Borrar
Fernández de Betoño. MICHELENA
«Al ordenar el territorio también se debería tener en cuenta a la lengua»
Unai Fernández de Betoño, Arquitecto, profesor de la UPV/EHU y miembro de UEU

«Al ordenar el territorio también se debería tener en cuenta a la lengua»

Las jornadas 'Hizkuntza eta Lurraldea', en las que participaron más de 200 personas, proponen dar más relevancia a la relación entre esos dos ámbitos

NEREA AZURMENDI

Lunes, 3 de febrero 2014, 09:02

De la relación entre el urbanismo y la lengua no se ha hablado mucho hasta la fecha. Pero, a juzgar por el interés que despertaron las primeras jornadas 'Hizkuntza eta Lurraldea', organizadas por UEMA, Kontseilua, la Diputación de Gipuzkoa y UEU, que a mediados de enero completaron durante dos días el aforo del centro Carlos Santamaría de la UPV/EHU en San Sebastián, se hablará bastante en el futuro. De momento, las primeras jornadas -de cuyo comité científico ha formado parte Unai Fernández de Betoño- se clausuraron el pasado 17 de enero con una segunda edición en el horizonte.

- ¿Cómo surge esa relación? ¿El urbanismo se empieza a preocupar por la lengua, o a la lengua -en concreto al euskera-, le preocupa el urbanismo?- Por lo que yo sé, desde el urbanismo no se ha planteado nunca, pero desde la sociolingüísica se han oído bastantes voces: Erramun Baxok en Iparralde, Eduardo Apodaka, Jon Sarasua... Yo diría que una de las voces más importantes ha sido la de Mikel Zalbide, que ha reclamado más de una vez que existe una relación bastante estrecha entre ambas cuestiones, poniendo como ejemplo lo que sucedió en los años 60 y 70. Él habla en concreto de Legazpi, que sufrió una transformación demográfica muy importante con la llegada de mucha gente del sur de Navarra y de diferentes partes de España, lo que hizo que cambiara mucho el paisaje lingüístico.

- Han pasado muchos años desde entonces. ¿Qué ha reactivado el interés por la cuestión?- Parte de un proyecto en el que están trabajando UEMA, Kontseilua y la Diputación en relación a los 'arnasguneak', las zonas con un porcentaje muy alto de euskaldunes en las que se respira el euskera, y en las que el euskera tiene un respiro. La idea es protegerlos, potenciarlos y, si se puede, extenderlos.

- Sin embargo, según la última Encuesta Sociolingüística esos lugares son casi los únicos en los que ha retrocedido el euskera. ¿Pueden tener algo que ver los cambios urbanísticos que muchos de ellos han experimentado?- También habrá otros factores y se va a analizar mejor la relación que puede haber entre todos ellos, pero pienso que sí han tenido influencia.

- ¿La ordenación del territorio podría utilizarse también para neutralizar esos efectos y potenciar la presencia del euskera?- Creo que sí, y en dos vertientes. Una es cuantitativa: si hacen falta 200 viviendas nuevas en la zona de Urola Kosta, por ejemplo, ¿es imprescindible colocarlas en Aia, o se pueden construir en un lugar en el que tengan menos consecuencias desde el punto de vista de la lengua? Eso quizás exigiría levantar un poco la vista y mirar desde la perspectiva de la comarca en lugar de tratar de resolverlo todo desde la municipal. También está el aspecto cualitativo, que es esa invasión de los unifamiliares vallados, en los que la gente va del garaje al trabajo y del trabajo al garaje sin hablar con nadie en el camino. Ese modo de vida importado, que no tiene nada que ver con nuestra forma de vivir, al final va en contra de la oralidad, de la comunicación. Y no es algo que afecte solo al euskera. Afecta a todas las lenguas y ataca, sobre todo, a la convivencia. Lo mismo pasa con las viviendas de pisos en las que el ascensor te lleva del garaje a tu casa, por lo que se habla menos con los vecinos; con los centros comerciales; con las grandes infraestructuras que solo unen capitales; con la pérdida del pequeño comercio tradicional que da vida a las calles... De hecho, ese discurso no viene solo del mundo del euskera. Hay todo un movimiento, el 'new urbanism' o nuevo urbanismo, que lo que potencia precisamente es el viejo urbanismo europeo de toda la vida, que es el que da importancia a la calle como espacio de relación.

- ¿Tan determinantes son las decisiones que se toman desde el urbanismo?- Todo está muy relacionado, y en urbanismo cualquier decisión -hacer una carretera entre dos pueblos, por ejemplo-, tiene muchas consecuencias. En este caso concreto no estamos diciendo que el aspecto de la lengua tenga que estar en el centro del debate. Solo hemos puesto sobre la mesa que hay que tenerlo en cuenta, porque aunque es un tema colateral que no se ha contemplado ya estamos advirtiendo que están pasando cosas.

- Los instrumentos normativos que se utilizan para ordenar el territorio, ¿contemplan de alguna manera la variable de la lengua?- Estamos detectando que se habla mucho de identidad local como un tema a preservar, pero jamás se recoge que la lengua sea parte de esa identidad. Parece que la forman solo los edificios y la naturaleza. En los últimos años se ha incorporado bastante bien el paradigma de la sostenibilidad, por ejemplo, pero al menos en el campo del urbanismo y de la ordenación del territorio se sigue pensando que la lengua queda fuera de ese patrimonio.

- ¿Lo intangible es difícil de trasladar a algo que requiere tanta concreción como el planeamiento?- No necesariamente. Hay aspectos intangibles que sí se tocan, como el de la perspectiva de género. Creo que podría ser equiparable al de las lenguas. Se puso sobre la mesa hace diez o doce años y ahora se tiene bastante en cuenta, por lo que pensamos que dentro de un tiempo también puede estarlo el de las lenguas.

- A lo mejor es que el de las lenguas es un tema más sensible...- Puede serlo, pero no debería si se tiene en cuenta que el euskera es un patrimonio a preservar y a potenciar. Todo lo demás es política.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco «Al ordenar el territorio también se debería tener en cuenta a la lengua»