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Lunes, 3 de diciembre 2007, 01:36
SAN SEBASTIÁN. DV. A finales de los años setenta, un joven nacionalista txistulari recorría las calles de Mungia junto a varios veteranos de la banda municipal. Era Iñigo Urkullu, entonces afiliado a EGI, las juventudes del PNV, y que ayer fue elegido por unanimidad presidente del EBB. Quienes le conocen desde aquellas kalejiras por este municipio de Vizcaya le definen como un hombre discreto, correcto, reservado, afable, a veces distante, aplicado, tímido, serio, tenaz y, sobre todo, muy respetuoso. No es nada amante de la maledicencia en la que se a veces se envuelve el funcionamiento de las organizaciones humanas y los partidos políticos en particular. Es algo plano en la vertiente mediática, pero se le reconoce como metódico y muy profesional.
Urkullu nació hace 46 años en Alonsotegi, en Vizcaya, en una familia de trabajadores vinculada al nacionalismo vasco. Su padre fue un obrero metalúrgico y su madre ama de casa. Es diplomado en Magisterio y ejerció como maestro durante varios cursos en Bilbao y Portugalete. Habla euskera y castellano y está casado desde joven con Lucía Arieta, hija de un ex jugador del Athletic de Bilbao, con la que tiene tres hijos.
Su vida siempre ha estado ligada al PNV desde muy joven y su trayectoria política comenzó unida al movimiento pacifista vasco. Participó activamente en los primeros grupos ligados a la coordinadora de Gesto por la Paz en Vizcaya. Entonces estuvo muy relacionado con la Iglesia vizcaína y con grupos de cristianos de base. De aquella época mantiene una fluida relación de amistad personal con el actual obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte. Su apuesta firme desde entonces contra la violencia lo ha distanciado siempre del mundo de la izquierda abertzale. Y es que una de las señas de identidad precisamente de Urkullu es que nunca ha compartido «educación sentimental» con esa izquierda abertzale. No lleva en la mochila ese imaginario.
Católico practicante, forma parte del denominado grupo de San Andrés, en el que se integran antiguos militantes de las juventudes del PNV que después formaron el grupo de los jobuvis, acrónimo de los jóvenes burukides vizcaínos, representantes del relevo generacional y de la llegada de un nuevo aire en el partido jeltzale, un equipo que ha ido tomando el control de las riendas de esta formación. En ese colectivo se integra también el director general de EITB y previsible futuro presidente del Bizkai Buru Batzar, Andoni Ortuzar. Un buen amigo y su estrecho colaborador desde siempre.
Urkullu está considerado un nacionalista templado pero «ortodoxo» y bastante tradicional. Es poco dado a la discusión pública y a la polémica, y a la vez es bastante disciplinado. Un rival político suyo, que reconoce que lo aprecia en lo personal, lo define como un auténtico enigma. Siempre ha vivido en el seno del PNV. Pero también ha sabido ser firme en ocasiones, y a veces en situaciones bien comprometidas, incluso marcando posiciones ante Xabier Arzalluz. Éste último ha sentido hacia él una enemistad manifiesta desde que sintió que le plantaba cara en el EBB y desde el momento en el que Urkullu avaló a José Luis Bilbao frente a aspiración de Josu Bergara de repetir como candidato a diputado general de Vizcaya.
Líder del grupo de dirigentes que controla el PNV de Vizcaya desde hace más de una década, Urkullu fue el principal respaldo hace cuatro años de Josu Jon Imaz para lograr la presidencia del EBB y ha sido su colaborador directo durante su mandato al ejercer de portavoz de la ejecutiva nacional del partido.
El pensamiento nacionalista de Urkullu es más «ortodoxo» que el de Imaz, quien ha intentado la modernización del discurso ideológico del partido «repensando» conceptos claves para el nacionalismo como los de soberanía, independencia o estado.
Líder de los 'jobuvis'
Pese a ser parlamentario autonómico desde 1986, Urkullu ha realizado toda su carrera política dentro del PNV, ya que a los 23 años, en 1984, ya era miembro de la ejecutiva del partido en Vizcaya, en la que ha permanecido de forma prácticamente ininterrumpida hasta ahora, cuando era dirigente de las juventudes de EGI. El grupo de los jobuvis se organizó siguiendo la bicefalia tradicional del PNV, de forma que Urkullu se convirtió en el candidato para los cargos dentro del partido y José Luis Bilbao en el representante en la principal institución, la Diputación de Vizcaya, que preside desde 2003.
En 1996 el grupo demostró que controlaba ya el PNV de Vizcaya al derrotar a Luis María Retolaza en la elección para la presidencia del Bizkai Buru Batzar en la que supuso la primera derrota de Arzalluz en un proceso electoral interno desde la escisión de EA. Entonces, el nuevo presidente del PNV de Vizcaya fue otro veterano, Javier Atutxa, pero Urkullu ya fue el número dos y portavoz de esa ejecutiva. Cuatro años después le sustituyó cuando se retiró, exactamente igual que ha ocurrido ahora con Imaz, al que también auparon a la presidencia del EBB con Urkullu de portavoz y sustituto cuatro años después tras su retirada.
Pese a ser ya un veterano del Parlamento Vasco, al que accedió por primera vez en 1986, sus intervenciones en el pleno durante estas dos décadas han sido escasas. Eso sí, ha tenido un papel relevante en la Cámara como presidente de la Comisión de Derechos Humanos.
En los los inicios de su carrera política también ocupó un alto cargo en la Diputación foral de Vizcaya, en concreto la dirección de Juventud y Deportes entre 1987 y 1994.
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