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ANTXON ITURRIZA
Viernes, 9 de enero 2009, 03:43
El pasado 15 de diciembre, con 83 años, murió Eli Ojanguren. Se marchó calladamente, de forma casi imperceptible, incluso para quienes eran conocedores de su talla humana y deportiva. Una enfermedad larga le había apartado desde hacía años de su ronda habitual con los amigos y también de lo que más había amado en la vida: sus montañas.
Y es que si, para definir su larga vida se podrían colocar muchas vitolas sobre sus actividades profesionales o fotográficas, la que más habría definido su personalidad hubiese sido la de montañero. De casta le venía. Su padre, Indaleki Ojanguren, además ser el fotógrafo oficial durante décadas de todos los actos sociales de Eibar, se convirtió, asimismo, en el notario gráfico que con su enorme cámara fue plasmando paisajes, acontecimientos alpinos y la vida rural de nuestra tierra como hasta entonces nadie lo había hecho.
Nacido en Eibar el 17 de abril de 1925, justo concluida la guerra, Eli ingresó como socio del Club Deportivo Eibar, entidad a la que estaría ligado durante toda su vida. Desde entonces y durante más de sesenta años ininterrumpidos fue finalista de sus concursos de montaña. Asimismo, a lo largo de ese extenso periodo desempeñó diversos cargos directivos en el club. No fue el montañismo el único deporte que practicó con intensidad el hijo del legendario Indalecio. Entre los años 1949 y 1951 jugó como guardameta del equipo de fútbol de la Juventud Deportiva Arrate.
Trabajador durante buena parte de su vida en la empresa Alfa, De la mano de otro eibarrés ilustre, Juan San Martín, acometió su primera escalada en la torre de Urreztei, en el Duranguesado. Era el 26 de septiembre de 1946. Sin embargo, pasado los primeros miedos, Ojanguren se fue convirtiendo en un experto escalador. Una larga lista de nuevas escaladas en las paredes del Duranguesado y de meritorias ascensiones en Picos de Europa y Pirineos se fueron añadiendo a sus experiencias, destacando su ascenso a la pared norte de la Pique Longue, en Vignemale, completada en 1959. En un tiempo en el que los desplazamientos presentaban dificultades estratégicas y económicas, Ojanguren fue un pionero en las incursiones vascas en los Alpes. En la década de los años sesenta completó relevantes escaladas en el macizo del Mont Blanc. junto a otros montañeros eibarreses como Javier Hijar o Juan San Martín. Estos méritos alpinos le hicieron acreedor al ingreso en el Grupo Vasco de Alta Montaña, que reunía a la elite del alpinismo de Euskal Herria.
Eli tuvo una profunda vocación pedagógica. Durante más de dos décadas fue continua su dedicación a la enseñanza de la escalada, llegando en 1967 a ser profesor de la Escuela Nacional de Alta Montaña.
Heredero de la habilidad fotográfica de su padre, Eli Ojanguren fue un excelente fotógrafo de montaña, llegando a acumular 60 primeros premios. Cuando fue abandonando paulatinamente las ascensiones de alta dificultad, se dedicó a recorrer exhaustivamente las cumbres de Euskal Herria, como había hecho su padre. Desde 1942 en que comenzó a llevar cuenta de sus ascensiones, Eli completó hasta diez ciclos del concurso de cien montañas, rematando en 1997 el décimo de sus listados centenarios. Pocos años después su salud iniciaría un deterioro progresivo. Con él se ha ido una popular personalidad eibarresa y una parte relevante de la historia del alpinismo vasco.
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