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Uno de los dobles de Harrison Ford, en la selva de Hawai. Arriba, Flavio Labiano en el plató.
Los ojos vascos de Spielberg
CULTURA

Los ojos vascos de Spielberg

El donostiarra Flavio Labiano ha rodado las secuencias de accción de la última entrega de Indiana Jones

OSKAR L. BELATEGUI

Domingo, 11 de mayo 2008, 03:53

«El 70% de los planos del tráiler son míos, me ha hecho mucha ilusión». Flavio Labiano (San Sebastián, 1962) no miente. Era el único español en el rodaje de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Como director de fotografía de la segunda unidad se ha responsabilizado de casi todas las escenas de acción. Puede sorprender, pero Spielberg ni siquiera estaba presente cuando se filmaban muchas de esas secuencias. En una producción de esta magnitud es habitual delegar en la segunda unidad.

Responsable de la fotografía de casi todos los filmes de Álex de la Iglesia (El día de la Bestia, Perdita Durango, 800 balas) y de Los cronocrímenes, de Nacho Vigalondo, Labiano vive entre Los Ángeles y San Sebastián. El año pasado recibió la llamada de su amigo y compañero de estudios Janusz Kaminski, camarógrafo de Spielberg en sus últimas obras: La lista de Schindler, Parque Jurásico, Salvar al soldado Ryan… . Le preguntó si tenía tres meses disponibles. «Todos hemos crecido con Indiana Jones. No puedes decir que no a una cosa así».

Como el resto del equipo, el donostiarra ha firmado un contrato de confidencialidad que le prohibe desvelar detalles del rodaje. «Ahora te obligan a firmarlo en cualquier película grande, hasta en una de Almodóvar. Como el nivel de piratería es tan grande en internet». Ni siquiera puede mostrar sus fotos con Spielberg, propiedad de Lucasfilms. Los recuerdos de jornadas agotadoras en Nuevo México, Hawai, Los Ángeles y la universidad de Yale (la ficticia universidad de Marshall, donde Indy da clases).

Labiano alaba que, en plena era digital, Spielberg haya rodado en celuloide y formato anamórfico (pantalla grande). «Ha querido recuperar el look del Cinemascope de los años 50. Es un sistema carísimo que ya no se usa por su complejidad. Se trajeron lentes antiguas de otros continentes. Hemos hecho la película artesanalmente, como la primera».

Las cifras de «la producción más ambiciosa de los últimos veinte años» logran que un rodaje español parezca de juguete. Había días en que Labiano disponía de siete cámaras para rodar una explosión. En plena selva de Hawai, fulminados por los mosquitos -«mi peor recuerdo»-, contaban con un equipo de mecánicos «de Fórmula 1» para mimar tanques de la II Guerra Mundial. «Tomábamos las ciudades. Un día en Yale pregunté por curiosidad al cocinero cuántos estábamos para comer. Mil doscientos».

Labiano recibía cada día los previews confeccionados por Spielberg, animaciones digitales de la escena a rodar, donde se detalla la posición de la cámara y hasta la lente a utilizar. «Sus órdenes iban a misa. Le mandábamos el resultado en quicktime por correo electrónico a Los Ángeles y daba el visto bueno». En esa labor de «trabajo sucio» le acompañaba Dan Bradley, el responsable de las increíbles persecuciones de la saga Bourne, ahora empleado en el último 007. «Teníamos a los mejores técnicos de efectos visuales y especialistas del mundo», constata Labiano. «Siempre que ves a Harrison Ford de perfil, de lado o de espaldas, es uno de sus cuatro dobles. ¡Eran iguales que él!». Eso sí, cuando le tocaba al actor, cumplía. «Ya me gustaría, a mi edad, tener su forma física».

Pese a la magnitud del proyecto, Spielberg «controlaba todo al cien por cien». Su imagen relajada y sonriente desaparecía en el plató. «Es imposible que esté calmado con la responsabilidad que tiene. Sabe muy bien lo que quiere. Siempre ha vivido rodando, es como John Ford o Howard Hawks». El director de E.T. felicitó personalmente a Labiano en varias ocasiones. Mientras, George Lucas permanecía en un segundo plano. «En el rodaje no le veías dar órdenes, supongo que ya habría tomado las decisiones antes».

Flavio Labiano sigue «yendo y viniendo» de Los Ángeles a San Sebastián, donde está su familia. Pero está cansado de la vida nómada. «Eso de vivir en hoteles cuando ya tienes una edad… Por ejemplo, Dan Bradley hace cuatro años que no pisa su casa».

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