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Ducasse es una caja de sorpresas
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Ducasse es una caja de sorpresas

Un investigador descubre que el paisajista no intervino en la fase inicial del parque de Cristina Enea y que en realidad se apellidaba Ducassou

FELIX IBARGUTXI

Martes, 4 de marzo 2014, 08:40

El pasado 22 de febrero se cumplieron 122 años del fallecimiento del jardinero más importante de nuestro entorno, Pierre Ducasse, el hombre que diseñó los jardines del parque de Aiete y del parque de Miramar, en San Sebastián. Una persona que ha pasado un cuarto de siglo estudiando su figura, Ignacio Javier Larrañaga, aprovechó esa efeméride para dar a conocer tres novedades importantes: contrariamente a lo que se pensaba hasta ahora, Ducasse no tomó parte en los primeros trabajos de los jardines de Cristina Enea; no murió en el palacio de Aiete, sino en Ategorrieta; y realmente no se apellidaba Ducasse, sino Ducassou.

Ducasse diseñó y ejecutó -en la segunda mitad del siglo XIX- el parque de Aiete, de los duques de Bailén; el de Arbaizenea del duque de Sotomayor; Bidebieta, del señor Artazcoz; San Bernardo, del conde de San Bernardo; Toki Eder, de la baronesa de Satrústegui; el parque de Miramar, para la reina regente María Cristina; y parte de Cristina Enea, de los duques de Mandas.

«Ducasse empezó a trabajar en los jardines de Cristina Enea en 1872. Aunque se le atribuye el diseño y el plano iniciales, hay datos suficientes para pensar que esos primeros trabajos los realizó el paisajista Georges Aumont, que era sucesor de Barillet-Descamps, el célebre paisajista parisino. He encontrado en la documentación del archivo del Duque de Mandas que, de enero a julio de 1865, Aumont cobró a este duque -que era el propietario de Cristina Enea- 2.166 reales de vellón por sus honorarios», ha comentado Larrañaga.

Tal afirmación se fundamenta en que, durante los años 1864-1865 el jardinero Lecour, que estaba en San Sebastián al servicio del duque de Mandas, encargándose de dirigir los trabajos de embellecimiento de los jardines de Cristina Enea, mantenía correspondencia muy continuada con el paisajista Georges Aumont. En esos dos años escribió a Aumont 75 cartas, de lo que el paisajista tenía poder decisorio en ese jardín.

Pierre Ducasse, nació el 27 de julio de 1836 en Lahonce, municipio próximo a Bayona. Hijo de Jean Ducassou y de Catherine Pérés, vivía con ellos en la casa Berganos del barrio Saint Etienne de Bayona. A la edad 23 años contrajo matrimonio con la también jardinera Marie Louise Camy, de 20 años y también residente en Bayona. En el acta de matrimonio firmó como Pierre Ducassou, pero de ahí en adelante en sus facturas y escritos aparece como Pierre o Pedro Ducasse. ¿Cuál fue el motivo ese cambio? No se sabe.

«El único jardín que conocemos del que existe plano del trazado y está firmado por el propio Ducasse es el del Palacio Miramar -prosigue Larrañaga-. Se tiene constancia también que, por lo menos desde febrero de 1877, Ducasse trabajó como jardinero del municipio, encargado del cuidado de los jardines y arbolados de la capital guipuzcoana. Presentó un presupuesto escrito en francés de los árboles y arbustos destinados a los jardines de la Plaza de Gipuzkoa y colaboró estrechamente con el arquitecto José Goicoa, sobre todo en los jardines del Palacio de Miramar.

Ducasse, falleció el 22 de febrero de 1892, a la edad de 55 años, según el Registro Civil, en su propio domicilio de «la casa de campo llamada Ayete, barrio de Amara», es decir, en la que conocemos hoy como casa del jardinero del Palacio de Aiete, a consecuencia de fiebre adinámica y neumonía hipostática. «Pero yo creo que ese acta de defunción contiene un error evidente. Confunden el domicilio, ya que, efectivamente, durante los primeros años en San Sebastián, Ducasse residió con sus hijas en Aiete pero, varios años antes de su fallecimiento, ya residía en la casa de campo Villa María Luisa, de Puertas Coloradas, lo que hoy es la zona de Ategorrieta. Además, así lo indica la propia esquela publicada por La Voz de Guipúzcoa el día 24 de febrero.

Además, el último testamento lo firmó la víspera en ese domicilio de Villa María Luisa, entre otros testigos, ante Antonio Arzak, poeta, bertsolari y cantor de hechos donostiarras, quien fue uno de los que llevó el féretro del amigo.

El día del entierro Arzak dedicó a María, hija de Ducasse, las siguientes líneas:

«A María. ¡Qué tristes me parecen que están hoy las flores, yertas las manos que tanto las mimaron haciéndolas bellas y risueñas! ¡Cuánto cariño encierran! Pero no llore usted; quedan mirando al cielo, y solo ansían unir siempre su fragancia a toda creación pura. ¡Cómo no cuidarlas!».

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