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Las diez noticias clave de la jornada
Angulas a 3 pesetas el kilo
PASADO Y PRESENTE

Angulas a 3 pesetas el kilo

1945... La Schola Cantorum de Nuestra Señora del Coro recuperó la tradición de Olentzero por el centro de la ciudad El Nacimiento de la Plaza de Gipuzkoa, inaugurado en 1958, sigue siendo obligado punto de referencia en la Navidad donostiarra. ... 2007

JAVIER SADA

Domingo, 23 de diciembre 2007, 02:16

Hace cien años, la víspera de Navidad, el Niño Jesús llegó a la calle Larramendi junto al edificio que estaba construyéndose para ser destinado a ser Escuela de Artes y Oficios (actual Correos). Así lo creyó aquella mujer, doña Dominica Irigoyen, que, de noche, pasó por el lugar para llevar un tentepié a su marido que era el sereno de la zona.

Al pasar junto a la pila de piedras que esperaban ser pulidas escuchó unos gemidos y, levantando algunas de ellas, encontró una niña mona y robusta que lloraba entre finísimos pañales lo que indicaba procedía de familia pudiente. Asustada, y sin saber qué hacer, como ella misma acababa de tener un hijo, su primera reacción fue darle de mamar, llevándola a continuación hasta la Inspección Municipal donde, en aquellas horas de la madrugada y en época tan señalada, el celador de guardia supo todavía menos el protocolo a seguir por lo que el destino de la niña, aquella Navidad, fue el pasarla con la familia que la encontró.

Si feliz debió pasar la Nochebuena aquella señora, no menos lo pasaron algunos clientes de las administraciones de Lotería nº.10 Nueva Bretaña, en la calle Idiáquez, regentada por Pilar Fernández, y los de la calle Urbieta -al igual que ayer- nº. 6, regentada por Juan Alonso, que vendieron décimos premiados con 25.000 pesetas «de las de entonces» (los números agraciados fueron el 761 y el 3.032).

Al anochecer del 24 de diciembre la chavalería donostiarra ya se había reunido en la Brecha para repartirse los champones (monedas) obtenidos en sus visitas a comerciantes y vecinos pidiendo aguinaldo mientras deseaban felicidad y de los escaparates, cuentan las crónicas, habían desaparecido los cardos, pavos, poulardas, capones, jamones y pescados (angulas, 3,75 ptas. el kilo; besugo a 1,82 y merluza a 1,55), mazapanes, turrones y peladillas, así como las figuritas de barro que ya lucían en los nacimientos caseros mientras que los frutos secos y otras golosinas, distribuidos en pequeños cestos, esperaban la llegada de los postres para ser repartidos entre los más pequeños de la casa que los esperaban con inusitada ilusión como un gran regalo.

Pero no todos pasaron tan buena noche: Don Francisco Martínez, en Astigarraga, se levantó soñando y tropezando con unos cables cayó por la ventana de su casa y otro caballero sin identificar, sorprendido en la Parte Vieja cuando blasfemaba, fue multado con 75 pesetas y trasladado a la cárcel donde quedó hasta el día siguiente, no conociéndose si llegaría a tiempo de disfrutar del rancho extraordinario que, como cada año, ofrecía el Ayuntamiento a todos los reclusos. Para quienes no tuvieran ocasión de pasar la Nochebuena en familia la Sociedad Bella Easo, en la plaza Easo, organizaba un baile amenizado por sexteto y en la acera de enfrente, el restaurante ABC, no solo ofrecía menús económicos sino que por 90 pesetas al mes daba habitación y tres comidas diarias. Pocas alegrías gastronómicas había al comienzo de la década de los cuarenta para celebrar la Nochebuena, a pesar de que el Gobierno anunciaba se habían aumentado las cantidades que correspondían a cada persona como consecuencia del Racionamiento de Artículos.

Para esta semana navideña, en 1944, se estableció que, previa presentación de la correspondiente Cartilla, cada persona recibiría un cuarto litro de aceite (1,60 ptas.), 200 gramos de alubias (0,60 ptas.) y dos kilos de patatas (1,75 ptas.), además de dos botes de leche condensada por niño (7,45 ptas.). Quienes tenían cartilla especial por haber estado tuberculosos podían adquirir algo más.

Contrastando con esta carencia de alimentos, en 1946 se anunciaba la salida de Olentzero bajo el titular de Buena pipa y mejor estómago. Se recuperaba de esta forma por segundo año consecutivo una tradición popular que al son del chistu y de canciones sentimentales constituía una gran kalejira. Organizado por la Schola Cantorum de Nuestra Señora del Coro, por iniciativa, entre otros, de José Luis Urbieta, Joaquín Mendizábal, José Mari y Alejandro Arregui, hizo su salida en el Kursaal recorriendo las calles postulando en pro del Pabellón Antituberculoso del Hospital San Antonio Abad.

Al año siguiente, 1947, ya fueron tres los Olentzeros que recorrieron la ciudad al unirse a la fiesta la Juventud del Carmelo y Praga y los Luises del Antiguo y en 1948, desde las páginas de El Diario Vasco se apoyaba su celebración indicando colaboraba a mantener encendido el espíritu de la Navidad.

Se compaginó los años siguientes las salidas de Olentzero, que en ocasiones llegaron a unirse en puntos concretos de la ciudad, con el desfile de las jaiotzas, que representaban el Belén, y los concursos de Villancicos organizados por el Frente de Juventudes y de Nacimientos que la Asociación Belenista de Guipúzcoa organizaba cada año. Hace cincuenta años Iberduero S. A. anunciaba que haría una excepción con las restricciones de luz y modificaría los días del obligado corte para que ésta no faltara en Nochebuena y Nochevieja, permitiendo que la iluminación extraordinaria de los escaparates permaneciera encendida hasta las diez de la noche los días 23, 24, 30 y 31 de diciembre.

El año 1964 mientras que por la tarde los niños de las escuelas acudían a Santa María para rendir homenaje al Niño Jesús y se inauguraban los belenes de Ayete y Plaza Easo, se produjo una novedad en la Nochebuena donostiarra: a las doce del mediodía hizo su salida desde la plaza de Guipúzcoa la gran cabalgata de recibimiento a Papa Noel, que llegaba acompañado de gran séquito.

PRÓXIMO DOMINGO: Fin de año

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