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Arteleku en su laberinto
ARTE

Arteleku en su laberinto

El centro artístico se encuentra en pleno traslado al convento Santa Teresa. Los responsables de Cultura de la Diputación han aprovechado el cambio de domicilio para recuperar el espíritu pedagógico del proyecto

TERESA FLAÑO , DIARIOVASCO.COM

Lunes, 5 de mayo 2014, 09:44

Arteleku cambia de domicilio. De un espacio fabril, despejado, a las afueras de Donostia en Txomin-Enea, pasa a un edificio antiguo, laberíntico, lleno de recovecos y en el centro de la ciudad, el convento Santa Teresa en la subida a Urgull. La marcha forzada del espacio de Martutene a causa de la reurbanización de la zona ha llevado a que el proyecto del centro artístico también se redefina. Los gastos de adecuación no han superado el medio millón de euros, la misma cifra que se invertirá anualmente en su mantenimiento. El interior tan particular del edificio ha condicionado la distribución de sus usos. Son 1.800 metros cuadrados repartidos en distintas alturas cinco pisos con dos semisótanos, una planta baja y dos pisos superiores, con muchos espacios comunes y de conexión.

El traslado ya ha comenzado, aunque hay algunos talleres del viejo Arteleku, los de artes gráficas dedicados a la litografía y serigrafía, que todavía se mantendrán en Txomin porque la Escuela de Deba donde se van a integrar necesita una obra algo mayor de lo que en principio se pensaba. Cuando se planteó el traslado y el cambio de filosofía durante un tiempo también se estuvo contemplando la posibilidad de cambiar de nombre al proyecto pero «al final nos decantamos por mantenerlo porque es la palabra que mejor lo define».

Una visita al edificio todavía bastante vacío desvela ese entramado laberíntico de espacios, repartidos en cuatro cuerpos, en los que resulta complicado orientarse. La denominada sala del concejo, una de las mas especiales y delimitada por grandes muros medievales que se descubrieron en el proceso de rehabilitación que se iniciaron en 2001, es una de las zonas más particulares del convento. Ahora será una sala polivalente donde se podrán ofrecer conferencias, conciertos, realizar alguna instalación o presentar los trabajos de jóvenes becados por la Diputación. «Sería uno de los pocos espacios abiertos realmente al público», explica durante el recorrido la directora foral de Cultura, Garazi Lopez de Etxezarreta, porque en esa búsqueda de recuperar su espíritu original centrado en la creación y la formación, Arteleku pierde parte de su carácter abierto y se repliega. «Tabakalera tendrá la filosofía de plaza pública para los ciudadanos, mientras que aquí los artistas tendrán un espacio para el aprendizaje, la reflexión y la creación, siempre desde la práctica constante», describe Esther Larrañaga, responsable del centro artístico, al tiempo que hace hincapié en que «hemos buscado que los artistas tengan el mayor número de metros cuadrados posibles, pero la distribución va a ser muy flexible porque serán los propios usuarios los que vayan viendo sus posibilidades una vez que comiencen a trabajar aquí».

En la plata baja se instalará la zona multimedia, un espacio para el vídeo y otro para el audio con un tercero en medio para los ordenadores. Aquí también estarán los programas colectivos como AudioLab o Mugatxoan, «siempre que cumplan algunas de condiciones como ofrecer servicios al resto de usuarios, jornadas de puertas abiertas o un sistema de becarios». La zona de administración se ha instalado en el mismo lugar donde estuvieron las oficinas de San Telmo el tiempo que duró la rehabilitación del museo, «para aprovechar al máximo las infraestructuras que ya estaban antes de nuestra entrada y tener que intervenir lo menos posible».

Espacios de cesión

En la primera y segunda planta se encuentran los espacios de cesión que también existían en el antiguo centro pero que ahora estarán vinculados a proyectos o seminarios concretos y siempre durante un tiempo determinado, no de larga permanencia como hasta ahora.

El pequeño y hermoso claustro albergará, de momento, alrededor de unos 8.000 libros de la mediateca de Arteleku que en total tiene unas 25.000 entradas hasta que se cataloguen y se incluyan en Ubik de Tabakalera. Después este espacio también será ocupado por los artistas. En la planta superior que rodea al claustro se instalará una biblioteca con unos 2.000 libros relacionados con el arte que será permanente. También habrá un espacio destinado a los talleres de edición y otras materias relacionadas con la literatura. Y en el piso más alto se encuentra un coqueto dúplex que servirá de lugar de trabajo para artistas invitados a dar conferencias o talleres. La zona de descanso estará situada junto a un patio triangular que cuenta con un antiguo pozo y una pirámide acristalada similar a las del Louvre y que se comunica con el claustro. Cuenta con una pequeña cocina, traída desde Txomin.

El nuevo Arteleku no estará a pleno rendimiento hasta, por lo menos, septiembre con el inicio del curso. Hasta entonces se mantendrán los laboratorios de arte feminista, el de imagen y sonido impartido por Isabel Herguera, Audiolab y un seminario del artista visual y arquitecto Pablo Valbuena junto a Arteklab.

La de ahora no es la primera revolución que se produce en Arteleku. En 2001, aprovechando la rehabilitación del edificio de Txomin, se reorientó el proyecto, pero en sentido inverso al actual, es decir, hacia afuera con el propósito de adaptarse a las nuevas tecnologías. Entonces se buscaba una relación lo más directa posible con la ciudad. Además se unió la biblioteca con la zona de administración para convertirla en un área de información y conocimiento.

La fundación

El convento Santa Teresa se fundó en 1663 y su historia se encuentra muy ligada a los avatares que ha vivido Donostia. Su construcción se debe a Simona de Lajust, esposa del capitán Juan de Amézqueta, y se alzó sobre el solar que ocupó la basílica de Santa Ana durante los siglo XIV y XV. La vida para las Carmelitas Descalzas no resultó fácil como tampoco lo fue para la ciudad. La comunidad tuvo que abandonar el convento en 1719, 1795 y 1808 debido a las guerras con Francia. Lo mismo sucedió en 1835 y 1837, esta vez a consecuencia de las guerras carlistas. El convento, sin embargo, salió bastante bien parado del incendio de 1813, ya que su iglesia es de los pocos edificios que se conservaron en pie tras la entrada de las tropas inglesas. El valor histórico supera al artístico. Las construcciones en general son modestas, sobresaliendo el pequeño claustro realizado en el primer tercio del siglo XVIII con muros de sillería de arenisca y talla de piedra.

Desde 1988 la parte baja del convento es propiedad de la Diputación Foral y el resto, la zona alta con la iglesia y la residencia, sigue perteneciendo a las monjas de clausura.

El mal estado, algunas zonas estaban derrumbándose, obligó a que en 1989 se iniciara la primera intervención arqueológica como preámbulo a la rehabilitación del edificio histórico. Se localizó un lienzo de la muralla medieval de la villa, restos de una torre, además de un aljibe y material cerámico romano.

En 2002 en el denominado Pabellón Sur se localizaron seis fosas de enterramiento vacías construidas en ladrillo y otro depósito con material romano. Entonces se contempló la posibilidad de que estos hallazgos se pudieran visitar por parte del público.

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