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Gala. Urkullu, flanqueado por su esposa, Lucía Arieta Araunabeña, y Marian Elorza, de Acción Exterior, en la fiesta del centenario. :: BERNÁRDEZ
La Eusko Etxea de Nueva York se queja de que Urkullu impidió un vídeo de Izagirre
POLÍTICA

La Eusko Etxea de Nueva York se queja de que Urkullu impidió un vídeo de Izagirre

El lehendakari amenazó con no ir al centenario del centro si sus responsables difundían un mensaje enviado por el alcalde de Donostia

DAVID GUADILLA

Miércoles, 16 de octubre 2013, 04:24

La celebración la noche del pasado domingo del centenario de la Eusko Etxea de Nueva York, un acto festivo al que acudió una amplia representación social y política, y que era uno de los platos fuertes del periplo que el lehendakari realizó la semana pasada por Estados Unidos, acabó con un sabor amargo tanto para los miembros del Ejecutivo autónomo como para la junta directiva de la casa vasca. Malas caras, desplantes, cruce de acusaciones, amenazas veladas... Un ambiente enrarecido que tuvo su origen en el intento por parte de los responsables de la Eusko Etxea de emitir un vídeo de saludo del alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre, de Bildu, algo a lo que se negó Iñigo Urkullu.

La entidad que sirve de refugio para los miembros de la colectividad vasca tenía preparada una fiesta de relumbrón para recordar su nacimiento. Para dar lustre al acto, sus promotores habían cursado invitaciones a diferentes autoridades. El listado era amplio y plural. Además de a Iñigo Urkullu, también se había citado, entre otros, a los dos anteriores lehendakaris, Juan José Ibarretxe y Patxi López (PSE), a la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina (UPN), y a los alcaldes de Bilbao -Iñaki Azkuna (PNV)-, Vitoria -Javier Maroto (PP)-, y San Sebastián - Juan Karlos Izagirre (Bildu)-. El líder de los socialistas vascos, la dirigente de la comunidad foral y los tres regidores excusaron su presencia, aunque el edil donostiarra envió un vídeo de saludo. Y ahí surgió el problema.

«Nuestra intención era emitir el mensaje del alcalde. Era nuestra fiesta y queríamos que fuese lo más plural posible», señaló ayer al ser preguntado telefónicamente por este periódico el presidente de la Eusko Etxea de Nueva York, Aitzol Azur-tza, un donostiarra de 39 años que reside en Estados Unidos desde hace 15. Sin embargo, y según su versión, los colaboradores que acompañaban a Urkullu se negaron con el argumento de que la presencia del lehendakari no podía ser 'tapada' por ninguna otra autoridad.

La tensión fue en aumento. Desde el Gobierno Vasco se advirtió a los miembros de la Eusko Etxea de que la emisión del vídeo era inviable. Incluso, la delegación presidencial convocó un minigabinete de crisis en el hall del hotel donde se iba a desarrollar la reunión para decidir si asistía o no al acto. La amenaza era real.

Al final, la directiva de la casa vasca de Nueva York aceptó retirar el mensaje de Juan Karlos Izagirre. «Nos lanzaron un ultimátum. Nos dijeron que necesitaban una hora para reconsiderar la situación: que o quitábamos el vídeo o no iba el lehendakari. Y cedimos de buena fe», asegura Aitzol Azurtza, quien recalca que hubo conversaciones «al más alto nivel» para intentar solventar el enredo. Pero, para entonces, el ambiente se había crispado de forma notable.

La fiesta arrancó sin el lehendakari ante el nerviosismo y el asombro general de los presentes. «Había más invitados. Lo que no podíamos hacer era hacerles esperar. Era nuestra fiesta, la de la Eusko Etxea, y nosotros invitamos a quien queremos y la organizamos como queremos», enfatiza Azurtza, quien en su breve discurso durante la celebración hizo hincapié en que las organizaciones de la diáspora deben ser reflejo de la «diversidad del pueblo vasco».

Olvido y malestar

La situación llegó a tal punto que la presentadora de la fiesta se olvidó de mencionar la presencia de Iñigo Urkullu, al que despojó del tratamiento de lehendakari. A renglón seguido, el aurresku de honor fue para los directivos de la entidad, no para el jefe del Ejecutivo, a quien ni siquiera hicieron el gesto de saludo con la txapela, lo originó un evidente malestar en el seno de la expedición del Gobierno Vasco.

«Alguien no lo entendió bien. No era un acto de homenaje al lehendakari, sino nuestra fiesta de centenario a la que invitamos al lehendakari, a la presidenta de Navarra y a otros cargos. Es muy diferente. Ojalá hubiese podido venir Barcina para saludar a los navarros que había», enfatiza Aitzol Azurtza sin ocultar su malestar. «Todo esto nos ha dolido. El desplante fue suyo. Fue muy feo y nada elegante», sostiene el representante del centro, quien, en todo caso, ayer apostó por pasar página y considerarlo un malentendido.

Desde el Gobierno Vasco también se intentó relativizar durante la jornada de ayer la polémica. Portavoces oficiales se remitieron a las palabras que ofreció el lehendakari durante su rueda de prensa del pasado lunes, cuando apuntó a «un desacuerdo previo en cuanto al guión del acto». Urkullu afirmó que se llegó a un «entendimiento suficiente en cómo desarrollar el acto, acorde con el respeto institucional que debe tener un acto subvencionado en parte» por el Ejecutivo vasco. A finales de agosto, el Gobierno concedió una subvención de 30.000 euros a la Eusko Etxea de Nueva York con el fin de promover la estrategia Basque Country en Estados Unidos y conmemorar su centenario. Asimismo, el lehendakari recordó que participaba «como máximo representante institucional» de Euskadi.

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