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AL DÍA

Una conjunción de mar de fondo y viento

J. PEÑALBA

Miércoles, 12 de marzo 2008, 02:59

La combinación de tres factores, una mar de fondo con olas medias cercanas a diez metros de altura unida a fuertes rachas de viento y a la pleamar, fue la causante de que el temporal adquiriera semejantes proporciones y causara los graves desperfectos que se registraron no sólo en el litoral del Cantábrico, sino en prácticamente todo el Golfo de Vizcaya.

Las explicaciones a lo sucedido hay que buscarlas, en primer lugar, en la profunda borrasca situada en aguas de Gran Sol, que en su desplazamiento por la islas británicas y Francia generó un «paquete de olas» de grandes dimensiones, algunas de ellas superiores a dieciséis metros de altura, así como fuertes rachas de vientos, según explica Miguel Ángel Manjón, de la Agencia Estatal de Meteorología del País Vasco.

Manjón señaló que el tren de olas procedente de la borrasca atlántica comenzó a dejarse sentir con especial intensidad en aguas de la costa vasca durante la madrugada. «A la mar de fondo que había se le unió una mar muy gruesa causada por el viento reinante, de tal forma que la altura de las olas se incrementó todavía más. Y por si todo ello no fuera suficiente, coincidió que ambas circunstancias confluyeron en el periodo en el que la marea se hallaba subiendo. Fueron estos tres elementos los que hicieron que el mar batiera con gran virulencia».

El meteorólogo precisó en la costa guipuzcoana la ola más alta alcanzó una altura de 11,5 metros, mientras que frente al puerto de Bilbao se midieron de hasta 12 metros. En alta mar, también en aguas vizcaínas, a veinte millas de distancia de tierra, se estima que las olas superaron los 16 metros de altura.

Los vientos, por su parte, soplaron con fuerza. La racha máxima se registró en la estación existente en el cabo de Matxitxako, en la localidad vizcaína de Bermeo, donde se midieron 119 kilómetros por hora, mientras que en Lekeitio se alcanzaron 96 kilómetros.

Miguel Ángel Manjón definió el fenómeno meteorológico registrado de «ciclogénesis explosiva». Una situación parecida se dio el 20 de diciembre de 1998 en las mismas aguas del Golfo. Entonces, aquella ciclogénesis provocó el hundimiento del pesquero Marero, con base en Pasaia. Sus ocho tripulantes perdieron la vida en el naufragio.

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