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«Indigna que se den ayudas para irse fuera de Euskadi y no para regresar»
Gabriel Eizaguirre, Director general de Babyauto

«Indigna que se den ayudas para irse fuera de Euskadi y no para regresar»

La firma guipuzcoana vuelve a España para producir sillas de bebé para coche y exportarlas a China, donde ha fabricado hasta ahora

ZIGOR ALDAMA

Sábado, 9 de noviembre 2013, 17:38

La tortilla ha dado la vuelta. Los trabajadores chinos cada vez exigen mejores condiciones, y tanto la inflación como el yuan restan competitividad a los productos chinos de menor valor añadido. Sin embargo, la clase media explota y el consumo se dispara en el país más poblado del mundo, que en el tercer trimestre del año creció un 7,8%. En España, sin embargo, el paro y la depresión de la capacidad adquisitiva hacen que la mano de obra resulte cada vez más barata, pero la calidad de los productos continúa mejorando considerablemente. Por eso, el negocio ya no está tanto en fabricar barato en China para exportar a Europa como en todo lo contrario: producir en el Viejo Continente para vender en el gigante asiático, donde los productos importados, sobre todo de Europa, gozan de muy buena aceptación. Es un proceso que tardará tiempo en culminar, si es que finalmente lo hace, pero ya ha comenzado.

Y un buen ejemplo es la empresa guipuzcoana Babyauto. Desde 2001 diseña y fabrica sillas de coche para niño en Ningbo, una ciudad industrial de la provincia de Zhejiang. Las vende en grandes superficies de España, donde tiene el 83% de cuota de mercado, y en enero lanzará en China su propia marca, Babyauto More. «El Gobierno aprobó el año pasado la ley que hace obligatoria la instalación de las sillas, pero el volumen de negocio es todavía pequeño. Es lo mismo que sucedió en España en 2003. Hicieron falta un par de años para que las ventas cogieran volumen», explica el director general de la empresa, Gabriel Eizaguirre.

Nieto del fundador de Plásticos Zarauz, Eizaguirre empezó a trabajar en la empresa familiar a los 18 años, pero desavenencias con su padre le llevaron a probar suerte en la empresa que unos proveedores tenían en Taiwán. Allí diseñó la primera colección de sillas de paseo para niños y después decidió crear su propia empresa. Con la devolución de Hong Kong a China, en 1997, Eizaguirre comenzó a viajar al país de Mao, y finalmente decidió instalarse en Ningbo porque allí se fabrican el 80% de las sillas para niño del mundo. Ahora ve la oportunidad de regresar a casa.

- En un principio, su idea era implantarse en Euskadi...

- Así es, pero nos hemos encontrado con problemas. Por un lado, me he dado cuenta de que hay gente que no tiene muchas ganas de trabajar. Propuse la fabricación de varias piezas a una importante empresa de plásticos del Grupo Mondragón y, a pesar de que se trata de series muy grandes, desecharon el proyecto porque lo consideraban demasiado complicado. Inviable, me dijeron. Por otra parte, es indignante que se den ayudas para establecerse fuera de Euskadi, hasta un 25%, y no para regresar. El anterior Gobierno Vasco nos dio 30.000 euros para establecer nuestra oficina en Ningbo, y ahora que queremos volver sólo podemos acceder a un préstamo ICO en condiciones como las que nos ofrece el banco. Además, todo son pegas para instalar en Zarautz un trineo con el que haremos pruebas con las sillas. Así que al final las pruebas las hacemos con la Universidad de Zaragoza, que tiene un gran equipo, e instalaremos el trineo en otra parte. Por otro lado, nos llevamos las piezas de plástico a una empresa de Murcia que está encantada de fabricarlas, y producimos los elementos de tela en Tudela.

- Es curioso que en España estén vendiendo sillas de bebé hechas en China y que en China vayan a comercializar las de España...

- Se venderán en todos los mercados, no sólo en China. Volver es una decisión que hemos tomado teniendo en cuenta muchos factores. El primero es el aumento de los costos en China. Los salarios aumentan mucho pero no la productividad de los trabajadores, por lo que cada vez la diferencia con España es menor. Por otro lado, los contenedores de España a China van casi vacíos y el transporte es más barato que en la dirección opuesta. Además, el consumidor chino demanda producto de gran calidad y está dispuesto a pagar un extra por lo que está hecho en Europa. Así, una de nuestras sillitas que se venda de oferta en España por 79 u 89 euros, en China cuesta 150 y el margen de beneficio es mayor. Finalmente, también volvemos para proteger la propiedad intelectual. Estamos invirtiendo mucho en I+D y somos conscientes de que en China nos pueden copiar.

- ¿Cree que otras empresas seguirán sus pasos y devolverán la producción a la matriz?

- No se puede generalizar porque cada caso tiene sus condicionantes. Pero es cierto que España resulta cada vez más competitiva y que el mercado chino es una tierra de oportunidades. Eso no quiere decir que sea fácil aprovecharlas. En España hay mucha pyme lastrada por la falta de capacidad de producción y por dificultades para financiarse. Nosotros acabamos de abrir una consultoría para ayudar a quienes quieren venir, pero ya de antemano avisamos de que hay mercados, como el del vino o el del aceite de oliva, saturados. Hay que llegar antes del 'boom'.

- Y eso es lo que pretenden con las sillas para coche.

- Efectivamente. Ahora mismo la mortalidad de niños en accidentes de tráfico en China es 2,5 veces la de Europa y 2,6 veces la de EE UU. Actualmente sólo se coloca el 0,22% de todas las sillas que se deberían instalar y el mercado es casi insignificante. Pero las ventas de otras marcas para las que fabricamos se duplican cada año en China y, con 20 millones de nacimientos al año y más de 10 millones de nuevos vehículos, pronto se vivirá un gran auge.

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