa y de mucho contacto. Con tres misiones: no permitir a Salgado -al que Vidorreta conoce, deportivamente hablando, como a un hijo- combinar en el juego de dos contra dos; que Baron no respirase, y doblar defensas constantemente cuando Panko recibiese de espaldas.
Evidentemente, tres premisas muy complicadas de combinar. Pero, a partir del segundo cuarto, el Lucentum lo consiguió y el Lagun Aro pisó el charco.
De un primer acto con 23 puntos, ninguna pérdida y un once de veinte en tiros de campo, el conjunto guipuzcoano pasó a treinta minutos en los que metió 45 puntos, perdió quince balones y firmó un pobre trece de cuarenta en tiros. El atasco fue claro.
Panko, dominador del primer cuarto con nueve puntos, bajó su aportación y el Lagun Aro apenas encontró alternativas, dejando al margen a un gran Vidal. Ayer no fue el día de los menos protagonistas, que habían dado un salto de calidad al equipo en las últimas jornadas.
Lorant estuvo fallón y lastrado por las faltas. Cometió cuatro en cinco minutos, dos en ataque. Papamakarios no atinó con el tiro, Neto perdió algunos balones en zona peligrosa... En general, el equipo no pudo encontrar su brillo habitual casi en ningún momento.
Fue uno de los motivos de la derrota, aunque no el único. El Lagun Aro tuvo momentos de descontrol en el rebote. Antes del descanso, Alicante había capturado ocho de los diecinueve que salieron del aro guipuzcoano, transformando varios de ellos en canastas.
De esos ocho, tres acabaron en manos de exteriores. La superioridad física de los Barnes -cinco capturas ofensivas- Ivanov -tres- y Kone -dos- hizo que a veces los hombres de perímetro del GBC tendiera a cerrarse, convirtiendo los rebotes largos en una moneda al aire.
El Lagun Aro no terminó de solucionar el problema del rebote, lo que le impidió correr. La defensa del Alicante estaba casi siempre montada, lo que contribuyó al atasco.
Siete puntos en siete minutos
Así, los guipuzcoanos llegaron al descanso con una ligera ventaja (37-39) gracias entre otras cosas al enorme trabajo de Vidal, el mejor con quince puntos y ocho rebotes. Comenzaron el tercer acto conectando con los continuaciones de Betts, que forzó varias faltas y terminó con doce puntos. Pero los triples de Dewar y Ellis impidieron el despegue y el dominio pasó a los locales.
En los últimos siete minutos del tercer cuarto el Lagun Aro anotó siete puntos. Los siete desde el tiro libre, incluido uno de Baron tras una técnica a Vidorreta.
El Alicante abrió una brecha de nueve puntos tras otro triple, esta vez de Barnes (53-44). El Lagun Aro tiró de casta, con dos robos de Papamakarios incluidos -uno acompañado de un grito estilo espartano- para sacar la rueda del barro.
Incluso llegó a empatar el partido con el primer y único triple Baron (59-59). Pero llegó el desacierto. Panko tuvo dos tiros claros a la salida de saque de fondo -la pizarra en esas jugadas funcionó de manera notable-. Desde su esquina. Aro.
Salgado tuvo otro triple cómodo a la salida de un bloqueo. Aro. En el otro lado, Barnes encontró hueco tras las ayudas de los pívots para anotar dos tiros desde la bombilla.
El Lagun Aro entró en una fase precipitada que le llevó a perder balones. Fueron seis en total en el último cuarto. El ejemplo más claro, uno de Vidal tras robo de Papamakarios. El catalán se pasó de velocidad, soltó el balón demasiado rápido. La jugada acabó con triple de Stojic para el 74-66.
Sito acabó en la pista, gritando durante la última jugada para que su equipo defendiese a tope. Lo hizo. No bajó los brazos. De eso ya no cabe ninguna duda. Tiene mucho valor.
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