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JAVIER GUILLENEA
Viernes, 5 de octubre 2012, 03:23
El nombre técnico es el de 'trabajadores pobres', aunque maldita la gracia que les hará a los destinatarios de estas dos palabras formar parte de un grupo que está aumentando en Gipuzkoa. Son personas que tienen un trabajo estable pero que, por sus condiciones laborales, no logran salir de la pobreza. La vida cada vez está más cara, cobran cada vez menos y, en estas condiciones, lo único que ven claro es un futuro oscuro.
«En términos evolutivos, el colectivo que ha experimentado un mayor crecimiento en las tasas de pobreza es aquel en el que todas las personas activas están ocupadas y alguna tiene empleo estable, puesto que casi ha triplicado las tasas de pobreza desde 2006». Este diagnóstico forma parte del contenido un un informe sobre la pobreza y exclusión social en Gipuzkoa que el departamento foral de Política Social presentó ayer en la ponencia creada por las Juntas Generales para concretar las necesidades de los ciudadanos empobrecidos y los recursos que se les debe ofrecer.
El informe describe un panorama en el que el aumento de los 'trabajadores pobres' compite con el incremento de las dificultades de los inmigrantes, que es uno de los colectivos más golpeados por la crisis económica. Y no son los únicos, también hay cada vez más afectados entre los guipuzcoanos que tienen menos de 35 años y las familias donde hay menores.
Un detalle que vuelve aún más preocupante el contenido del estudio es que fue elaborado con los datos de 2010, los últimos disponibles. «La realidad que se describe ahora quedará superada cuando se conozcan cifras más actualizadas, porque la situación ha empeorado», afirmó ayer el diputado foral de Política Social, Ander Rodríguez.
Además del empobrecimiento de la clase trabajadora, en Gipuzkoa se ha registrado un rápido crecimiento de la pobreza infantil y entre los jóvenes que viven de forma independiente, así como el deterioro de la situación de los hogares de desempleados. En el caso de este último grupo, las prestaciones de garantía de ingresos no siempre resultan suficientes para evitar el riesgo de pobreza.
La última foto fija de la pobreza en Gipuzkoa -la de 2010- es la de un territorio en el que las tasas de pobreza y exclusión alcanzan el 5,9%, lo que significa que existían entonces alrededor de 42.000 personas en esta situación. «Estos indicadores se han incrementado claramente en los últimos años como consecuencia de la crisis económica», reiteraron los responsables forales. Por comarcas, las situaciones con más precariedad se concentran en las zonas urbanas. Donostialdea es la que registra una mayor cantidad de personas empobrecidas (3,5% de la población en 2008), mientras que el Alto Deba es la zona que presenta un menor índice (0,5%)
Por si sirve de consuelo, las tasas de pobreza guipuzcoanas son, en general, inferiores a las registradas en Bizkaia (10,6%), Araba (6,8%) y el conjunto del Estado (6,6%). Sin embargo, esta buena noticia queda empañada por el hecho de que, según Jon Iribar, jefe del servicio foral de planificación, «si se tienen en cuenta parámetros como el nivel de vida, la pobreza en Gipuzkoa es alta».
En la calle
En el extremo más dramático se hallan las personas que se ven obligadas a vivir en la calle. El pasado año vivían en Gipuzkoa 500 personas sin techo, de las que 464 habían sido detectadas en San Sebastián. Alrededor del 10% pernoctaban al raso.
Los autores del informe sostienen que, en líneas generales, el sistema de rentas mínimas establecido a lo largo de los años en el País Vasco «merece una evaluación positiva». «Se trata, prácticamente, del único sistema de rentas mínimas que realmente existe en el Estado español, sus cuantías y tasas de cobertura , así como el gasto realizado, pueden considerarse homologables al de los países de nuestro entorno, y han experimentado a lo largo de los años un proceso indudable de crecimiento y consolidación que solo a partir de 2012, como consecuencia de las restricciones presupuestarias de las instituciones vascas, han comenzado a erosionarse».
Otra de las fortalezas del sistema de ayudas es la de haber «facilitado el asentamiento y la integración de la población inmigrante con mayores necesidades socioeconómicas sin por ello generar un efecto llamada». «Es algo que se ve viendo las bajas tasas de inmigración que tenemos. Si fuera cierto que existe un efecto llamada, los inmigrantes de Cataluña, por ejemplo, habrían venido en masa a disfrutar de las ayudas del País Vasco, lo que no ha sucedido», afirmó Ander Rodríguez.
En 2010, el 6,8% de los hogares de la CAV (algo más de 55.000) solicitaron prestaciones relacionadas con el sistema vasco de garantía de ingresos. Por territorios, fue en Gipuzkoa donde menos ayudas se pidieron (4,4%) mientras que en Araba este porcentaje se elevó al 5,8% y en Bizkaia al 8,8%.
En nuestro territorio casi 10.500 familias perciben la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) y unas 4.000 más la Prestación Complementaria de Vivienda. El índice de beneficiarios guipuzcoanos de este tipo de ayudas es el más bajo de Euskadi.
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