Silvio Berlusconi hace de sus arrugas virtud

Debajo de la pátina de maquillaje, del pelo replantado y mil veces reteñido, de las operaciones, del bótox presunto y de las mil artimañas para evitar el paso del tiempo, aguarda la cara de un hombre de 77 años. Está surcada de mil arrugas. Es la fiesta salvaje de las patas de gallo. Ya ni siquiera una corbata oculta la badana de piel suelta que le cuelga de debajo de la boca. Por fin, Silvio Berlusconi ha dejado de ser la estatua de cera de sí mismo. Ha ocurrido en las páginas del 'Sunday Times', que ha publicado un reportaje sobre el destape de la edad del magnate italiano, un cambio de rumbo que pudiera ser la imagen del ocaso de su carrera política o una maniobra más para seguir en el juego.

'Silvio Berlusconi. Después de la caída', titula el rotativo británico una exclusiva que está dando la vuelta al mundo. Aseguran que se ha quitado la careta «porque ya no la necesita». Los tiempos del colorete y las fiestas de champagne y mujeres habrían pasado a la historia. Apartado de la política e inhabilitado por una condena firme de cuatro años de prisión por fraude fiscal, Berlusconi ha perdido su escaño como senador. Pero nadie pone la mano en el fuego por su retirada definitiva después de que provocara un cisma en su propio partido y a punto estuviera de derribar el gobierno de Enrico Letta a cuenta de su inhabilitación. De hecho, los analistas italianos apuestan a que el desnudo de la vejez de Berlusconi es una maniobra y responde al consejo de Marco Renzi, alcalde de Florencia del Partido Demócrata y ex rival político, que le habría pedido hacer de su edad una virtud en preparación de una insólita maniobra de regreso a los ruedos. En estos momentos, 'Il Cavaliere' está siendo oficialmente investigado por pagar presuntamente por el silencio de varios testigos en el proceso por prostitución de menores conocido como el caso Ruby. No sólo el tiempo le pasa factura: también el 'bunga-bunga'.