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MITXEL EZQUIAGA
Jueves, 3 de abril 2014, 10:26
Llamarse Antonio Mercero puede ser una losa o una oportunidad. Este Antonio Mercero (Madrid, 1969) se reivindica con orgullo como hijo del legendario realizador de Lasarte, el creador de series como 'Farmacia de guardia' o 'Verano azul' y que vive desde hace años apartado del mundo por culpa del Alzheimer. Este Mercero junior, guionista y escritor, publica ahora 'La vida desatenta', una novela protagonizada por una familia de abogados en la España de hoy.
- Dicen en su editorial, DeBolsillo, que «ha heredado de su padre un talento prodigioso para hilvanar historias en las que late la vida cotidiana». ¿Eso no supone poner el listón muy alto?
-Yo no sé si he heredado algún talento de mi padre, pero lo cierto es que tenía un buen maestro en casa. Su gran talento era conectar con la gente: parece una obviedad pero resulta algo dificilísimo. A mí también me gusta explorar en lo que veo alrededor y hacer historias pegadas a la actualidad.
-Eso se ve en su novela: un bufete familiar de abogados, un concejal corrupto, un cura que abusó de una joven.
-Sí: ahí salen la crisis económica, la mediocridad que rodea a la crisis, la corrupción, la descomposición moral... En las páginas de la novela aparecen un concejal corrupto, un cura acusado de abusos sexuales... Son los casos que los abogados de mi novela deben ventilar. Pero pegado a todo eso lo que me interesa es reflexionar sobre la mediocridad afectiva de los personajes. Más allá de la crisis económica, la gran tragedia que vivimos hoy es que no somos capaces de contarnos nuestros afectos, como les pasa a la familia protagonista del libro. Reivindico el lado afectivo como la manera más accesible y barata para llegar a la felicidad. En vez de pensar tanto en el éxito profesional o en la proyección social quizás tenemos el camino a la felicidad más cercano de lo que pensamos. La crisis nos está hurtando la posibilidad de un trabajo o una vida digna, pero nadie debería ser capaz de hurtarnos la felicidad con nuestros hijos, nuestras parejas o nuestros padres. Esa tesis subyace en la novela.
-Con su corrupción y esas tramas, la novela podría parecer las 'Crónicas de un pueblo' del año 2014...
-Las historias siempre se repiten. Parece que la corrupción en este país no se terminará nunca y que siempre habrá un concejal que se lo quiera llevar crudo. Y qué decir de los abusos sexuales por parte de los curas. Menos mal que ahora parece que hay un Papa que quiere cambiar las cosas y esclarecer los casos. Pero mucho antes de la serie 'Crónicas de un pueblo', en tantas obras clásicas de la literatura española, aparecerían estos temas.
-Siempre optó por escribir. ¿Nunca se le ha pasado por la cabeza de la posiblidad de dirigir, como su padre o su hermano, director de series de éxito como 'El príncipe' o 'El tiempo entre costuras'?
-Dirigir me parece un trabajo estupendo, pero yo pienso que lo que me va es escribir y ya dice el refrán que mejor dedicarse a lo que uno cree que vale. También es verdad que he aprendido que nunca se sabe lo que puede pasar en la vida.
-Empezó como guionista de 'Farmacia de guardia'. ¿Recuerda aquellos comienzos?
-Sí, claro. Mi padre llevaba tiempo tratándome de reclutar para la causa del guión, pero yo era entonces periodista y quizás por rebeldía juvenil me resistía. Un día le enseñé un guión de un capítulo de 'Farmacia de guardia' y le gustó. Entonces la televisión se hacía de una manera más libre: mi padre nos daba argumentos generales y cada guionista teníamos la libertad para escribir. Ahora hay criterios más complejos, relacionados con los estudios de mercado y audiencia, con muchos especialistas opinando.
-Uno de sus guiones de cine más recientes, 'Quince años y un día', con Gracia Querejeta, ha gozado de una notable acogida.
-Es una película que nos ha dado muchas satisfacciones: ganó el festival de Málaga, fuimos elegidos para los Óscar, tuvo nominaciones para los Goya... Fue un guión que se había quedado en un cajón y años después funcionó muy bien. Esa historia sobre la adolescencia gustó.
-Gracia Querejeta y usted tienen mucho en común.
-Sí: dos padres guipuzcoanos, muy de la Real y muy de su país pese a estar afincados en Madrid. Tenemos mucho en común: aunque somos madrileños es en San Sebastián donde nos sentimos a gusto. Y en Donostia estuvimos hace poco preparando un documental.
-¿Sobre qué?
-Es un documental sobre la seleccion española de fútbol, 'La Roja, de Brasil a Brasil' . Es para Televisión Española y trata de la evolución del país y del fútbol desde el Mundial en Brasil de 1950, con el gol de Zarra, hasta el Mundial de este verano en el que vamos a defender el título. Hemos estado en Euskadi y ahora vamos a Cataluña a pulsar, entre otras cosas, cómo se vive la selección en los feudos más nacionalistas. Gracia dirige y yo me ocupo del guión.
-Usted es de la Real Sociedad, como su padre...
-Mi padre me hizo de la Real cuando yo tenía 12 años. Un día, muy serio, me invitó a pasar a su despacho. Yo entré asustado, pensando que me iba a regañar. Me preguntó de qué equipo era y le dije que del Madrid. Me contestó que eso no podía ser, que debía ser seguidor de la Real. La Real ganó ese 1981 la Liga y me di cuenta de que mi padre era un sabio. Y hasta ahora. Eso de ser 'realista' ya no se me pasará jamás.
- Su padre sufre la enfermedad de Alzheimer desde hace años. ¿Qué tal se encuentra?
-Está bien dentro de lo que supone su enfermedad, tranquilo y muy bien atendido.
- Estos días se ha hablado mucho del Alzheimer a propósito de la muerte de Adolfo Suárez. ¿El hecho de que su padre sufra el mismo mal les ha hecho vivir la noticia de Suárez de forma especial?
-Mi padre no se ha enterado de nada, claro, pero a nosotros, la familia, sí. Compruebas lo que ya sabes: que estas enfermedades degenerativas tienen un final. No es nada nuevo, pero estas cosas te lo hacen más presente. Esa enfermedad conlleva un deterioro imparable.
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