JOSÉ CARLOS CARABIAS
Miércoles, 21 de enero 2009, 09:40
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Los cuádriceps de Thor Hushovd avanzan cansinos por los pasillos al aire libre del hotel Robinson Quinta da Ría, donde realiza la pretemporada el nuevo equipo de Carlos Sastre, el Cervélo. Rutina diaria, salir a entrenar, a devorar kilómetros, llueva, granice o el termómetro marque bajo cero. Junto al noruego van apareciendo más figuras forradas de negro y rojo -los colores de la escuadra-, pertrechadas para el frío. Gómez Marchante, Iñigo Cuesta, Joaquín Novoa... La guardia pretoriana de Sastre, que ayer recibió a un visitante ilustre. Habían quedado con Fernando Alonso para montar en bici.
Alonso apareció a las 9.30 de la mañana con una bolsa azul a cuestas. Un empleado del Cervélo recorrió treinta kilómetros para esperarle en la salida 16 de la autopista del Algarve, dirección Tavira. El hotel está tan escondido que no se detecta en los GPS.
Mientras los corredores daban buena cuenta del desayuno, el asunto se expandió de mesa en mesa. Alonso llegaba en media hora. Sastre, el capitán de la tropa, jugaba vacilón con sus compañeros. «Nada de ir a rueda hoy, eh Marchante», le dijo al fichaje que llegó del Saunier Duval.
Un experimento piloto
Alonso recorrió el hotel hasta el edificio Coimbra, unos adosados donde se hospedaban los ciclistas. Y tenía curiosidad por saber el por qué de la denominación del equipo Cervélo test team. «Somos un experimento piloto, un banco de pruebas para los materiales y componentes relacionados con el ciclismo», le explicaron.
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El piloto, que ha adelgazado tres kilos este invierno para quedarse en unos lustrosos 67, no desentonó cuando bajó del apartamento de Carlos Sastre embutido en un uniforme totalmente negro.
«¿Quién es el director del equipo?», preguntó el campeón de la Fórmula1. «Van Poppel», le dijeron. Alonso se encogió de hombros. «El que peleaba los sprints a Abdoujaparov al principio de los noventa». El piloto asintió. Es un aficionado acérrimo del ciclismo, tanto que se ha machacado en la bici este invierno junto al campeón olímpico Samuel Sánchez, con quien ha trabado amistad, al igual que con Sastre o Rubiera.
A Sastre le conoció en el último partido de la malaria Casillas-Nadal. Intercambiaron teléfonos y semanas más tarde quedaron para verse en el Algarve. El Cervélo acudirá hoy al circuito de Portimao para seguir el entrenamiento de Alonso a bordo del R29.
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El abulense, anfitrión
La aparición de Alonso revolucionó el estrecho donde el Cervélo guardaba las bicis. Sastre ejerció de anfitrión y le presentó a los dueños de la empresa, Phil White y Gerard Vroomen, quines se interesaron por las posibilidades del piloto en el próximo Mundial. También Thomas Campana, el manager. Más didáctico fue Alejandro Torralbo, el veterano mecánico curtido en mil batallas, que explicó al asturiano medidas, posiciones y componentes de las Cervélo, bicis que cuestan 6.000 euros cada una.
Alonso se trajo su Colnago blanca, deferencia de Fabrizio Fabri, que trabajó en el ciclismo atendiendo en su clínica de fisioterapia a Ivan Basso y a Marco Pantani. «Si lo veo mal, me subiré al coche», dijo Alonso. No fue necesario. Aguantó como un valiente.
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