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ALBERTO ECHALUCE
Lunes, 3 de marzo 2014, 10:19
Fran Lasuen (Eibar, 27 de abril de 1959) recibirá el próximo viernes día 14 de marzo, en el bar-restaurante Birjiñape, un acto de reconocimiento organizado por amigos, en el que tocará también algunas de sus composiciones. Lasuen es licenciado en Historia, ha trabajado en la enseñanza, en la administración, en el mundo audiovisual y el teatro; siempre compartiéndolo con la música, como fundador de Izukaitz, en Oskorri, en la Txatanuga Futz Band, así como con Eskuadra zarra, su primer grupo, y con Eguen Banda.
-¿De dónde vino ese aprecio hacia el mundo de la música?
-Aprendí la música con Agustín Zuluaga, Txokolo, cuando contaba con 6 años, en una academia de la Banda de Música. Mi padre fue clave en mi amor por la música. Tuve una educación muy abierta y al principio me gustó la onda anglosajona. Dylan me ha influido, así como las músicas del mundo. Siempre me ha gustado también la Chanson Francaise. Todo lo relacionado con la creatividad y expresividad que marcan las músicas del mundo me atrae. En Eibar hay una experiencia muy gratificante como la de Musergo, con Maite Arritajauregui al frente.
-El grupo de eibarrés Izukaitz, del que usted fue fundador, supuso un aire nuevo en el panorama de la música vasca y, según algunos críticos que la situaban dentro del folk progresivo, fue una banda 'adelantada a su tiempo'. ¿Cómo surgió?
-No queríamos ni imitar, ni copiar de otros. Queríamos montar laboratorios para jugar con la música. Vivíamos a finales de los setenta, con una obsesión clara de romper patrones. Así, en la música inglesa, escocesa e irlandesa se contaba con grupos que mezclaban la música tradicional con el rock, caso de Steeleye Span o Fairport Convention. Grabamos dos discos y muchos conciertos. Tocamos mucho y la experiencia fue muy reconfortante. Los estudios y otros intereses nos llevaron a disolver el grupo.
-Y seguidamente a Oskorri, en donde permaneció a lo largo de 12 años.
-En 1981 se produjo mi incorporación a Oskorri. De la mano de Bixente Martínez aprendí la guitarra y al principio, de manera autodidacta, el violín . Era el más joven del grupo. Tenía 22 años. Fue una experiencia que me enriqueció mucho. Viajamos a la Unión Soviética, a la República Democrática Alemana y realizamos otros muchos viajes internacionales. Nos llamaban desde circuitos europeos con mucha frecuencia. Conocí a muchos músicos de todo el mundo, otras composiciones. Esto tuvo una gran influencia en mí, sin duda.
-Después vinieron otros grupos como Txatanuga Futz Band, Eskuadra zarra o Eguen Banda.
-En 1993 me sentía muy cansado. Me apetecía trabajar por otros derroteros. Cerrar esa etapa fue muy difícil porque siempre me llevé muy bien con todos los componentes de Oskorri. La Txatanuga formaba ya parte de Oskorri y era la primera big band vasca. No obstante, yo ya tomaba parte en la realización de composiciones para muchas bandas de teatro. Desde Gorakada, compañías en París, producciones que te encargaban, canciones para otros... En ese campo desplegué y sigo trabajando en ello, así como para diferentes televisiones. También, me llamaba el bicho del escenario y quería tener mi propio grupo. Siento aprecio especial hacia las letras que transmitan emociones. Una canción no es más que cuento, una microhistoria.
-Curiosamente eligió de nombre para ese grupo Eskuadra Zarra, la cuadrilla eibarresa que se dirigió al ministro de Fomento, Fermín Calbetón, para que concediera dinero para la construcción de la Escuela de Armería.
-El mundo eibarrés del siglo XIX me ha parecido muy singular. En esa época creo que se formó la singularidad del progresismo local, frente a un carlismo que imperaba. Adoptaron un nombre medio italiano y claramente intervencionista. Pero al que más sorprendió aquél nombre fue al fallecido Juan San Martín. Eskuadra Zarra, Toribio Etxebarria y demás gente han marcado a Eibar, pese a que todo ahora es más global, muy extraño
-La influencia portuguesa en su vida y en su música es constante.
- En el año 92 produje un disco para Amaia Uranga, de Mocedades, y le compuse un fado en euskera, el único existente. También compuse un fado para Oskorri, de Sarrionandia. Son muchas las sensaciones y variados los sentimientos que me habitan y acercan a Portugal. También he trabajado con la fadista Mafalda Arnaut. Me fascinan los sonidos atlánticos e índicos, los de Cabo Verde.
-¿Y entre los proyectos más inminentes?
-Estoy tratando de que salga adelante un proyecto relacionado con las artes plásticas con el escultor eibarrés José Zugasti y con Alfa Arte, y también trabajo en un documental sobre el primer alcalde republicano de Donostia, Francisco Sasiain.
-La sensación es que le apasiona la música.
-Me siento un privilegiado. Hago lo que me hace disfrutar. Y a todo ello también ha contribuido mi compañera que me apoya. A pesar de que he tenido que tomar decisiones importantes como dejar mi puesto en el Ayuntamiento o salir de Oskorri, la música me ha reportado experiencias únicas, aunque también este mundo tiene sus sabores amargos, sin duda.
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