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«No deberíamos resignarnos a que se viole nuestra privacidad digital»
Jorge Campanillas, Abogado especializado en tecnologías de la información

«No deberíamos resignarnos a que se viole nuestra privacidad digital»

El #CICD, que hoy comienza en Donostia, abordará todos los riesgos y oportunidades que tiene ante sí la ciudadanía digital

JESÚS FALCÓN

Martes, 25 de junio 2013, 12:03

Las grandes compañías que dominan internet están dominadas a su vez por su gobierno, el de los Estados Unidos, según las revelaciones de Edward Snowden. Sus acusaciones han sorprendido al gran público, que cada vez es más consciente de que al margen de beneficios y ventajas su huella digital puede dejar más pistas de las que desearía. A Jorge Campanillas no le ha extrañado tanto que los datos que damos a Google o Facebook se utilicen por terceros. Este abogado donostiarra especializado en derecho de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones es uno de los participantes en la cuarta edición del Congreso Internacional Ciudadanía Digital que hoy comienza en San Sebastián.

-Parece que un gobierno puede rastrear hasta nuestros correos más íntimos, ¿podemos hacer algo contra gobiernos que entran sin más permiso que el del propietario de la web que utilizamos?

-Aunque resulte paradójico quizá la mejor defensa es ser consciente de lo que está sucediendo. El último caso conocido por la revelación realizada por Snowden no hace más que constatar un hecho que ya más o menos era conocido. Quizá no podamos escapar del "gran hermano" pero tomando conciencia se lo podemos poner más difícil. El usuario puede controlar hasta cierto punto su privacidad, publicar en las redes sociales lo que no le importe que se conozca, utilizar servicios en la red para aquello que no les preocupe que pueda ser interceptado. Y en aquellos casos que consideren que es confidencial, privado o íntimo acostumbrarse a utilizar servicios para cifrar, estilo PGP, o navegaciones 'anónimas' como TOR. Y por supuesto, y más quizá si eres empresa, meditar qué servicios debes o no elegir para tu actividad online.

-Entonces no le sorprende...

-Es de sobra conocida la existencia de la red Echelon, red utilizada casi desde el inicio de la internet comercial para la interceptación de las comunicaciones. Debemos ser conscientes de que paradójicamente ahora quizá sea mucho más fácil "espiarnos", estamos interconectados, los ciudadanos utilizamos internet e incluso publicamos nuestra vida en redes sociales. Una red como Facebook con unos 800 millones de usuarios es un 'big data' muy goloso para cualquier estado. Con un simple cable conectado a sus servidores accedes a un gran número de ciudadanos, algo impensable hace no tantos años. Si a eso lo sumamos que empresas como Google o Microsoft se han convertido en monopolios de la red, ¿que forma más fácil tienen los estados para espiar?

-Quizá muchos usuarios piensen que no es para tanto, que ellos no tienen nada que esconder.

-Cierto, no tenemos nada que esconder, pero los ciudadanos somos los que debemos decidir qué parte de nuestra privacidad queremos ceder y cuál no, no podemos caer en esa resignación y no debemos dejar de luchar con tanta facilidad por unos derechos civiles que tantos años han costado obtener. Las autoridades deben dar herramientas a los ciudadanos para su defensa y que no se vean afectados por estas intromisiones y vulneraciones comerciales. Hago un llamamiento para que pasemos de un sistema de protección de datos pensado sólo como negocio y supuesta protección ante lo que hacen las empresas, y lo redirijamos a su verdadero camino, un derecho fundamental de los ciudadanos. Tiene que haber un equilibrio entre seguridad y privacidad, que las incursiones en esta se hagan con arreglo a la ley y con garantías judiciales.

-Usted participa en el #CICD en una mesa redonda sobre activismo civil. ¿Qué armas da internet al ciudadano para hacerse valer?

-Creo que las estamos viendo día a día, internet y las redes sociales han ayudado a visibilizar movilizaciones, a que no sólo los medios de comunicación informen, sino que los ciudadanos narren lo que les esté pasando. Esto es un dolor de cabeza para los estados, que no controlan toda la comunicación. Aunque ojo, también puede volverse en contra de la ciudadanía, es fácil también dirigir la comunicación y la viralidad de los mensajes que se quieran dar. Asimismo han surgido iniciativas como Change.org para visibilizar problemas y conseguir cambios con las firmas de muchas personas apoyando los problemas que se plantean, o proyectos encaminados hacia la transparencia de las administraciones públicas como Derechoasaber.org o Quehacenlosdiputados.net. Internet pone en manos de los ciudadanos una cantidad de recursos que con imaginación resultan de gran importancia.

-¿Qué movimientos de activismo ciudadano destacaría en la red?

-Aquí tuvimos un gran ejemplo de esa fuerza con el llamado #15m, que tuvo una de sus fuentes en el movimiento #nolesvotes surgido en internet de forma distribuida. Internet le dice al ciudadano, «eh, no estás sólo, hay más personas con tus problemas, puedes visibilizarlo, tienes herramientas potentes para ello». El peligro en el que podemos caer ahora es que el activismo es muy fácil, de sillón, pensar que un hasthag puede cambiar las cosas, y no moverse más. Ciertamente un simple hasthag puede hacer mucho daño, pero también pasar al olvido rápidamente. La hipervelocidad de la información juega en nuestra contra. Hay que llegar a un equilibrio de activismo en la red y fuera de ella.

-Ante la desconfianza de la ciudadanía en la política, ¿sería una solución la apuesta por la transparencia y la apertura de datos?

-Generaría confianza en las instituciones y mejoraría la calidad de la democracia. Los ciudadanos podríamos acceder a la información de nuestros gobernantes para poder fiscalizar sus actuaciones y controlar sus decisiones. Se trataría de volver a empoderar a la ciudadanía. Además, generaría que los medios de comunicación tradicionales pudieran desarrollar mejor si cabe su actividad al acceder a la información en bruto para poder dar cuenta de primera mano sobre lo que está sucediendo. Queda mucho que hacer, sobre todo en cambiar la mentalidad, y la normativa, hacia la transparencia

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