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ARISTIZABAL
Domingo, 10 de junio 2012, 04:30
Juantxo Villarreal es seguramente quien mejor representa al Bidasoa, del que fue entrenador durante veintidós años, incluyendo la 'década prodigiosa' en la que llegaron todos los títulos: Dos Ligas, una Copa de Europa, una Recopa de Europa, dos Copas del Rey, una Copa Asobal y una Supercopa. Juantxo disfrutó como el que más y quiso «agradecer a todos los que han venido desde lejos para estar con nosotros en un día muy especial».
Para el entrenador, «si el Bidasoa ha llegado hasta aquí, eso quiere decir que sigue teniendo futuro y de hecho la directiva actual, tras unos años duros, está sabiendo reconducir la nave. El Bidasoa no debe obsesionarse ni con su historia ni con prisas por volver a ser grande, sino que debe seguir su camino actual».
No veintidós pero sí dieciocho años estuvo Aitor Etxaburu en Artaleku, como jugador, entrenador de la base y también del primer equipo. El eibartarra reconoció que «hemos tenido que estar conteniendo las lágrimas porque todo estaba siendo muy emocionante. El Bidasoa está vivo y me alegro muchísimo. Después de haberle visto las orejas al lobo hay que estar contentos y agradecer a la directiva actual, que le han tocado los peores momentos».
Nenad Perunicic siempre fue propenso a emocionarse y ayer fue el que más lloró. «Estoy muy emocionado. El tiempo que pasé en el Bidasoa es algo muy especial en mi vida, porque llegaron los primeros éxitos para mí y por toda la gente que conocí. Irun es como mi segunda casa y me faltan palabras... Ver el cariño que me tiene la afición...» y literalmente no podía acabar las frase el hombretón.
Y Thomas Svensson, que jugó con el uniforme de la temporada 94-95, también tenía claro que «con este día se ha demostrado lo grande que ha sido este club y lo que sigue siendo. Sigue teniendo futuro porque tiene muchísimos aficionados que lo quieren». El sueco hizo malabarismos para poder venir pero es que «cuando recibimos la llamada de Gurutz, que ha estado detrás de todo, tenía claro que quería venir. Nadie ha dicho que no salvo que le fuera imposible». Y recordó que «lo que hizo el Bidasoa fue extraordinario. Todo Irun y todo Euskadi tienen que estar orgullosos».
La fiesta siguió con una comida popular a la que asistieron quinientas personas. Fue en el frontón Uranzu, donde empezó esta historia hace cincuenta años.
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