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Orden y concierto. Tras el lanzamiento del chupinazo, la plaza consistorial de Pamplona presentaba, vista de lejos, este ordenado aspecto. :: EFE
El Riau-Riau tendrá que esperar
VERANO

El Riau-Riau tendrá que esperar

La recuperación de la marcha a vísperas se suspendió en cuanto se produjeron los primeros incidentes

MIREN IMAZ

Sábado, 7 de julio 2012, 13:36

Hay tradiciones que se pueden retocar, como la alocución del chupinazo, que el concejal de NaBai Iñaki Cabasés prolongó, ampliando a «cuantos habéis venido a disfrutar con nosotros» la invitación de lanzar 'goras' y 'vivas' a San Fermín, generalmente limitada a pamploneses y pamplonesas. Al margen de esa aportación personal del veterano político, que lucía un pañuelico en el que se leía 'Zorionak, aitatxo', todo transcurrió conforme a lo previsto: corrieron el champán, el kalimotxo y otras bebidas alcohólicas; se anudaron los pañuelos rojos; se arruinaron las primeras camisas blancas; se produjeron las primeras luxaciones y comenzaron a gestarse las primeras borracheras (una treintena de personas requirieron asistencia).... Lo normal.

Otras tradiciones, como la de la marcha a vísperas de la corporación municipal, véase Riau-Riau, no parecen tan fácilmente actualizables, ya que el intento del Ayuntamiento de Pamplona de recuperar una costumbre que en un par de años será centenaria volvió a quedar en agua de borrajas. Era la principal novedad que había querido introducir a unos sanfermines forzosamente austeros el alcalde Enrique Maya, pero no pudo ser. Lamentablemente, lo normal.

En el programa desde 1914, el Riau-Riau, el desfile en el que, a los sones del 'Vals de Astrain' interpretado por La Pamplonesa, los corporativos se dirigen de la casa consistorial a la iglesia de San Lorenzo, se suspendió por primera vez en 1991, ante el riesgo más que evidente de que el desfile se convirtiera en una batalla campal. Se trató de recuperar en 1996 con escasos resultados, y desde entonces se han sucedido versiones alternativas que carecían del carácter oficial que le quería restituir este año el Ayuntamiento de Pamplona.

Tampoco fue posible, porque mientras la banda y los corporativos se preparaban para cruzar una plaza casi tan abarrotada como lo había estado unas horas antes para celebrar como se merecía el inicio de las fiestas, partidarios y detractores del desfile se enzarzaron en peleas aisladas y minoritarias, pero suficientes para que la Policía Municipal, que salió a la plaza para tratar de poner un poco de orden, optara finalmente por regresar al interior del ayuntamiento. Hicieron lo propio los músicos de La Pamplonesa. Mientras en la plaza la mayoría de asistentes lanzaba gritos a favor del Riau-Riau e incluso trataba de organizar cordones humanos que facilitaran el paso al desfile, en el interior de la casa consistorial la Junta de Portavoces optaba por suspender el Riau-Riau y dejar su recuperación para mejor ocasión.

«Muchas fiestas»

Aunque lo ocurrido con el Riau-Riau desactivó parte de los deseos de paz y concordia lanzados por los políticos en los minutos posteriores a un chupinazo que desbordó el aforo de la plaza consistorial y se desarrollo prestando una atención muy relativa al bando municipal que prohibía, por ejemplo, portar botellas de cristal, la que acertó de pleno fue la presidenta de Navarra y ex alcaldesa de Pamplona durante más de una década Yolanda Barcina, que definió los sanfermines como «la fiesta que engloba muchas fiestas». Prácticamente, tantas como sanfermineros.

Las fiestas oficiales, las que figuran en un programa que cuenta con 431 actos para 204 horas de fiestas, se arreglarán este año con 2,4 millones de euros, un 8% menos que el pasado año. Los que organizan su propio programa en función de su imaginación, sus gustos y sus posibles se las tendrán que apañar, sin duda, con muchísimo menos. «Que cada uno disfrute en la medida de sus posibilidades y seamos sensibles a las personas que lo pasan peor» dijo, solidaria, la portavoz de UPN, María Caballero, tras el chupinazo. De los que «lo están pasando fatal» se acordó también la concejala de Bildu, Eva Aranguren, que aprovechó el momento para hacer una «firme defensa» del Riau-Riau finalmente suspendido «como acto popular». En general, las alusiones a una crisis que ya lleva varios sanfermines a a sus espaldas fueron una constante en todas las declaraciones pero, con toda probabilidad, desde que el chupinazo sonó ayer a mediodía en medio mundo las penas son menos, o no se notan tanto.

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