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ANTTON IPARRAGUIRRE
Domingo, 19 de agosto 2012, 18:17
En el nuevo escenario político abierto en Euskadi gracias al cese del terrorismo y la violencia, la necesidad de elaborar una memoria histórica ha adquirido una especial relevancia con una triple vertiente, la pacificación, el tratamiento de las víctimas y la actividad de ETA. Se trata de echar una mirada al pasado con aportaciones plurales en pro de una verdad que nunca será única pero que deberá poseer denominadores comunes que posibiliten un futuro compartido por la sociedad vasca. Existe en Gipuzkoa un centro que puede aportar su granito de arena para lograr este importante reto.
Es lo que se conoce como Fondo de los Benedictinos de Lazkao, que reúne junto a incunables y libros de los siglos XVI a XVIII una vasta documentación del pasado siglo y del actual. Su 'alma mater' es el monje Joan Joxe Agirre, que lleva cuarenta años «recopilando», como le gusta subrayar, de manera incansable y silenciosa libros, revistas, colecciones, documentación interna de partidos y organizaciones, periódicos, archivos personales y de instituciones, folletos, panfletos, pasquines, carteles, pegatinas, calendarios... La mayoría son originales y muchos de ellos únicos, por eso los considera sus «joyas y tesoros». Componen un fondo documental que es hoy en día un referente indispensable para conocer la historia contemporánea de Euskadi, tanto desde el ámbito político como sociológico, antropológico y cultural, y que está siendo sometido a un proceso de catalogación y descripción. Con todo ello quiere contribuir a elaborar «una memoria que es historia».
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