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Prevenir el aislamiento social en la vejez
OÑATI

Prevenir el aislamiento social en la vejez

El Ayuntamiento y Bigira han realizado un diagnóstico sobre los mayores de 75 años que viven solos. La situación es buena en la mayoría de los parámetros estudiados, pero se aconsejan medidas preventivas

MARIAN GONZALEZ ,

Sábado, 4 de enero 2014, 03:38

«El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad» decía Gabriel García Márquez. Y quizá por eso el Ayuntamiento se ha embarcado en el programa Bigira. Un diagnóstico de la situación de nuestros mayores con respecto al aislamiento social, que tiene dos ejes centrales: su prevención, y la potenciación del envejecimiento activo integrado en la comunidad.

Los tiempos han cambiado y la esperanza de vida ha aumentado, pero con el vertiginoso ritmo de vida actual el aislamiento social y la soledad también crecen, y cada vez son más las instituciones que tratan de abordarlas mediante políticas que favorezcan los vínculos sociales y que respeten la autonomía personal de las personas mayores.

La mayor movilidad social, el fallecimiento de la pareja o amigos, las enfermedades crónicas... son causantes en numerosas ocasiones de las encrucijadas que conducen al aislamiento social. Cuando la salud y el ánimo no acompañan, y uno se siente solo, no es fácil salir de la espiral, de ahí que el Ayuntamiento haya decidido tomar cartas en el asunto.

No obstante, el concejal de servicios sociales Manu Egaña ha querido matizar que «es importante no estereotipar a las personas mayores como aislados e indefensos, ya que muchos, la gran mayoría de los mayores de Oñati, siguen bien conectados y activos en sus comunidades a través de grupos de voluntariado o grupos culturales, sociales y religiosos. Algunas personas pueden necesitar una interacción social más dinámica que otras y simplemente pueden disfrutar tranquilos a solas de su tiempo».

El reto es poner sobre la mesa distintas acciones que ayuden a prevenir los posibles casos de aislamiento social, porque afecta la salud y el bienestar del adulto mayor. «Por eso es tan importante abordar este tema escuchando a los mayores y consultando con actores claves de los sectores sin fines de lucro, públicos y privados» relata Egaña.

«El entorno de las personas mayores va cambiando, no quiere decir que necesariamente sean dependientes, pero sí que sus relaciones sociales van mermando por diferentes circunstancias: amigos que desaparecen, hijos que viven fuera, el fallecimiento de su pareja... Eso y la vulnerabilidad frente a las enfermedades o el deterioro físico, desencadenan a veces sentimientos de indefensión. De lo que se trata, por tanto, es de prevenir y evitar estas situaciones de soledad», explica la directora del programa Raquel Malla.

La empresa Bilaka, que promueve la mejora de la calidad de vida de las personas mayores, ha realizado «una foto fija» de lo que es la población de esa edad cuyo objetivo final es el que sean los propios mayores los que gestionen y coordinen las acciones que se propongan para paliar su posible aislamiento.

«Nosotros hemos elaborado un informe con lo detectado, que hemos presentado al Ayuntamiento, para que a partir de sus conclusiones pueda llevar a cabo un programa con medidas y acciones específicas» relata.

«El objetivo es explorar las vías para ofrecer una mejor calidad de vida a las personas que superan la barrera de los 75 años y viven solas en sus casas -continúa el edil Manu Egaña- .«Sus necesidades no se detectan fácilmente. La herramienta son los servicios sociales y estos están al tanto cuando se recurre a ellos, bien porque alguien ha dado el aviso o porque el interesado en cuestión ha preguntado por las posibilidades que tiene para acceder a estos recursos, así que las entrevistas realizadas en esta primera fase del proyecto han permitido ayudar a identificar las necesidades especiales que puedan existir, los riesgos de abandono o situaciones de aislamiento social. Y, al mismo tiempo, el Ayuntamiento dispone de una descripción de las características sociodemográficas de este colectivo, además de proponer posibles intervenciones».

Este estudio, asimismo, es además útil para analizar el «nivel de satisfacción vital» de esta población y percibir si necesitan de apoyo doméstico, adecuación de la vivienda o cuidado personal, identificar la posible existencia de limitaciones de movilidad o necesidades relacionadas con los servicios sociales entre otras cuestiones.

Ha participado el 40%

En esta primera fase no se ha realizado ningún muestreo, se ha trabajado con la población total que supera la edad de 75 años y reside en el casco urbano (282 vecinos). Una segunda fase abordaría el rural.

«Primero se hizo una criba de aquellos que, aún viviendo solos, asisten a actividades organizadas desde los servicios sociales o reciben algún otro tipo de apoyo institucional. Y luego están quienes no han querido tomar parte porque tienen una vida muy activa, o simplemente no les ha interesado la iniciativa que es voluntaria. Al final ha participado entorno al 40% de la población diana». La media de edad ha sido de 82 años, entrevistándose a personas de entre 75 y 95 años.

Bilaka describe la población estudiada, como formada mayoritariamente por «mujeres viudas que tiene hijos y otros parientes cercanos residentes en el mismo municipio o sus cercanía, con lo que mantienen relación y que, mayoritariamente, desean seguir viviendo en su propia casa».

Una de la claves de futuro será el desarrollo de proyectos intergeneracionales de forma cooperativa, potenciando el empoderamiento de los mayores, de forma que aporten su conocimiento y experiencia.

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