Rafa Díez Usabiaga agota sus últimos días como secretario general de LAB. [USOZ]
RAFA DÍEZ USABIAGA SECRETARIO GENERAL DE LAB

«Es posible una unidad con ELA en términos sindicales y sociopolíticos»

Cree que en los próximos meses habría que generar una propuesta que sea un factor de movilización conjunta, como en la huelga general por las 35 horas

PILAR ARANGUREN

Sábado, 10 de mayo 2008, 04:06

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Tras más de 27 años en la dirección de LAB, dieciséis de ellos como coordinador o secretario general, Rafa Díez pasará a la retaguardia sindical tras el VII Congreso que se celebrará los próximos días 22 y 23 de mayo, donde dará el relevo a Ainhoa Etxaide. A su perfil sindical se une otro político, de gran calado. Ante la pegunta de si le tienta volver ahora la política la respuesta es clara. «Soy un sindicalista que siempre ha estado metido en el debate político. El mayor elemento de frustración es no situar a Euskal Herria en un nuevo ciclo político. Sigue siendo una asignatura pendiente tanto a nivel colectivo como personal».

- ¿Siente nostalgia?

- Sí que hay un cierto grado de nostalgia al llegar a este punto en el que la organización que has visto crecer desde su nacimiento ha ido desarrollándose. Pero también, el orgullo de haber visto muy de cerca la evolución de una organización que en este momento es una referencia en el tablero sindical y en el espacio social y político.

- Entró en Michelin como administrativo en 1974 y en febrero de 1976 participó activamente en la llamada 'Huelga de los 100 días'. Fue una buena escuela sindical.

- Siempre he dicho que la huelga de 100 días fue mi universidad particular como activista sindical y que me marcó para involucrarme en el sindicalismo. Aquella huelga fue muy importante, tuvo un gran impacto social y político. Marcó el devenir de aquella época en lo que era el movimiento obrero y sindical y al poco tiempo de finalizar la mísma ingresé en LAB.

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- En esos primeros años de andadura LAB tuvo que afrontar una escisión.

- En el año 78, LAB se define como sindicato, realiza su primer congreso e inmediatamente después surge una crisis interna ligada a la situación de debate político en la izquierda abertzale, de lo que fue Euskadiko Ezkerra y otros sectores de la izquierda abertzale, y eso incidió en la organización. Hubo un sector -en el que estaban Martín Auzmendi y compañía- que en el año 80, en el segundo congreso, decidió ir a ELA, y hubo otro sector que entendíamos que el proyecto LAB tenía una proyección estratégica. Y empezamos prácticamente de cero porque todo el sector que se fue realizó una especie de sabotaje a la organización en esa salida.

- ¿Qué otros momentos decisivos ha vivido el sindicato?

- Del segundo al tercer congreso fue un periodo muy largo, de doce años, en el que sindicato se volcó en ganar un espacio en las empresas como organización sólida. En el 92 consolida sus señas de identidad tanto en el análisis político, económico y sindical, y abre una etapa de mayor influencia en el tablero sindical y político.

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- Las relaciones con ELA han sido convulsas, pero en los prolegómenos de Lizarra-Garazi (1998) se impulsó la unidad de acción. ¿Fue un momento dulce para el sindicalismo vasco?

- LAB era una organización ninguneada en las relaciones sindicales hasta el año 92. En el 93 hubo una primera colaboración entre CC OO, ELA y LAB, con una propuesta de reindustrialización. En el 94 es cuando se da el primer nivel de colaboración de cierta entidad entre ELA y LAB, que es cuando planteamos el marco vasco de relaciones laborales. Luego vendrían otros puntos de referencia, como el comunicado del Aberri Eguna en términos políticos y actividades en materia sindical, pero siempre sin niveles de consolidación en una materia que diferencia mucho a ELA y LAB, que es la negociación colectiva y la acción sindical en las empresas. Esa colaboración, que tuvo lugar desde 1994 hasta 2001, no se enraizó en la negociación colectiva. De todas formas, fue muy importante, porque supuso un cambio en la filosofía del movimiento sindical vasco, con toda la dinámica a favor de las 35 horas y el salario social que nos llevó a la huelga general del 99, la primera que se realizó en los cuatro herrialdes.

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- ¿Y después?

- Después de esa huelga general, prácticamente no ha habido una gestión de la misma, en términos de unidad sindical, que hubiera relanzado el papel de sindicalismo con reivindicaciones que eran muy estructurales, lo que ha sido aprovechado por la patronal, que en el año 2000 abandonó la Mesa por el Empleo y se rompió el diálogo social.

- Posteriormente ha habido acuerdos puntuales con ELA.

- Han sido acuerdos puntuales sobre negociación colectiva, Hobetuz.., pero de una u otra manera eran acuerdos que estaban al pairo de las coyunturas. Después del 99-2000, la falta de gestión de aquella huelga, el no poner al sindicalismo vasco en general en un plano ofensivo ante una patronal que habíamos logrado situarla en una situación ofensiva, nos llevó a una crisis. En estos momentos reclamamos poner unas bases sólidas que nos permitan abrir un ciclo de colaboración pero con un perfil estratégico. Los trabajadores y la sociedad nos piden esa unidad, en términos sindicales y socipolíticos, pero tiene que estar por encima de las coyunturas. Ese es el trabajo que tienen que realizar las dos organizaciones en los próximos meses. Estamos convencidos de que es posible y necesario.

