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ALBERTO MOYANO
Martes, 30 de julio 2013, 10:44
El director donostiarra Pablo Malo prepara ya el rodaje de una película sobre el secuestro, tortura y asesinato de los miembros de ETA José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala a finales de 1983 a manos de los GAL. Malo (Donostia, 1965), que espera comenzar el rodaje a comienzos del próximo año, desea atenerse a los hechos probados en el juicio celebrado una década más tarde y huir del relato panfletario o 'con mensaje'. «Quiero hacer una historia realista, no una película de buenos y malos, aunque tengo muy claro de parte de quién me posiciono en este caso», afirma el director, ganador de un Goya por 'Frío sol de invierno' y autor también de 'La huella de nadie' y 'Las sombras del agua'.
-¿Se trata del proyecto más complicado o comprometido de cuantos ha realizado?
-Comprometido, en el sentido de que estamos hablando de hechos reales. Entonces, sí es verdad que no es lo mismo rodar algo que tú has imaginado que hablar de hechos, no sólo reales, sino que han ocurrido en un tiempo relativamente cercano, hace sólo treinta años.
-Porque hay mucha gente que lo vivió...
-Claro, es un material muy sensible.
-¿Teme que los diálogos del guión caigan en el discurso o lo declamativo?
-Sí, cuando estuvimos con los familiares de Lasa y Zabala, les comenté que no iban a reconocer a sus hermanos e hijos porque es imposible. Ni por la imagen física del actor, ni por los diálogos, ni te parecerá que hablaba así, ni hacía esos gestos. Nosotros vamos a representar la historia. Lo que sí que nos gustaría al guionista -Joanes Urkixo-y a mí es que las dos familias estén al tanto de lo que estamos haciendo y nos den sus indicaciones, sabiendo siempre que es ficción y que nunca vas a poder acercarte a la realidad, ni se pretende porque lo que vas a contar es una historia absolutamente brutal y salvaje ocurrida en 1983. Queremos acercarnos lo máximo a lo que fue.
-¿Cómo recibieron las familias la noticia de que se iba a realizar la película?
-Yo creo que con una mezcla de sentimientos. Por un lado, la inquietud propia de remover algo tan doloroso y por otro, agradecidos de que se pueda recordar algo que se aleja en la memoria de la gente pero con lo que ellos vivirán el resto de sus días. Sí les apetece que se cuente la historia, pero a la vez resulta dramático volver a recordarlo. Alguno de ellos nos dijo que en principio le parecía bien que se hiciera la película, pero que no piensa verla. Me inquieta mucho saber que vas a rodar una historia real cuyos protagonistas tienen unos familiares. Esto no es un capítulo de 'Los Soprano', sino algo real. Ya les comenté que no iba a obviar las torturas porque era algo que había que contar. No me gusta la pornografía de la violencia por innecesaria, pero en este caso es algo que forma parte de la historia y hay que contarlo. Y sé que eso a ellos les va a remover mucho. Quiero hacer una historia realista y soy consciente de que cuanto más creíble sea, más doloroso resultará.
«Una enciclopedia»
-¿Es consciente de que se moverá entre dos riesgos? Por un lado, el de caer en el panfleto.
-Es algo de lo que quiero escaparme completamente. No quiero hacer una película de buenos y malos, y es algo que lo hemos hablado con el productor y con el guionista. Sería caer en la caricatura y no me parecería justo. Yo no creo que esto sea cuestión de decir quién tuvo razón y quién no. Tengo muy claro al lado de parte de quién me posiciono en este caso, una demostración absolutamente salvaje de hasta qué punto llegaron el odio y la violencia extrema en este país. Ahora se ha cumplido el aniversario de Miguel Ángel Blanco, otra salvajada.
-Precisamente, habrá quien le pregunte por qué no hace una película sobre Blanco.
-Desde el momento en el que pones la cámara en un sitio y no en otro ya estás opinando. A ver, todo lo que ha ocurrido aquí durante cincuenta años conforma una enciclopedia de muchísimos tomos. Lo que vamos a contar nosotros es un capítulo, este caso en concreto. ¿Que hay muchísimos más que se tendrán que contar? Creo que sí, porque forman parte de nuestra historia, para que las nuevas generaciones sepan lo que han vivido sus padres, los amigos de sus padres, sus abuelos... Ni esta historia, ni otras tantas deben caer en el olvido. Insisto mucho en que el caso de Lasa y Zabala es un capítulo que pasó hace treinta años, pero que para nada significa que uno se olvide de todo lo demás.
-¿Difícil equilibrio?
