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El Eibar ya divisa la gloria
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El Eibar ya divisa la gloria

Supera al Oviedo por la mínima en un partido serio y se carga de moral para el último examen. Los de Gaizka Garitano completan un soberbio ejercicio defensivo y sellan la clasificación con un gol de Guille Roldán

MIKEL MADINABEITIA

Miércoles, 19 de junio 2013, 12:05

El Eibar ya está donde quería estar, a un sólo paso del paraíso. La gloria está muy cerca y el caramelo es tan goloso que el esfuerzo merece la pena. El equipo armero completó un trabajo serio y eficaz, y eliminó a un Oviedo que en Ipurua demostró que era un rival más que digno.

El partido tuvo poco de estético pero cuando hay tanto en juego, la belleza es un actor secundario. Las piernas pesan más y el miedo se apodera de la mente. Pero el Eibar rozó la perfección donde tenía que hacerlo. Su trabajo defensivo fue notabilísimo, apenas concedió ocasiones ante el conjunto carbayón y sólo Casares inquietó a la parroquia azulgrana, que transmitió mucha pasión desde la grada para ayudar a que sus futbolistas corrieran más.

El tanto de Guille Roldán en el segundo tiempo, tras una acción muy meritoria de Arruabarrena, dejó la victoria en casa, amplió la renta en la eliminatoria (3-1) y, sobre todo, permite soñar a toda la institución porque al equipo se le ve fuerte, confiado en su fútbol y con un corazón que no le cabe en el pecho.

El Eibar salió muy entonado, completamente consciente de que no dejar respirar al oponente es el primer triunfo en el fútbol moderno. Con un Capa incisivo y un Errasti que anda sobrado en esta categoría, los armeros prolongaron en ese primer cuarto de hora la superioridad demostrada hace una semana en el Carlos Tartiere. El Oviedo, seguramente avisado de ese ataque en tromba, se afanó en cubrir todos los espacios posibles pero apenas podía estirarse. Y con Capa no podían. Directamente no podían con él.

El interior jarrillero, que está en un excelente estado de forma, acarició la gloria en el minuto cinco con un precioso disparo que el larguero rebotó, seguramente de forma un tanto injusta, porque aquello merecía el mejor desenlace posible: el gol.

El conjunto carbayón, con el exunionista Aitor Sanz y el exrojiblanco Galder Cerrajería en la sala de máquinas, dio un paso al frente sobre el minuto veinte. Comenzó a acercarse al área local a base de mucho esfuerzo. Sus jugadas no eran elaboradas pero no lo ha necesitado para llegar hasta aquí, a un paso de Segunda División. Los balones cruzados y los envíos por alto redoblaron la capacidad de trabajo de la retaguardia azulgrana, que tuvieron en el mencionado Errasti y en Dani García a dos escuderos de postín.

El otro pivote armero también se lució en tapar todas las vías de agua posibles. Ambos son los metrónomos de este Eibar, dos jugadorazos imprescindibles para esta categoría tan áspera en la que garantizar que el equipo no se parta es más de medio tesoro. Media victoria.

Pocas ocasiones

A excepción de la ocasión de Capa, no se registraron más oportunidades en el primer tiempo. Sobró intensidad pero faltó un punto de calidad en ese control o en aquel pase para marcar un gol. Con todo, hay que resaltar el enorme mérito de un Eibar que en pleno mes de junio sigue compitiendo al máximo nivel después de una temporada maratoniana en la que el equipo, además, disfrutó de una experiencia maravillosa en la Copa.

El segundo tiempo fue aún más ingrato para el espectador neutral. El que vio el partido con el corazón azulgrana bastante tenía con gestionar sus emociones, aunque a decir verdad no hubo que sufrir mucho, pero el que se acerca a este deporte con simple curiosidad tuvo que resistir las innumerables interrupciones, provocadas fundamentalmente por un Oviedo que elevó su dureza y que no se podía permitir abandonar la carrera del ascenso. Pero lo que no sabía es que el Eibar no le iba a dejar espacio para maniobrar, que Añibarro y Raúl Navas parecían Baresi y Scirea, que Capa, Abaroa y Guille Roldán nutrirían al equipo de vitamina y que Arruabarrena se fajaria como sólo él sabe.

El Eibar se agarraba al campo, su despliegue físico fue descomunal pero no hay otro ingrediente en estas eliminatorias para que no salten las alarmas. Fruto de esa exigencia, se perdió algún balón en la zona prohibida -pase horizontal, peligro vertical- y Casares estuvo cerca de complicar la eliminatoria.

Abaroa, que tuvo problemas físicos, tuvo que retirarse. En su lugar salió Mainz, que ocupó la posición de ariete mientras Arruabarrena se retrasaba algunos metros. Mediado el segundo tiempo fue el turno de Diego Jiménez, el héroe de la ronda anterior, que dio aire al equipo desde la banda izquierda y protagonizó algunas acciones destacadas.

El Oviedo, poco a poco, comenzó a desesperarse. Su ímpetu por marcar dejó huecos atrás que el Eibar no aprovechó. Guille Roldán sí acertó justo dos minutos después de que Yuri estrellara un cabezazo en el palo. La tranquilidad se apoderaba de Ipurua, que pudo ver algún gol más en un contragolpe que Mainz no aprovechó. Quedó en anécdota.

Esta bendita locura que es el fútbol aún guarda un último cartucho para el Eibar. Ya se divisa la gloria.

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