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ELENA VIÑAS
Lunes, 29 de julio 2013, 04:17
Una sinfonía compuesta de rataplanes, aplausos y vítores recibía a la tripulación rosa a su llegada a la plaza Santiago, portando la Ikurriña de Getxo. El triunfo fue festejado por las miles de personas que llenaban pasada la medianoche el casco antiguo.
La tamborrada arrantzale, encargada de poner punto y final al siempre multitudinario día de San Pantaleón, se sumaba a la victoria arraunlari, junto a la Banda Konstantzia. Ambas agrupaciones hacían un pasillo a las bateleras en su desfilar hacia la antigua casa consistorial, en cuyo balcón hicieron hondear la bandera, mientras encendían cohetes que despertaron a quienes viven en torno a la bahía.
Así arrancaban las primeras horas del domingo en Donibane, donde el paso del ecuador festivo no podía haber sido, gracias a las herederas de las bateleras, más redondo.
La mañana, en cambio, tenía como protagonistas a los más pequeños de la casa, ansiosos por darse cita en Nabalaldea para disfrutar de hinchables y un bautismo de buceo. Entre los más atrevidos se encontraba el pequeño Jon, quien protagonizaba sus primeras inmersiones sin miedo al agua. «Ahora solo», decía, prescindiendo de la ayuda de la monitora.
Desde Argentina
La tarde concentraba a centenares de vecinos y visitantes en la plaza Santiago, escenario de una exhibición de baile compartida por los integrantes de Alkartasuna Euskal Dantza Taldea de Pasai Antxo y los dantzaris recién llegados de la euskal etxea Necoechea de Argentina.
El espectáculo lograba ofrecer una muestra de lo mejor de ambas agrupaciones, separadas por 14.000 kilómetros de distancia, y ayer unidas por la tradición.
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