-Lo que tampoco me apetece es irme al otro extremo. Me siento muy alejado de quienes puedan decir que se lo tenían merecido por ser de ETA. Eso me parece aberrante, igual que me parece una salvajada que otros piensen que alguien se merece un tiro por ser del PP, policía o trabajar en un ayuntamiento. Irse a los extremos no nos viene bien a ninguno, pero en este caso tengo muy claro que fue una barbaridad y es lo que vamos a contar.
-¿Resulta complicado rescatar a las personas que fueron Lasa y Zabala de los emblemas en los que se convirtieron con el paso del tiempo?
-Yo también me planteo que son algo simbólico. Lo mejor es representarles como a dos chavales de veinte años que en un momento determinado, como refugiados en Francia, los secuestraron, los torturaron de forma salvaje y los asesinaron. Más que centrarnos en ellos, a los que, insisto, nadie va a reconocer en la película -entre otras cosas, porque treinta años después, a muchos se les han tenido que difuminar los recuerdos-, nos queremos centrar en contar lo que ocurrió y lo que significó semejante barbaridad.
-¿Le gustaría contar, aunque sea improbable, con la versión de quienes perpetraron los crímenes?
-Mucho. Me gusta conocer todas las versiones y me gustaría saber la parte del otro lado. No sé si será posible, no para que cuenten algo distinto, porque los hechos están juzgados y debieron de ser tal cual, sino para saber qué le pasa a una persona por la cabeza y cuánto odio acumulado tiene para hacer algo así.
-¿Va intentarlo?
-Me gustaría, aunque no es algo en lo que nos hayamos puesto aún. Quisiera conocer cómo se puede llegar a estructurar algo así y cómo te puedes preparar para algo tan tremendo.
-La película no se queda en el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala, sino que aborda las consecuencias, como los atentados de los GAL que se derivaron de aquellos interrogatorios.
-Sí, parece ser que los secuestradores consiguieron sacar algunas informaciones, de las que se derivaron varios atentados en Francia. Y vamos a contar alguno, porque a partir del secuestro, en Francia hubo mucho movimiento, los refugiados vascos se pusieron lógicamente muy nerviosos y algunos tomaron más precauciones que otros.
-¿No se plantearon adoptar el formato de serie o miniserie en lugar de el de un largometraje?
-La historia es muy cinematográfica por desgracia porque, siempre que lo es, se debe a que cuenta con suficientes elementos como para que se cuente con un metraje largo. Da como para una serie de televisión porque toda la génesis de los GAL, todo lo que estaba pasando en Intxaurrondo en aquel entonces y todos los estamentos que intervinieron dan para una serie y estaría bien que se hiciera para que se asumiera que se cometieron actos tremendos. Han pasado muchos años de aquello, pero una democracia joven como la nuestra tiene este tipo de cosas, que no se saben gestionar bien. No hay que olvidar que en aquella época habían pasado apenas ocho años desde el final del franquismo y dos desde el golpe de Tejero, y que todo esto también es consecuencia de aquello.
«La sociedad ya es otra»
-¿Cree que todos esos estamentos implicados a los que se refiere han realizado su propio examen de conciencia? ¿Públicamente?
-No tengo ni idea, pero por la cuenta que nos trae, quiero pensar que sí. De la misma forma que quiero pensar -y estoy seguro de que es así- que la actual Guardia Civil no tiene nada que ver con la de hace treinta años, supongo que a nadie se le ocurriría volver a involucrarse en algo de este tipo porque la sociedad ahora es otra.
-¿Cómo cree que se recibirá la película fuera del País Vasco?
-A mí con esto me pasa como con la memoria histórica: entiendo a las dos partes, a la que quiere recordar y a la que prefiere olvidar. A mi abuelo lo fusilaron durante la guerra y si me dijeran que está en una zanja, quizás diría que ese lugar se convirtiera en su cementerio. Pero también entiendo que haya gente que prefiera sacarlo de ahí y llevarlo a una tumba. En este caso, sucede igual: habrá gente que diga 'vamos a dejar las cosas como están' y habrá otros que prefieran seguir contando la historia. Y el caso Lasa y Zabala es parte de la historia de este país.
-¿Resulta complicado el casting?
-Mucho porque, de entrada, me obsesiona que los dos chavales sean creíbles. Estamos buscando a dos jóvenes de veinte años, que hablen euskera y con capacidad para entender de lo que estamos hablando. Sé que los días en los que rodemos esas secuencias van a ser muy complicados e incómodos. Aunque ellos no van a ser los protagonistas, sí que van a llevar parte del peso de la película. Cuando he empezado a indagar en esta historia, lo que sí que me ha llamado la atención es que, al margen de Galindo y Elgorriaga, los que participaron físicamente en esa historia eran muy jóvenes. ¡Qué cantidad de odio acumulado ha habido para que perpetraran esa barbaridad!
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