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- ¿Qué impide que haya esa unidad?

- Hay muchas razones que justifican las crisis y diferencias entre ambos sindicatos. En cualquier caso, el sindicalismo abertzale tiene que acumular fuerzas, compromisos, activar su posición en las empresas y en la sociedad. El trabajador pierde y el único que sale reforzado es la patronal. El movimiento sindical tiene que entrar en movimientos de convergencia, en niveles de activación, porque tanto en la sociedad como en las empresas se está imponiendo un modelo negativo para todos.

- Elorrieta ha realizado un llamiento para retomar la unidad sindical a LAB, ESK y Stee-Eilas en el tema de la siniestralidad laboral. ¿Podría ser el punto de arranque?

- LAB estará abierta a buscar espacios de convergencia en temas específicos siempre que haya coincidencias en contenidos y en línea de trabajo. En ese terreno estamos en disposición de sumar par multiplicar. Pero hay que poner perfil largo a un grado de colaboración. En este momento no pasa por colaboraciones en temas específicos. Hay que valorar la capacidad contractual del sindicalismo con el empresario privado y la empresa pública, y ver el papel del sindicalismo. Y desde ahí plantear una estrategia de largo recorrido en la que vayamos recuperando esa capacidad de interlocución y de negociación. Pero tiene que ser desde un planteamiento ofensivo. Hay que jugar a la mayor y poner bases sólidas para lo que puede ser un nivel de colaboración para otro ciclo político y que responda a las necesidades del movimiento obrero vasco.

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- El Primero de Mayo volvió a criticar a CC OO y UGT por 'hacer un sindicalismo de acompañamiento de la patronal'. Sin embargo, fueron de la mano en defensa de la libertad sindical.

- Es un modelo de sindicalismo de gestión, de supervivencia. Que funciona por la altura, pero se debilita por la base, que no cuestiona el status quo ni en términos políticos, ni sociales, y que en el ámbito de la acción sindical lo único que hace es adaptarse a la realidad. Decimos que hay dos sindicalismos, el de gestión y el que intenta cambiar la realidad. CC OO y UGT hicieron ya una opción de modelo en su momento. Parte de una especie de derrota ideológica, y desde ahí el sindicalismo tiene una proyección muy limitada, cuyo único objetivo es el de mantener su propia estructura. Más allá de que podamos coincidir puntualmente en el convenio de una empresa o contra el Tribunal de la Competencia, tienen un modelo sindical y una visión del conflicto político nacional que hace prácticamente imposible que puedan estar en elementos de convergencia de esa dimensión. En relación a ELA se dan otras condiciones para que eso pueda ser posible.

- El cambio de ciclo económico hace más necesario, si cabe, una acción sindical conjunta.

- Efectivamente. Ha habido una etapa de crecimientos continuados y sólidos durante la última década, que se ha desaprovechado. No hemos permitido abordar ni políticas laborales ni sociales que realmente consoliden la estrectura industrial, ni posibilite un concepto de reparto de riqueza. Y al menor catarro económico se nos planean las recetas clásicas de moderación salarial, más flexibilidad y se pide al Estado que inyecte dinero público al sector privado. Es una gran hipocresía porque las empresas siguen ganando mucho dinero.

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- ¿El sindicalismo tiene que renovar sus estrategias ante los nuevos tiempos?

- El sindicalismo tiene que superar la intervención micro -negociación colectiva- y vertebrarlo con unos planteamientos y propuestas que de una y otra manera, tanto en políticas contra la precariedad, salarial o sociales, se conviertan en referencia y en elemento dinamizador y movilizador del trabajador. Creemos que el modelo que se utilizó en los años 95-99 es un modelo que tiene que regenerarse. En aquel momento las 35 horas y el salario social fueron motores reivindicativos que le dieron forma a una intervención intersectorial, sectorial y a ras de empresa. Sería necesario abordar propuestas en materia de empleo, condiciones laborales... que se conviertan en banderines de enganche de reivindicación de los trabajadores y que el sindicalismo sea vanguardia de todo eso. Creemos que en los próximos meses tendríamos que generar una propuesta que pueda ser un factor de movilización conjunta. Desde el sindicalismo vasco hay que generar elementos de refencia.

- Con los organismos sociolaborales bajo mínimos, parece difícil alcanzar acuerdos estratégicos con la patronal.

- Nosotros estamos sufriendo la falta de un diálogo social por aquella retirada de Confebask en el año 2000 en la Mesa del Empleo. Desde entonces el diálogo social está muerto, porque Confesbak lo llevó a un callejón sin salida y difícilmente parece que se pueda reconstruir un ámbito de diálogo social con garantías, donde puedan abordarse elementos y contenidos de carácter interprofesional. La patronal está muy cómoda porque no tiene presión. Si el movimiento sindical genera propuestas que se conviertan en banderín de enganche de movilización, crearíamos condiciones para un diálogo social que aborde los temas estructurales que afectan al mercado laboral, desde un ámbito autónomo y sin condicionantes.

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