
X. GALARTZA
Domingo, 31 de agosto 2008, 06:37
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DV. El mejor torneo de la historia ha sido muy equilibrado, ya que tres de los cuatro partidos se decidieron por penaltis. En la final de ayer, el Ciudad Real se impuso al Portland.
El polideportivo de Egia fue testigo del duelo protagonizado por dos colosos. La intensidad, espectáculo, calidad y motivación que rodearon a la final de un torneo que ha conseguido el calendario más jugoso de los campeonatos de verano hizo que incluso no se echara de menos la ausencia de los diez olímpicos, siete por parte manchega (Entrerríos, Hombrados, Davis, Dinar, Abalo, Stefanson y Metlicic) y tres por la navarra (Jorgensen, Malmagro y Dominikovic).
El Ciudad Real echó mano de los hijos (juveniles) de los históricos Dujshebaiev, Kisselev y Djokic para oxigenar a sus hombres. También se pudo disfrutar de las genialidades de un Uríos prácticamente recuperado de su lesión.
El partido fue muy equilibrado y comenzó por proporcionar de entrada un duelo en la portería entre dos de los mejores guardametas del mundo, el veterano Svensson y el nacionalizado español Sterbik. El primer síntoma de debilidad demostrada por el Portland le llevó a su nuevo técnico, Chechu Villaldea, a solicitar un tiempo muerto para reconducir la situación, tras colocarse cuatro goles abajo (5-9).
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Parón
Este pequeño parón fue mano de santo, ya que en el intervalo de diez minutos los navarros fueron capaces de dar la vuelta al partido (12-11), y de forzar a que el técnico Raúl González solicitara tiempo para reunir a sus hombres.
En esta fase el Portland sacó un alto provecho a la verticalidad de Kjelling. Por parte manchega fue Rutenka quien castigó a los navarros, aunque la falta de banquillo proporcionó que se produjeran situaciones poco frecuentes como el hecho de ver sacudir a portería a Morros. El lateral de origen bielorruso, la estrella de la semifinal, se quedó sentado todo el segundo tiempo con hielos en el hombro, al resentirse de unas molestias musculares. En la reanudación, ambos equipos salieron con hambre de balón y muy entonados, Así se puede justificar el chaparrón de goles que se produjo durante los primeros cinco minutos.
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En la última fase, el Ciudad Real tuvo como dificultad añadida la acumulación de exclusiones. Esto permitió al Portland pasar a dominar el marcador.
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