BENITO URRABURU
Martes, 6 de mayo 2008, 04:31
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Patxi Vila sabe que su carrera ciclista está en juego. Para un profesional de cualquier deporte eso son palabras mayores. Con un buen contrato firmado hasta 2010, con la tranquilidad de saber que hasta el Tour no tenía que estar bien para trabajar en favor de Cunego, hay que ser un anormal para arriesgarse en cosas extrañas, para salirse de las normas de un equipo.
Vila no entra en esa categoría de persona, ni de corredor. Jugarse buena parte de su porvenir a los 31 años, con la mayor parte de su carrera cubierta, no tendría nombre. Es más, no lo necesitaba.
La testosterona se ha convertido en un campo de minas en el mundo del deporte. La diferencia entre ser positivo o no es un hilo demasiado fino. Con la llegada del Pasaporte Biológico, esos problemas se han acrecentado. La UCI dijo la semana pasada que se estaba encontrando casos 'extraños'. Cuando todavía tienen pendiente el de Iban Mayo surge otro nombre. A Vila le honra el dar la cara, el no esconderse. Le espera una batalla dura por delante, en un país que no es el suyo, Italia, con un producto que, personalmente, le parece a uno una estupidez en el mundo profesional, pero que te puede dejar fuera de este mundo.
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